28 de diciembre de 2009

París, Praga y otras cosas para cerrar el año...


PARÍS

Comida más barata: Una crepa de salmón con queso, muy buena en Sacre Coeur - 5 Euros, aunque por 6 Euros podías comer un combo de kebab con papas y refresco, una ganga y muuuy rico.
Lo que más me impactó: Yo iba con todas las ganas del mundo de conocer el Louvre. Pero el museo de Orsay se robó mi corazón.
Lo que más disfruté: El último día, vagar por el parc des Vosgues, comer Pain aux chocolate en los Jardines de Luxemburgo.
Perla escondida de la ciudad: Vamos, toda la ciudad es una perla...pero nomino a Saint Chapelle.
Adicción descubierta: Yo diría re-descubierta, y fue caminar sin rumbo fijo.
Sorpresillas: Galerías Lafayette. Dios, es la locura. Enooorme.Eso y el péndulo de Foucault, la Tierra en verdad gira.

PRAGA

Comida más barata: Sopa de cebolla y cerveza en el u zavesenyho kafe, una delicia de lugar en la calle de Nerudova.
Lo que más me impactó: La belleza. Praga es en verdad hermosa.
Lo que más disfruté: Vagar por las calles y mirar el atardecer desde el puente de Carlos.
Perla escondida de la ciudad: Pues ni tan escondida. Visitar al niño Jesús de Praga, más allá de las connotaciones religiosas, esa iglesia tiene toda la buena vibra del mundo.
Adicción descubierta: El paniitooooo, olvidé por supuesto, su nombre en checo, pero es un pan a las brasas con almendra y miel de-li-cio-so.
Sorpresillas: La iglesia oculta...de verdad hay una iglesia a la que le construyeron unos locales enfrente, en la plaza de la ciudad vieja. Rarísimo

Un poco a propósito había dejado mi paso por París y Praga sin reseñar, quizá pensando que eventualmente encontraría la forma de hacerles justicia sin involucrar el drama en que las convertí. Sigo sin hallar la manera de separar el asombro y la felicidad que me provocó pisar sus calles de la tristeza infinita que me invadió mientras lo hacía. Y es que una cosa no tiene que ver con la otra.

¿Cómo podría no sentirme infinitamente feliz al estar frente al autorretrato de Van Gogh? ¿cómo hubiera sido posible no sentir mariposas en el estómago al caminar por el Louvre? ¿es posible tener la sangre tan fría como para no conmoverse ante la visión del cementerio judío?¿es posible tener un corazón tan duro que un atardecer en el puente de Carlos te parezca intrascendente?

Todos y cada uno de los lugares que visité regocijó mi pequeño corazoncito y lo hizo bailar de alegría. Me hizo cantar en el interior y alegrarme de estar viva.

Pero.

Siempre hay un pero.

Estaba deprimida.

No sabría como explicárselo a alguien que nunca ha padecido una depresión. La gente no alcanza a comprender la gravedad del problema. No me gusta tomar el término a la ligera porque se lo que implica: desesperación, desesperanza, imposibilidad. Imposibilidad de tomar las riendas de tus sentimientos, imposibilidad de ver claro, de entender, de sentir.

Porque estar deprimido y estar triste no son sinónimos. Yo me puedo poner triste si mi cactus favorito se muere, eso tiene hasta cierto punto, una lógica aparente. Pero la depresión…quisiera saber cuál es la causa.

No es sencillo para mí. Y definitivamente, no es sencillo para la gente a mi alrededor. En mi vida, he estado triste cientos de veces, pero deprimida, yo calculo que unas diez. Tampoco puedo asegurar que sean tantas o tan pocas – dependiendo de cómo lo miren- lo que si sé es que todas y cada uno de esos baches han dejado secuelas nada agradables.

Y es que, cuando estoy deprimida, la gente se asusta, incluso la gente que más me ama. Si, hay un monstruo en mi interior, un monstruo al que no me gusta ver, que no quisiera que existiera. Lo peor es que ese monstruo es una parte de mi que la mayor parte del tiempo puedo controlar, pero que nunca he podido eliminar.

Eso es lo que ha pasado el último mes, y ha llegado al grado de casi destruir mi relación con Sergio. Llegó el momento en que no me reconoció, y me lo dijo: me asustas. Pasaron muchas más cosas, pero basta con que diga que me volví un lastre incluso para mí misma, mi necesidad, o más bien, mi desesperación por salir de ese bache, me convirtió en una especie de vampiro emocional, y quién más sufrió fue él.

Que me dijera que le daba miedo no reconocerme fue el hilo que me sacó de la nube. No puedo decir que ya esté al cien, pero vaya que lo estoy intentando. Intento con todas mis fuerzas despejar toda la estúpida neblina para ver las cosas claramente de nuevo. Para no convertirme más en esa otra persona a la que detesto y que, desafortunadamente, enturbió el viaje que tanto anhelaba.

Creo que él nunca podrá entender cuánto lamento haber arruinado las cosas y haber sido una amargada. Pero tampoco podrá entender que a pesar de eso fui feliz y que ni un solo momento me arrepentí de haber hecho ese viaje con él.

Bueno…si hubo un momento. Imaginen: Sobre la Torre Eiffel, París de noche a nuestros pies, el lugar perfecto para tomar de la mano a tu pareja, darle un beso y decirle cuanto la amas…¿y saben que hizo él? Miró hacia arriba, y después de un breve silencio, anunció: creí que era un faro, pero no es un faro, son cuatro lámparas sincronizadas que parecen girar…

Yo lo mato.

Claro,yo hice el megadrama de la vida y lloré como Magdalena. Y después él creyó que era porque no me había propuesto matrimonio, y que por lo tanto yo lo estaba presionando para casarnos…

Larga historia.

Mi punto es que no sé si puedo hacerles justicia a dos ciudades que viví tan intensamente…Puedo presumir que hice el amor ,reí y lloré en ellas. Que la vista de nuestro hotel en Praga era privilegiada, que ya tengo una lista de cosas por ver en mi próximo viaje a Paris porque el tiempo nunca alcanza, que muero por un panito de la plaza de la Ciudad Vieja en Praga, que la Pilsner Urquell es ríquisima, que un pedazo de mi corazón se ha quedado allá. En fin, no quería que terminara el año sin haber escrito al respecto.

Es necesario cambiar de página. El próximo destino: Italia. Quizá más próximo: Nueva York. Quizá más más más próximo: Cancún.

Fue un buen año. Con todo y los últimos dos terribles meses. Si algo aprendí es que nunca voy a acabar de conocer y de conocerme, cada pista me provoca un cierto grado de emoción, pero como en todo, la decepción también enseña.

El mundo es grande, yo pequeña. Y sigo siendo fiel creyente de las sabias palabras de Rilke: “ tiene razón la vida, siempre y en cualquier caso”.

Con eso en mente, que venga el 2010. Éste es el mejor momento para iniciar un nuevo año.

17 de diciembre de 2009

Toda una década

Distintas circunstancias me han hecho pensar, más que en el cierre del año, en el cierre de la década. Entre ellas puedo contar el que las distintas revistas musicales estén haciendo sus listas de los discos de la década, y el hecho de que en estos días me encuentro elaborando un proyecto para mi trabajo sobre el segmento de adolescentes. 

Hace diez años yo era una adolescente. Hace diez años yo tenía 15. 

El mundo ha cambiado desde entonces, y para no delatar mi vejez prematura, me niego a decir "eshosh eran tiemposh mejoresh". Porque a mí me encantaría volver a tener 15 años en esta época en que Wikipedia killed the Encarta star. 

Mi novio me dijo el otro día que yo vivo fuera de mi tiempo. La verdad no me sorprendió, siempre ha sido así. No sé si algo que sienta sólo yo o algo común a mi generación, pero hay veces que siento que mi tiempo se esfumó. No hay época para mí. No hay. 

Yo viví mi adolescencia en tiempos en que lo máaas moderno era el ICQ. El único celular era el startac de motorola, lo más parecido a una red social eran las Geocities, el modem SONABA! Y TENÍA CABLES!!! Nada. De la prehistoria. 

Y en esta década que se va, más allá de lo que ha pasado al mundo, el mundo me pasó a mí. Por Dios! Que ya no tengo quince años!! Es una pena y una bendición. La primer década del nuevo milenio coincide con mi primer década como persona. Antes de los quince, mi capacidad de elegir era muy cercana a cero, hoy, miro atrás y veo que estos diez años sirvieron para algo. Para crecer. 

Inicié la década queriendo ser actriz y la termino sin saber qué carajos quiero. en ocasiones creo que había más certezas en mí, y que diez años de experiencia sólo ahondan las preguntas y alejan las respuestas. Pero no podría estar más satisfecha. 

Aquí, el Top 10 de mi década, diez momentos que hicieron que valiera la pena llegar a los 25:

10.Mi fiesta de 22 años, con todo y lo pecaminosa que fue. Mil gente, un pequeño lugar. Totalmente censurable. 
9.Mi fabulosa Graduación!!! Fiesta loca.
8.Entrar a mi primer trabajo, pensar que no sabía nada, sentir que me ibana  correr...y corroborar que soy buena para esto.
7.Caminar de noche por el Chonta. Mantener el ánimo. Saber que el cansancio es mental. 
6.Las parrandas de Comunicación Política. Nadie me había dicho que uno se podía divertir taaaanto en la escuela, nadie me había demostrado que la inteligencia y la responsabilidad no están peleadas con las desveladas y los excesos . Oh yeah! No cambio esos dos semestres por nada.
5.Festejar mis 25 años con champaña frente al mar. Nada más sublime que ese momento.
4.Viajar a Europa, ver con mis propios ojos lo que siempre creí vivía sólo en los libros.  Y valió la pena, principalmente porque me enseñó que YO PUEDO. Mi software cambió.
3. Ver crecer a mi hermana, gozarla, ser su amiga.
2.Conocer a mis amigos de la prepa...y conservarlos diez años después. 
1. Encontrar al amor de mi vida, poder reconocerlo y tomar el riesgo de elegirlo. Aún recordar la primera vez que me dijo Te amo y la primera vez que toqué su mano.

Fue una gran década. Y este fue un gran año a pesar de todo. Sé que el 2010 será mejor. Sólo llegará a mí lo que necesite, aún hace falta buscar más adentro.

15 de diciembre de 2009

Propera parada: Barcelona

Comida más barata: Pues quizá no la más barata pero si la más memorable: comida y peda con delicioso cava rosado para 2 personas 13 Eur en Cai Paixano (AKA La Champañería)
Lo que más me impactó: El Parc Güell y La Sagrada Familia, realmente uno se queda con la boca abierta.
Lo que más disfruté: El paseo por Montjuic: la fundación Joan Miró, seguida de la visita al estadio olímpico casi me saca lagrimitas (si, soy fan de Coby y qué y qué, y me creí lo de la flecha con fuego en el pebetero, mea culpa)
Perla escondida de la ciudad: El Palau de la Música Catalana (Orfeo Catalá), maldita sea el último día ya no alcanzamos boletos para la visita guiada y yo casi lloro. Es hermoso.
Adicción descubierta: El cava rosado y el zumo Granini, una delicia.
Sorpresillas: El genio de Domenech siempre a la sombra de Gaudí, y los maestros de primaria. Juro que había uno que llevó a sus niños al Park Güell y que traía rastas y piercings y todas esas cosas por las que se escandalizarían las mamás aquí en México.



Pues qué les digo, a Barcelona llegué un poco fastidiada y molesta. Me seguía molestando la maldita cintura con un dolor que seguro era muy parecido al de un parto - bueno, dolía un chingo, soy una nena mariquita y qué- y no me quería ir de Madrid. El tonto mapa que nos dieron en el aeropuerto era la cosa más inutil del mundo y no hallábamos nuestro hotel, cuando intentamos transbordar del Renfe al metro acabamos en la calle y así...


Caminamos como DIEZ cuadras con la maleta a cuestas - y en realidad habría que multiplicar eso  por 1.3 porque había que caminar extra por la bendita idea de recortar las esquinas - , y juro que no estoy exagerando. cuando llegué al hotel yo sólo tenía ganas de dormir, boca arriba para que mi cintura se tranquilizara. Pero al final, logré pararme y salimos al mundo. 


Porque sí, Barcelona es un mundo. 


Un mundo en el que las calles no son cuadradas, son hexagonales - lo cual en principio me resulto la cosa más difícil de entender del mundo, creo que nunca logré cruzar bien una calle-; en el que el peatón es la cosa más importante  - con carriles para bicicletas y motonetas que si funcionan y automovilistas que en verdad se detienen para dejarte pasar- y con un montón de gente de distintas lenguas y nacionalidad que la convierte en una especie de torre de Babel que se extiende desde el mar hasta la montaña.


Y es definitivamente un mundo en el que hay mil cosas por descubrir. 


Cuando, después de caminar un rato, ya sin mochilas, encontramos La Sagrada Familia, fue un momento indescriptible. Sí, sí, ya se que caigo en el cliché de Gaudí es Dios y demás...pero es que en verdad no te la crees. Cada fachada está hecha con tanto amor y detalle, con la pasión de alguien que sólo vivió para eso, que encontró su vocación en el arte. Definitivamente alguien con una misión en la vida. Sólo la suma de talento, pasión y visión pueden llevar a esas maravillas. Sentí una ligera opresión en el pecho, sonreí y me dije aquí estoy.


No entramos al museo, pero pasamos un largo rato observándola, tratando de aprehenderla por completo. Y después, a intentar recorrer todo lo que faltaba.


Algunos pueden decir que los Champs Elyseés es la calle más bonita del mundo. Pero el Passeig de Gracia no le pide nada: amplio, bien iluminado, es ideal para caminarlo al atardecer y descubrir la manzana de la discordia, en donde La Morera, La casa Amatller y la Casa Batlló pelean por el título de la más importante construcción modernista.


Había que entrar a la Casa Batlló. Definitivamente las fotos no le hacen justicia, mirarla es toda una experiencia. Cada rincón, cada detalle es una sorpresa pero es aún más sorprendente el conjunto de todo ello. Pasamos ahí una tarde, tocando, mirando, escuchando, sintiendo la luz, la falta de luz. El espacio. 


Seguimos con la casa Amatller, un lugar en el que la fantasía y la realidad se unen para crear una historia en sus paredes. 


Y de pronto, la noche en las ramblas, la visita obligada al barrio gótico y el Colom frente al mediterráneo.


Pero nada, nada es comparable al Parc Güell. El lugar tiene su propio soundtrack: Jazz, Bossa Nova y hasta Los Beatles tienen cabida. Cada área tiene su sonido, su particular textura, su propia iluminación. Me enamoré del Parc Güell porque, además, por primera vez en el viaje me hizo mirar a mi novio a los ojos y sonreir. Siempre atesoraré esos momentos en el corazón. 


Montjuic merece un día, no me alcanzan las palabras para describir mi emoción al tener las obras de Miró enfrente, el tapiz de la fundación es verdaderamente una cosa de no creerse. Y el atardecer en la anilla olímpica. Bueeenoooo...me tomé mi foto con el pebetero y canté la canción de Coby. Las de Barcelona han sido siempre mis olimpiadas favoritas y ni las superproducciones recientes han logrado opacar lo que sentí cuando encendieron el pebetero con una flecha. Tenía yo 8 añitos.


Me da la impresión de que cada vez que recuerdo Barcelona, crece mi aprecio por ella. Por sus calles, por sus rincones, por su arquitectura, por la cultura que la recorre, por erigirse en una babel moderna y organizada. Por lo que queda de las exposiciones universales, por lo que aportó al mundo con el modernismo...


Barcelona me sorprendió con cada rincón y es definitivamente un lugar al que he devolver. No sé si pronto, pero he de regresar. Al menos a ver como queda la Sagrada Familia cuando esté terminada.



3 de diciembre de 2009

Dieta Mediterránea

Dejaré un poco de lado los posts sobre el viaje, que continuaré en algún momento, para hablar de una película que vi ayer y que francamente disfruté muchísimo.

La película en cuestión es  Dieta Mediterránea  (España, Dir. Joaquín Oristrell, 2009 , Con: Olivia Molina, Paco León, Alfonso Bassave), y la ví por puro churro gracias a la Muestra de Cine Español... que se acaba hoy, pero si tienen oportunidad de verla en algún otro lugar, por favor véanla. Es un must. 


La película cuenta la historia de un romance, uno muy poco convencional. Sofía nace a finales de los 70s y decide que su vocación y misión en la vida es ser , no una buena cocinera, sino la mejor del mundo. A partir de ese destino trazado, su vida se enlaza con Toni y Frank, dos hombres que, a su manera, quieren hacerla feliz.

Para Toni hacerla feliz es darle una casa y formar con ella una familia, cerca de sus padres, mantenerla honradamente, pues. Para Frank, hacerla feliz consiste en ayudarla a explotar su talento en la cocina...y luego explotarlo él. Frank ve en Sofia una mina de oro, la piedra faltante para poder lograr su sueño de montar un restaurante.

Pero el triángulo amoroso no es tan sencillo. Al final, Sofía se da cuenta de que necesita ambos mundos: una familia y un futuro brillante para su carrera. Pero aún más importante, necesita a Frank y Toni, a los dos, para ser feliz. Así, para poder ser felices, los tres establecen los lunes como su día de reunión, un día de libertad total en que pueden hacer lo que quieran y en que los tres comparten su desnudez con una sonrisa en el rostro, mientras a los niños los cuidan sus abuelos.

Entre los tres se establece una relación cómplice, llena de deseo, amistad y compromiso. De tal forma que uno comienza a cuestionarse sobre sus propios principios morales. ¿Estaríamos dispuestos  a tener una relación con tres bandas? ¿importaría si somos el esposo o el amante?

Al final las preguntas están planteadas con toda la buena vibra del mundo y en medio de un humor ácido que incluye un papá bisexual, una esposa japonesa descubre-ovnis y platillos dignos de provocar erecciones y ataques risa.

Todo esto aderezado con el mar de fondo, la brisa salada soplándonos por la espalda y los sabores casi paladeables de la bendita Dieta Mediterránea. Sólo en un lugar como Barcelona se podría obtener tanta frescura.

Al final, me provocó muchas sensaciones que creía ya olvidadas entre el polvo de aquello a lo que llamamos madurez. La dimensión lúdica del deseo, en que desnudez, fragilidad y franqueza se muestran como algo permisible y alcanzable y que en muchas ocasiones nos vemos obligados a encerrar con nombres como noviazgo o matrimonio, volvió a mí. No hay nada más excitante que la complicidad en una relación, nada más desafiante que sabernos dueños del secreto del otro. El erotismo se compone de eso, de aquello que está velado y que nos promete el cielo. Sólo en la penumbra del erotismo somos capaces de admitir aquello que la luz de la sexualidad explícita nos obliga a censurar.

¿Qué de malo tiene una relación en que hay amor por parte de los tres, en que hay deseo por parte de los tres, en que hay plena confianza por parte de los tres? ¿Qué son tres? Quizá no soy tan vieja como pensaba. Porque no le veo nada de malo al número tres.

Por breves instantes, recordé lo que era tener veinte años y pensar que todo es posible. Y aún así, mis principios se mantienen intactos: amor y honestidad. Cualquier relación en la que esos principios se excluyen me parece mucho más inmoral que un Big Love consensuado. Vamos, que tampoco apoyo la promiscuidad. Los tres son siempre los tres, y miren que conozco parejas en los que la relación a veces es de 4 y a veces de un número que no cabe entre el uno y el diez.

Caray...pues si pueden vean la película e intercambiamos impresiones. Les dejo el trailer pa' que sepan de que hablo:

El día en Toledo.

Dedicamos uno de nuestros días de estadía en Madrid para visitar Toledo y valió la pena. Vamos, que es como ir a  Guanajuato, un lugar ideal para caminar y mirar. Tomamos el trenecito que parte de la Plaza de Zocodover y las vistas de la ciudad fueron increíbles.

Quizá lo que más me impresionó de Toledo fue la catedral. Realmente es muy bonita, créanme que he visto muchas iglesias y ninguna me ha dejado tan embobada. Se respira paz, en verdad. Y no sólo en la catedral,  no hace falta más que caminar por las orillas del rio Tajo para sentirse pequeño y jóven andando puentes que están ahí desde hace más de 500 años.

Es de cuento.

- Me quedé con ganas de visitar la Sinagoga de Tránsito, pero he de volver. Es una promesa -

Si paran por Toledo, no olviden comprar turrones y mazapanes, compré unos de chocolate en Los Toledanos que para que les cuento. Riquísimos. Intenté no dejarme el sueldo comprando damasquinado (una artesanía típica que consiste en crear figuras con hilo de oro sobre una base acero inoxidable), y lo logré sólo por obra y gracia de Jebuz. En verdad que hay cosas bonitas.

Tan pronto tenga fotos actualizaré este post, porque en honor a la verdad creo que no le estoy haciendo justicia a tan bonito lugar. Esperen las postdatas.

1 de diciembre de 2009

Siempre tendremos...Madrid



Comida más barata: Bocadillo + caña 2 Euros en el Museo del Jamón. Toda una joya de la ciudad.
Lo que más me impactó: Ver el Guernica con mis propios ojitos mios de mí y aunque merecería una mención aparte, la Catedral de Toledo. Impresionante.
Lo que más disfruté: Ver el atardecer desde el Templo de Debod.
Perla escondida de la ciudad: Los frescos de Goya en la ermita de San Antonio de la Florida, cuya visita concluyó en una deliciosa comida en Sidras Mingo
Adicción descubierta: Al jamón ibérico. MMMMMMM.
Sorpresillas: El concepto del mercado de San Miguel, Kukuxumusu, el rosedal.


Madrid fue un gran inicio. El aeropuerto de Barajas para empezar, es la cosa más limpia y ordenada que he visto en mi vida (nada que ver con el horrible Heathrow de Londres), con terminal del metro dentro del mismo aeropuerto, práctico y funcional. 


Nos hospedamos cerca de la Plaza del sol, y de ahí todo fue caminar. El 1er día visitamos la Plaza del Sol, el Palacio Real y la Catedral de Almudena (mucho más nueva que la linda Catedral de la Cd. de México. Aprendizaje del día: que los jugos son zumos y el durazno, melocotón; las sabritas allá son Lays y el sabor favorito es el de jamón ibérico. 


Madrid fue el 1er lugar del mundo en el que comí Kebab/falafel. Delicioso. 


Al otro día, tour imaginario por el Madrid Medieval. Uno aprende que las apariciones de vírgenes son cosa de todos los días y que basta con rezar y rezar para que dentro de un muro aparezca la bendita imagen con velitas encendidas y todo. También aprendimos que a España le va mal porque vivieron con judíos, y si ellos se cargaron al hijo de Dios pues...ya se imaginaran la tirria que les tiene -como aclaración, el comentario fue dicho en broma por un guía de turistas con un humor bastan te negro y aludiendo a la arquitectura ;). Nada serio. Todo en broma. España vive con su historia todos los días, en cada una de sus calles pero se niega por principio a hablar de ella. Al menos en Madrid. 


Y es que Madrid es una ciudad moderna, vamos, que la Cd. de México es más antigua, imaginen. Y es siempre una fiesta. Si me enamoré de Madrid es por la buena vibra que despiden todos durante todo el día. Parece que todos van rumbo a una fiesta o van saliendo de una fiesta o están en una fiesta. Increíble. Esa sutil indiferencia hacia los demás, esa sensación de breve felicidad. Me encantó, sucumbí al carisma de la madre patria. 


El parque del retiro es lindo. Muy lindo. Fue durante esa visita que caímos en cuenta de lo común que es decir culo en Madrid. Y que os den por culo a todos. Las popitas tienen sal hasta el culo. Dónde te portes mal te golpeo en el culo. Ah! Bonito! claro, las risitas mojigatas escapaban de nuestro control.


Vale la pensa perderse un rato en el parque y observar a los niños, los pocos niños. Todos, eso sí, con la última moda en carreolas. Yo quiero una que tenga sleeping integrado, se ven tan calientitos y felices. Y sonrientes.Porque los niños madrileños son la cosa más consentida y echada a perder del mundo, son del tipo de niños que gritan a sus papás y que no están nunca conformes con nada. Si alguna vez vieron Crimen Ferpecto de Álvaro de la Iglesia y recuerdan a la hermanita, sabrán a qué me refiero. Visitar Madrid es intenso.


Y todo se volvió más intenso en cuanto pisé el centro de arte Reina Sofía. Ver el Guernica fue algo estremecedor. No por ser en Blanco y Negro la guerra resulta menos desoladora. Miró, Dalí, Picasso. Toda una experiencia. 


Luego a terminar el día en el Museo del Prado. Caray. Qué impresión. ¡Vi las pinturas negras de Goya! Me volví muy fan desde que trajeron una exposición de sus grabados a San Ildefonso. Pero sus pinturas son muy otra cosa. Casi lloro. de verdad. Con todo y el puto dolor de cintura que decidió atacarme durante todo el viaje, disfruté caminar por el Del Prado. Y Las Meninas. A veces, cuando vez todas esas cosas en los libros, durante tantos años, tantas veces, comienzas a dudar de su existencia real y entonces te sorprenden aún más, con dimensiones y tamaños que no imaginabas, con detalles y pinceladas que ninguna fotografías es capaz de transmitir. Fue como si mi niña interna hubiera, colmado todos sus sueños de un plumazo. Porque sí, cuando niña, yo soñaba con verlo todo, con tocarlo todo, empezando por esas fotos en los libros que nunca creí corroborar. 


Ahora tengo veinticinco años y sé que valió la pena esperar, mis ojos miraron con más avidez y con más incomprensión. Me gusta no comprenderlo todo.


Y para sumirme en esa incomprensión, bastó con terminar el día tomando chocolate con churros en la chocolateria San Gines. Una tradición tan española no podía sino venir del continente americano. Las ideas, como la materia, no se crean ni se destruyen, simplemente se transforman. Y España entera es una muestra. Madrid, sólo un botón. Sin árabes, sin la judería, ni la arquitectura, ni el arte, ni su borrosa identidad existirían. 


Fenómeno. 


Y Toledo al día siguiente, no hizo sino comprobarlo. 


Pero esa, es otra historia.

22 de noviembre de 2009

El recuento de los daños.

Fueron 15 días de lo más interesantes y provocadores, hay tanto que decir sobre el viaje que no sabría ni por donde empezar. Poco a poco iré contándoles como viví cada ciudad intentando no dejar nada fuera, lo cual resulta una misión casi imposible.

Sólo puedo decir que no fue lo que esperaba. No salió como lo planee. Y en el fondo eso es lo mejor del asunto.

Estoy intentando poner orden a las fotos y a mis ideas para darles un poco de sentido y coherencia. En fin, que mañana hay que volver a trabajar.

Pero esa es otra historia.

29 de octubre de 2009

Señales de humo

Hace 3 semanas me sumí en una profunda depresión de la que nunca entendí muy bien la raíz. Tenía mucho, mucho,mucho que no me deprimía. No voy a mentir, hasta hace no tanto tiempo, la depresión era mi estado natural...sin embargo,desde hace uno o dos años me he convertido básicamente en una persona dichosa. Con altos y bajos pero dichosa al fin y al cabo.

Entonces. En medio de esa novedosa forma de depresión sin sentido alguno, se me ocurrió mandarle un mail a mi amigo Jon hasta el otro lado del mundo. Australia para ser precisos. Y el respondió. Y no sólo eso. El me llamó.

Y esa simple llamada me hizo la persona más feliz sobre el planeta tierra. El simple hecho de contestar el teléfono y escuchar su voz me hizo recordar lo importante importantísimo que es contar con amigos en la vida.

No he sido una buena amiga ultimamente. Pero ese es tema para otro post.

Mi punto era que su llamada llegó en el momento preciso.

Y es que hay muchas clases de amigos, hay amigos con los que es divertido empedarse y decir pendejadas...y hacer pendejadas. Hay amigos, también, con los que vale la pena tomarse un café, o irse de compras. Hay amigos con los que uno sólo puede comunicarse via messenger y aunque no los veas en años, vas y les cuentas tu vida electrónicamente. Y hay amigos, los mejores, con los que todo puede ser hecho. Amigos que te han visto triste y feliz y haciendo el ridículo, y cagándola, y que te regañan, te animan , te escuchan, te cuentan.

Jon es uno de esos amigos. Y me alegra haberlo visto gracias a la bendita tecnología (Jebuz bendiga a Skype). Y saber que está bien, y saber que aún podemos reírnos juntos y que aún me puede regañar por mis dramas innecesarios y que aún podemos compartir secretos.

Y entonces...

reaparece una amiga a la que creía perdida irremediablemente. Una amiga con la que había soñado, a la que extrañaba, a la que deseaba ver, a la que deseaba saber viva.

Y entonces, llegaron a mi sentimientos encontrados: por una parte una GRAN GRAN GRAN alegría, porque ahora se que está bien, que tiene la familia que siempre deseó. Por otro lado, me sentí como cuando un hijo se le esconde a su mamá en el super. Cuando la mamá eventualmente lo encuentra se siente feliz pero después de 5 minutos se enoja "pinche chamaco, ¿qué no ves que me tienes con el Jesús en la boca?".

Pues así, me alegra haberla encontrado.

Pero me duele saber que no estuvo aquí todos estos años.

Y me duele más que ninguna de las dos es lo que espereba. Yo esclavizada en un trabajo de oficina. ella con dos niños y un marido. Nunca vivimos juntas, como era nuestro plan. Nunca viajamos juntas como soñamos tantas veces.

Pero volvió.

Y eso es lo que importa.

Aquí  un poquito de lo que sentí en su ausencia. Y aquí lo que me trajo su regreso.

16 de octubre de 2009

2 X 1

Hay semanas, como esta, en que los planetas se alinean y Jebuz parece quererme mucho y entonces ocurre que veo no una, sino DOS fabulosas películas...en una semana! Parece increíble, pero es cierto.

Normalmente, veo una pelícual buena, que me encante de verdad y luego pasan semanas en que hay puro chick flick en el cine (notese que soy MUY fan de las chick flicks OK?).Así que, en honor a esta ocasión especial, deberé de escribir de cine (aunque soy de la firme opinión de que ya hay por ahí muchos seudocríticos de cine).

En fin.Va el cuento.

Bastardos sin gloria. 


Me enamoré de Brad Pitt cuando tenía como 11 años y en un sábado solitario en mi casa, encontré 12 Monos (en un lindo formato Beta). Me enamoré de un tipo que parecía loco, y que entonces, como ahora era un actor genial.

Me enamoré del cine de Tarantino no con los litros desangre derramada por una chica vestida de amarillo, sino por Four Rooms (si no la han visto, por favor, ¿qué esperan? Tarantino dirige la historia de la última habitación).

Bastardos sin Gloria, por tanto, era una película que no podía perderme. Moría por verla desde hace taaanto. Sucede muchas veces que cuando uno tiene tantas expectativas, salga defraudado. Pero este no fue el caso.

Tarantino me demostró que su esencia va más allá de la sangre. Su sello es algo mucho más profundo. Tiene que ver con el engrandecimiento obsesivo de cirtos sentimientos. Primordialmente la venganza y la furia. Venganza y Furia que hacen volar su imaginación, pero siempre en un marco técnicamente delimitado.

De una manera extraña, Bastardos sin Gloria me recuerda al Cinema Paradiso de Tornatore. El cine como expresión, como meta, como arte y como elemento político.

Finalmente, tampoco es que quiera contar mucho de la película.Sólo quiero decir que Tarantino me ha reglado dos amores más: Cristoph Waltz quien, encarnando a Landa, le da total sentido a la película, un actor lleno de matices; y Eli Roth, quién ahora ocupa un lugar especial en el wallpaper de mi
PC, hay que admitirlo, los brazos de se hombre me llenaron de obscenos pensamientos durante toda la semana...en fin.

Al final, lo que me gustó de la película es su exactitud musical, uno puede imaginarse a Tarantino pensando stacatto, llevando la obra hacia un crescendo. Definitivamente una sinfonía.  


Sector 9


Creo que en algún momento de la vida había escrito que no me gustó el último libro de Saramago (El viaje del elefante), pero soy MUY fan de sus ensayos (Ensayo sobre la ceguera, Ensayo sobre la lucidez). Lo que me encanta de esos libros es la ciencia ficción social, la capacidad del autor de llevar un supuesto hasta las últimas consecuencias, entendiendo en el camino todas las implicaciones de esa suposición.

Y algo así me pasó con Sector 9.

El planteamiento es sencillo: una nave alienígena decide paras sobre Johannesburgo (no sobre Nueva York, ni sobre Chicago, sobre Johannesburgo) y los humanos se ven obligados a convivir con unos alienígenas, cuyas intenciones no son del todo claras, aislándolos dentro de una "reserva". Así pasan 20 años, la reserva se convierte en un nido de pobreza y crimen, los alienígenas se han convertido en "ciudadanos" de segunda clase. La sociedad está fastidiada de lidiar con ellos, así que deciden moverlos a un lugar lejos de la ciudad. Al menos para no verlos.

De ahí parte toda una alegoría sobre las diferencias raciales (bueno, bueno, entre especies), la seguridad, la guerra, el crimen organizado y la familia. Uf. Todo lo que hace de la occidental una civilización avanzada, es decir, la posesión del poder.

El guión está bien construído, y te va internando en el mundo de la película, utilizando recursos narrativos antes vistos en películas como Cloverfield o  La bruja de Blair. La película inicia como un falso documental, hablando de un evento que ya sucedió y que envuelve al protagonista, así, tu atención es capturada desde el segundo uno sin posibilidad de escape.

Los efectos especiales, la música, el maquillaje, son los complementos perfectos para una historia totalmente humana, aunque los personajes no lo sean del todo. Al final, una pregunta queda en mi mente y esa pregunta es ¿dónde reside nuestra humanidad?

***

En verdad grandes películas, no se tomen muy en serio lo que digo, como ya dije, no intento sumarme a la lista de críticos de cine que pululan por la red. Sólo tenía necesidad de decir: estas películas SON GRANDES, REDONDAS. Merecían, al menos, una mención.

14 de octubre de 2009

Doña Lucha

Antes de que Mara Escalante hiciera de Doña Lucha un popular personaje, en mi vida hubo una Doña Lucha de importancia trascendental.

Mi abuelita.

Maria de la Luz, todos, todos, todos, la llamaban Lucha. Mi abuelita era la onda. Una cabrona en toda la extensión de la palabra. Así como el personaje de Mara Escalante, ella se hacia cargo de la familia, vendía Avon, Fuller, Tupperware, cosía ropa, hacía yoga, se iba a bailar los domingos...

Yo tengo recuerdos muy felices a su lado, siempre robándole un sorbo de su café negro que por artes y magias extraños era el mejor café ever. Ella fue para mí, mi mamá. Y yo era su Albertano.

Nadie, en toda mi vida, me ha consentido, ni me ha querido más que mi abuela. Fue ella quién me rescató de las garras feroces de un roba-chicos que intentó robarme de su mano cuando yo era una pequeña y bella niña.

Fue ella quien con paciencia y amor me enseñó a leer y escribir sobre un libro azul en el que se podían calcar las palabras.

Fue ella quien me enseñó la importancia de la cortesía, del respeto, de la alegría.

Fue ella quien me enseñó a bailar salsa cuando apenas podía caminar. Quien me salvó de una terrible inundación cuando iba en el kinder. Quien cosió los vestidos más lindos que he usado en mi vida. Ella enjugaba mis lágrimas cuando no tenía a nadie más. Ella escuchaba las causas de mis terribles eventos depresivos, y era ella quien me preparaba mi sopita de fideo con platano... delicias de la vida.

Hoy se cumplen 8 años. Ocho años de que nos dejó para siempre. Ocho años de haber perdido la batalla contra el cáncer, un cáncer silencioso que sólo apareció cuando era inevitable su partida.

Y su pérdida no me duele ni más ni menos de lo que me dolió aquel día. El día que su muerte se llevó una parte de mi corazón y mi inocencia, el día que aprendí que crecer es inevitablemente comenzar a perder.

La extraño, mucho. Quizá hoy más que nunca. Extraño el confort de sus abrazos y sus carcajadas sonoras. Su manera graciosa de decir palabrotas. Sus maneras francas. Su personalidad de mulata veracruzana (aunque ella hubiera vivido siempre en el DF). Su espiritualidad ecléctica en la que lo mismo cabían Jesús que el tarot y los templos espiritistas. Y extraño también la niña que yo era cuando ella vivía. Una parte de mí se murió con ella y se que no la voy a recuperar nunca.

Porque cuando uno pierde algo en verdad amado nunca lo recupera, y nunca se recupera.

Le agradezco a mi abuelita todo, todo lo que hizo de mí.Y todo lo que intentó hacer de mí y que yo por miedo o por torpeza no supe llegar a ser.

PD Lo más divertido del asunto es que juro que parece que Mara Escalante conoció a mi abuela. Prometo conseguir su foto para que vean que no miento, vamos que hasta el chalequito usaba.

13 de octubre de 2009

Nieve en Praga

Está nevando en Praga. Y eso me emociona sobremanera. Cada vez falta menos para conocer personalmente la ciudad de mis sueños.

Lo triste es que no tengo con quien compartir mi emoción.

***

Como ya no tengo a quién contarle mis planes porque ya me cansé de estar toda emocionada y que a la otra parte interesada todavía no le caiga el veinte del viaje y nada más me de el avión, en alguna parte tengo que desahogarme. Considerando que no se me ocurre a quién pueda importarle si me voy de viaje o no y los pormenores de mi tan tan tan esperado viaje, pues voy a escribirlo aquí. Total que ni hay tantos lectores, así que no habrá reclamaciones. Espero.

Madrid, Barcelona, París, Praga. Ese será el itinerario. Hermoso. Ir a Madrid, ver, en vivo y a todo color, las Meninas de Velázquez, el Guernica de Picasso...ir a Toledo y conocer Santa María la Blanca... Ir a Barcelona y visitar La Sagrada Familia, pasear en Parc Güell, visitar Notre Dame, conocer el Louvre...

Sé que voy a llorar de emoción una vez que haga todo eso. Lo sé porque así de sensible soy y lloré frente a la Piedra Rosetta en el British...

Pero nada, nada, nada será como conocer Praga.

No sé con exactitud cuando comenzó, pero ha crecido en mí un amor incondicional por una ciudad que no conozco. Kafka y Kundera me han guiado por sus calles y sus pasiones, alguna vez vi un documental en Canal 22 y me dí cuenta de que no podía morirme sin conocer Praga.

Pensé que pasaría mucho tiempo antes de que pudiera hacer mi sueño realidad. Pensé inclusive, que eso nunca sucedería. Pero este año han pasado tantas, tantas cosas buenas. Todo se acomodó para que este viaje sucediera y soy la persona más feliz del planeta. La emoción me desborda...

Y es justo por eso que ahora estoy deprimida. Sí ¿pueden creerlo? Es una estupidez, pero me cuesta trabajo mantener mi equilibrio emocional y una vez que he sobrecargado el termostato me cuesta TANTO trabajo recuperar mi serenidad habitual (digo, habitual últimamente).

Y si estoy deprimida es porque a mi querido novio no le emociona tanto como a mí. Todo le da lo mismo, le cuento de los museos, de las calles, de lo que podríamos hacer, de los lugares que DEBEMOS visitar...y si lo hago es porque espero que él me dé, al menos, su opinión. Pero eso no sucede, él dice que aún no le cae el veinte, que tiene demasiadas cosas en la cabeza. Y yo le creo. YO SÉ que tiene mucho trabajo. Así que he decidido dejarlo por la paz y venir a contar aquí mis penas y emociones en vez de agobiarlo a él.

Les tocará padecer de los preparativos de este viaje, porque no tengo dónde más sacar esta magnífica y terrible excitación que me corroe.

Tengo ganas de gritar de la emoción, lo juro. Porque lo que más más más me encanta del asunto es que es un viaje que yo misma diseñé, hecho a la medida de mis sueños de niña solitaria, encadenada por siempre a la pasión de leer. Todos esos lugares que una vez dibujé en mi mente a fuerza de imaginación y deseo serán ahora parte de mis presentes y mis recuerdos. Y mejor aún, los viviré con la mejor persona del mundo.

Nada. Nada, en serio, podría hacerme más feliz en estos momentos. Así que disculpen ustedes las lágrimas, mi cuerpo no está acostumbrado a tanta alegría.

Ya les contaré-

8 de octubre de 2009

Ni perdón ni olvido

Cada año, en 2 de octubre, los labios de casi todas las personas que conozco se llenan con esa frase.

Y este no es un post sobre el 2 de octubre, es sólo que al escribir el título recordé ese hecho de la vida real.

En fin, a lo que iba.

Ayer, casi a medianoche, no pregunten por qué, me topé con el cuaderno en el que escribía justo a la mitad de la carrera. Ya hace 5 años.

En ese cuaderno estaban plasmadas mis cartas a mi misma, mis citas favoritas, mis poemas...fue la época más feliz pero, también, la más dolorosa de mi vida. Durante dos semanas creí que iba a morir de amor. Sí, de amor, así como la niña de Guatemala.

Yo creo firmemente que en la vida de todas las personas hay siempre puntos de inflexión, momentos, situaciones e incluso palabras que determinan un antes y un después. Y para muchas personas uno de esos momentos es cuando les rompen el corazón por primera vez.

Así fue para mí. Yo, la ingenua, enamorada de la vida y el amor, idealista, romántica, terminé con una depresión terrible cuando me rompieron el corazón por primera vez. Las circunstancias ya no importan, pero estoy segura que NADIE, NUNCA, JAMÁS me romperá el corazón de nuevo.

Lo peor del asunto, es que sigo enamorada de esa persona que me rompió el corazón aquella vez. Y hoy, más que nunca, estoy convencida de que no amaré a nadie como lo amo a él. Y lo mejor de todo el asunto es que él está a mi lado, es mi compañero, mi mejor amigo, mi confidente...

No fue fácil, ni perdonar, ni olvidar y hubo momentos en estos años en que creí que no lo lograría nunca. Pero así fue. Perdoné y olvidé. Hoy quedan sólo cicatrices de aquella fragmentación trágica de mi pequeño y fragil corazoncito. Cicatrices que no tengo la menor intención de borrar porque me recuerdan quién soy ahora.

Nunca ni por un momento dejé de creer en el amor. Ni dejaré de creer en él lo que me resta de vida. Pero ahora soy una mujer mil veces más segura, sólo que ahora soy también mil veces más prudente. Nunca como ahora estoy convencida de que el amor, no el enamoramiento, el amor de verdad, aquel que te transforma por completo es un acto cincuenta por ciento hormonal y cincuenta por ciento racional.

Perdonas y olvidar, por otro lado, no son actos que surjan de la voluntad ( a ver intenten NO pensar en pinguinos bailando....YA....seguro están pensando en pingüinos bailando...Ahora olvidenlo...olvidenlo...olvidenlo...creqo que queda probado mi punto). Creo que son actos surgidos de la fe y de la siempre purificante acción del tiempo.

No moriré de amor.
Ni de olvido.
Y eso es por que alguien tiene fe en mi.

28 de septiembre de 2009

Punto y aparte.

Es que tú siempre has sido punto y aparte.

Eso me dijeron el fin de semana

Quien me lo dijo, quiso insinuar -muy poco sutilmente- que mi relación con un particular grupo de amigos de la universidad ha sido siempre muy superficial. Que he mantenido mi distancia, pues. 

Desde hace un tiempo, más o menos 5 años, he buscado en mi vida una independencia emocional de la que carecí durante años. No digo que lo hay logrado, pero vaya que me he esforzado.

Digamos que me di cuenta de que mi vida había llegado al fondo de la dependencia en la relación que mantenia con los amigos que ya conté en este post y en este otro. llegó el momento de seguir adelante y de prometerme a mí misma que nunca más iba a dejar que mis apegos me amarraran en algún momento de mi vida. 

Años después, me enfrento a las decisiones que tomé en determinado momento de mi vida, y me doy cuenta que, sin juzgarlas como malas o buenas, han sido decisiones que me han transformado por completo. 
Hoy por hoy me doy un lugar bien importante a mi misma. Me he vuelto más egoísta, pero sorprendentemente, mucho más feliz. 

No voy a mentir y decir que me ha dejado de importar la opinión de los demás porque sería una mentira del tamaño de una casa. Pero sí puedo decir que he aprendido a controlar la manera en que esas opiniones me afectan. Y así, he aprendido también a no involucrarme demasiado en los problemas de los demás. 

Hace unos años era yo al Dra. Corazón en persona, escuchaba los problemas de todo mundo, daba consejos a diestra y siniestra (consejos que, por supuesto, no hallaba manera de seguir), iba a todas las fiestas, a todo decía que sí...

Hoy, me reservo el derecho de escuchar sólo aquello que me interesa, de reunirme principalmente (digo, hay que darse oportunidad SIEMPRE de conocer cosas y gente nueva) con la gente a la que más quiero, de decir que no a cualquier plan que no me suene interesante...

No veo a mis amigos con la frecuencia con que me gustaría. Tengo muchos amigos, me siento orgullosa de decirlo. Amigos que han estado conmigo en las buenas y en las malas, que me han dado un kleenex cuando he querido llorar, que me han sostenido la cabeza cuando el mundo ha caído sobre mis hombros y por supuesto, que han reído conmigo y han sabido alegrarse de mis éxitos (muchos o pocos, grandes o pequeños).

Y sé que ellos saben que no necesito llamarles diario, ni pertenecer a un círculo específico para ser mis amigos. 

Uf, porque además, está el hecho de que no todos mis amigos se caen bien entre sí. Así de diferentes son unos de otros. Y son diferentes por el simple y sencillo hecho de que yo he sido diferentes personas a lo largo de mi vida, y que incluso soy diferentes personas en distintas circunstancias. 

Y todos ellos son importantes.

Pero es más importante la libertad de decir que no. Y eso lo he logrado manteniendo una sana distancia, la suficiente para respirar, sonreir, mirarme en el espejo y preguntarme si lo que quieren mis amigos es lo mismo que quiero yo. 


Punto y aparte. 

23 de septiembre de 2009

El mundo bipolar. Y por qué no necesito un libro de autoayuda.

El secreto. 
Según entiendo El secreto  es algo así como una guía para la vida plena y la felicidad que te llevará a alcanzar tus sueños y objetivos. Y no tengo el menor interés en leerlo. ¿Para qué? Todo el mundo se ha encargado de darme una versión for dummies  sin haberla pedido siquiera. 


Algo así como: si deseas algo con todas tus fuerzas el universo entero conspirará para que se vuelva realidad. 


Bah. 


Nunca he confiado en los libros de autoayuda, tanto optimismo me da mala espina. 


Pero, soy fiel creyente de que todo llega en el momento oportuno. Vamos que, como diría Rilke, tiene razón la vida, siempre y en cualquier caso. 


Este año me voy a Europa de la vacación, lo cual me tiene profundamente feliz. Las piezas se acomodaron y estoy esperando, cómodamente, a que llegue el día de mi partida. Lo cual significa también, que hube de hacer algunos ajustes en mis presupuestos personales. Pero nadie dijo que los viajes cayeran del cielo. No siempre. 


Total, que cuando parecía que podía empezar a creer en la increíble bondad del universo y sus complots para favorecerme a mí, su hija más favorita...pues nada, empezaron a anunciar los conciertos de noviembre. WHAT THE FUCK. 


The Killers...


The Ting Tings...


¿De qué se trata? 


Con lo cual compruebo, una vez más, que el mundo es bipolar. Todos los complots universales acaban demostrando que el pasto es más verde del otro lado de la cerca. Lo malo es que ahora tengo visión estereoscópica desde dos jardines y cercas a un tiempo. 


Y aún así, estoy feliz. 

15 de septiembre de 2009

Cuestión de gustos.

Estaba leyendo el Top 10 de películas mexicanas, según el staff de cine Premiere aquí. Y pues nada, que hay muchas en las que estoy de acuerdo y otras que nada más no me pasan ni con agua.

Figurense ustedes que osaron poner en una de las listas a Batalla en el cielo. ¡Batalla en el cielo! (por Dios, que es casi, casi sacrilegio).

Yo odio y detesto esa película.

La alucino.

Es la peor película que he visto nunca.

Recuerdo haber salido del cine después de verla y desear no volver nunca más. Ni al cine. Ni a las películas. Así de grave. (Y es particularmente grave si se contempla el agravante de que AMO el cine, lo amo lo amo lo amo).

Pues. Así es esto.

Mi mejor amigo cree que es FA-BU-LO-SA, el mejor retrato del México actual y no se cuánta cosa más.

Si yo fuera crítica de cine, me importaría, y la vería otra vez y me obligaría a mar a Reygadas como todos los críticos de cine de este bonito país que es México.

Pero, no soy crítica de cine, así que me da igual lo que piense mi mejor amigo, ustedes o mis papás.

La película apesta.

Lo cual me acabó llevando a otra reflexión: ¿de qué carajos se construye el gusto? El sábado tuvimos una fuerte discusión sobre la homosexualidad, en la oficina. A mí me dan enteramente lo mismo las preferencias sexuales de quien se les ocurra: mis amigos, mis hermanos, los vecinos, las personas que echan piropos vulgares en la calle... ¿mientras se acuesten con personas en pleno uso de sus facultades mentales, a mí qué?

Pero hay quién sigue pensando que son una aberración de la naturaleza y están bien mientras no nos toquen porque entonces podemos dejarlos ser, porque sí los dejamos ser siempre y cuando no tengan pareja de nuestro mismo sexo y se tomen de la mano frente a nosotros y así porque qué asco que se besen guacala imagínate que te voltee a ver uno de esos y que ni se les ocurra adoptar niños porque van a criar un hijo puto...etc.

Al final recordé una frase de mi oootrooo mejor amigo (gay, by the way) que explicaba algo así como: yo no puedo dejar de ser gay, no me pueden dejar de gustar los hombres, es como decidir que sabor de helado te gusta más, si chocolate o vainilla.

Al final, no hay respuesta correcta. Tanto el helado de chocolate como el de vainilla son deliciosos (bueno, a mí no me gusta el helado de chocolate a menos que sea Chocolate Fudge Browny de Ben & Jerrys, pero esa es otra historia). En lo personal yo prefiero el Cherry Garcia.

Cuestión de gustos.

Y no, no soy lesbiana. Creo.

PD. Batalla en el cielo still sucks.

14 de septiembre de 2009

Dar el salto

Hay muchas cosas en mi vida que me han marcado. Y quizá una de las cosas que más más más ha ejercido influencia en mi en el transcurso de mi vida, y es algo de lo que nunca he escrito en este blog, es la relación con mi padre.

He de admitir que siempre anhelé una relación de esas de película gringa, donde el papá se pone celoso de los novios de sus hijas, pero es capaz de todo por ellas y las mima hasta echarlas a perder. Yo nunca fui una niña mimada. Tardé muchos años en comprender que sufrí de maltrato en mi infancia. Así, con todas sus letras.

No, nunca me quemaron con un cigarrillo. No, nunca me rompieron la escoba sobre la cabeza. Pero sí, conocí el terror y el pánico cada vez que se acercaba la noche y que sabía que mi papá iba a llegar.

Todos los días, mi vida se acababa a las 7 de la tarde, desde esa hora y hasta que me alcanzaba el sueño todo se volvía difuso para mí. Sinceramente no me gusta recordar la sensación de hacerlo SIEMPRE TODO MAL.

Porque así era.

Para mi papá, todo ( entrar al club de teatro, dedicar demasiado tiempo a mis tareas, tomar clases de danza,escribir, hablar demasiado fuerte, estudiar...TODO) lo que yo hacía estaba mal. Hasta que alguien más decía: Marisol lo hiciste excelente (sí, bailar, escribir, destacar en la escuela). Entonces, mi papá se deshacía en elogios y recordaba que él siempre me lo había dicho, que el siempre me había apoyado, que él sabía desde un principio que yo iba a triunfar.

Recuerdo que leí en alguna parte acerca de las profecías autorealizadas. Y siempre me negué a ser una más. Cada vez que mi papá me decía: no vas a poder, yo simplemente me convencía más y más de que no era así de que yo podía lograr lo que fuera. Y lo lograba.

Hoy ya no tengo esa motivación malsana que eran las críticas de mi papá. Lo veo muy esporádica mente desde que él y mi mamá se divorciaron. Pero ahora me doy cuenta de lo mucho que marcó mi vida por dos cosas:

- Sigo siendo la niña insegura que era cuando tenía once años. Pensando en cada paso que mi papá puede tener razón y yo no soy sino una farsante y en cualquier momento van a descubrir que soy una buena para nada y que justo por eso debo esforzarme el doble, el triple.Siempre más que los demás.

- Porque desde que él ya no está en la casa, esos breves momentos en que podía platicar con alguien sobre mi trabajo se esfumaron. Porque sí, no todo era malo, y él era de las pocas personas que realmente me escuchaba cuando le contaba mis problemas de la oficina. Mi mamá es líndisima, pero en lo que toca a ponerme atención cuando le hablo nunca ha sido su especialidad.

Y todo esto viene a colación, como muchas otras cosas gracias a una pregunta que me formularon en la semana: ¿Cómo te ves en 5 años?

Chales, ya sé que lo que escribí en este post parece no tener nada que ver con lo que plantea la pregunta. Pero la falta de respuesta a esa y otra pregunta (¿Qué quieres, Marisol?) desencadenaron en mí toda una serie de reflexiones acerca de quién soy, y por qué soy y así.

Porque así es siempre, la única forma de dar un paso en la vida es sacar el pie detrás y colocarlo delante. Y hoy por hoy, hay tanto peso en mi zapato que no logro despegarlo. Pura metáfora. En simple castellano: mi pasado me ha marcado tanto, que aún pesa y no puedo dar ese salto hacia el futuro. Ese futuro que anhelé durante toda mi vida y que hoy está frente a mis narices, a punto de convertirse en presente y que yo no puedo alcanzar sencillamente porque no puedo dar el paso.

Eso y dos frases más:
Si te asomas te cortan la cabeza.
No brinques, hasta que puedas dar un gran salto.

Estoy a punto de tomar impulso para dar ese gran salto, y me doy cuenta hoy más que nunca que en mi cabeza habitan tantas voces que me olvidé de escuchar la mía desde hace un tiempo. Me fui de vacaciones, vaya. Pero es tiempo de regresar y tomar el control de esta vida que en los últimos años ha sido manejada únicamente por mi miedo y mi necesidad. Y no son precisamente los mejores pilotos.

2 de septiembre de 2009

Flexibilidad

Siempre me ha gustado pensar en mí como una persona flexible. Y no me refiero al hecho de poder tocar las puntas mis pies, sino a la habilidad que tengo para adaptarme al mundo.

Normalmente, hay una parte de mí a la que cualquier cambio le sabe a pérdida, pero hay otra parte, mucho más sabia y divertida que sabe que en cuanto el cambio se produce lo mejor es dejar de lloriquear y ponerse a trabajar.

Pero, debo admitir, hay una tercera parte que inmediatamente se pone a pensar en como lograr que las cosas acaben siendo como a mí se me da la gana que sean. Soy bastante voluntariosa, terca y caprichosa. Soy sistemática y esquemática y, sobre todo, soy harto harto perseverante.

Sí. Me adapto, pero siempre ando buscando la manera de que sea el mundo el que se adapte a mí.

Quizá por eso me sacó un poco de onda que me dijeran que no puedo jugar en internet durante mis horas de trabajo. Inmediatamente, mi parte chillona dijo: Peeero por quéeeee, si yo siempre entrego todo a  tiempo y bien y soy cumplida y responsable y no tiene nada malo distraerse de vez en cuando...


Mi parte responsable dijo: Está bien, te pagan por trabajar, no por mantener una granja on line...


Y una tercera dijo: Está bien...twitter no entra en la categoría de juego ¿verdad? 


Sólo entonces me tranquilicé.
Sí, soy bastante flexible ¿no?

25 de agosto de 2009

Timidez.

Tengo un severo problema con los hombres que me gustan. Soy muy tímida. NADIE me cree, pero en realidad lo soy. 

Cuando alguien me gusta, REALMENTE me gusta, mi cerebro deja de producir sinapsis coherentes. Mis manos comienzan a sudar y el corazón me da un vuelco. Gracias a Jebuz eso ha pasado pocas veces en mi vida. 

Porque debo admitir que soy bien exigente con los hombres. Es decir, no basta con que sean atractivos fisicamente, además deben tener una linda sonrisa, un aura de buena onda, un no-se-qué. He conocido muchos hombres guapos a lo largo de mi ya cuarto de siglo vivido, pero pocos, muy pocos me han gustado.

Miro hacia atrás y me doy cuenta que NUNCA me pude acercar a esos muchachones que me movían el tapete y me cortaban la respiración. Cuando iba en la facultad había uno que me gustaba mucho, y me quedaba a mitad de la explanada viéndolo bobamente hasta que, obvio, se percataba de mi insistente y torpe mirada y al girar su bello rostro yo cometía alguna torpeza onda tirar mis doscientas fotocopias no engargoladas, o tirarme un poco de coca cola en mi sueter blanco y así.

Sólo en dos ocasiones, en pleno auge de mi seguridad femenina pude acercarme a dos bellos ejemplares masculinos, e incluso hacerme su amiga. En una de esas ocasiones la amistad y cercanía dispó el enamoramiento febril. En la otra ocasión sin llegar a una amistad sólida, continuaron las sudoraciones, las sonrisas mensas - por decir lo menos- y el agitar de manos cada vez que lo veía, así me cruzara con el diez veces en un día. 

¡Ay!¿Por qué no puedo ser una femme fatale? Me asombra descubrir que a mis veinticinco años, sigue viviendo en mí la puberta enamorada del amor. 

Les cuento. Hace ya un tiempo iba caminando con mi novio por el parque del reloj, en Polanco. Y en eso, una voz muy varonil proveniente de un hombre muy varonil, dijo: Disculpa, estoy buscando la esquina de Miguel Castelar y "X" calle, ¿tú sabes hacia dónde es? Debo añadir que el hombre lucía exactamente así:





Mi cerebro se vació por completo y no supe que decir. Mi novio, en pleno uso de sus facultades mentales dijo: No sé. Yo, en pleno desuso de mis facultades mentales, me negué a dejar que el bello hombre se fuera así nada más, y entonces dije: Pues esta calle es Miguel Castelar...y si vienes de allá (señalando a la derecha) y no la encontraste entonces la otra calle debe estar hacia allá (señalando hacia la izquierda).

Y el hombrecito dijo Gracias, supongo yo que más por amabilidad que porque la información hubiera resultado realmente útil... y yo dije jejeje, de nada, jejeje, no te preocupes...y me sonrojé, y dejé de respirar por diez segundos. Y él se fue. 


Y mi novio, preguntó: ¿Qué no eraaaaa....?


*
*
**
***
****
Sí. Javier Bardem. Pero yo lo negaré hasta que me alcance el recuerdo. No pude comportarme tan estúpidamente enfrente de él. Sí, sólo era alguien que se le parecía...y que tenía acento español...y una voz muy parecida. Sí, así fue. 

Maldita sea mi timidez con los hombres que me gustan.

20 de agosto de 2009

Después

- Es muy fácil. Nadie te pide que te quedes, la puerta es muy ancha.

- No es eso – decía él jalándose el cabello en un acto de desesperación- Es que…

- Es que, ¿qué? Si te parece que estoy loca, que me imagino cosas y no sé cuánto más, ¿qué haces aquí todavía?

El mantuvo silencio durante un minuto, quizá menos, tratando de acomodar sus ideas. No era tan sencillo enfrentarse a ella, nunca lo había sido. Durante breves segundos sintió el impulso casi irrefrenable de pedir perdón. No vale la pena, se convenció de ello y siguió adelante con la misma pelea de toda la vida, sabiendo que iban a llegar al mismo resultado de toda la vida.

En cualquier instante a partir de ahora el chip racional en la cabeza de ella volvería a funcionar de nuevo. Y todo volvería a la normalidad. Le diría que lo amaba, que estaba segura de que era el amor de su vida, que la disculpara por haberse exaltado, que no sabía dónde tenía la cabeza pero que él tenía que entender que ella necesitaba algo más…

- ¿Sabes algo? La que se va soy yo.

Ella arrojó el anillo al piso, el anillo que ella misma había elegido tiempo atrás. Como un mar de furia entró al cuarto, tomó la primer maleta que encontró, la más grande, y comenzó a lanzar contra el fondo de la misma toda aquella pertenencia que encontrara.

- No, por favor no.

Él susurró para después intentar detener su muñeca izquierda, pero la mirada de furia de ella le hizo saber que no podía hacer nada. Se sentó en el borde de la cama, contemplando el anillo entre sus manos. Se lo ofreció.

- Sabes que es tuyo. Por favor, no te vayas.

Nada dolía más que su silencio. Cruel, irritante, intencional. Vamos, habla. Siempre era igual. Ella comenzaba a gritar, aventaba cosas, terminaba llorando y de repente toda la furia se agotaba y ella volvía a ser la mujer a la que amaba. Pero esta vez no había una sola palabra saliendo de su boca, lo único que había era una mirada de terrible decisión.

- Podría decirte mil cosas, pero esta vez estoy convencida de que no vale la pena. He cometido el mismo error decenas, centenas de veces. Ya sabes…comienzo a hablar, tú me pides diculpas, y en algún momento del discurso yo me convenzo de que no puedo vivir sin ti de que te amo más de lo que estoy enojada…pero esta vez no es así.

Lo miró a los ojos, y él no pudo sostener la mirada. Ni un solo momento ella dejó de tomar prendas y meterlas en la maleta. La furia se había ido, ahora, una fría calma había tomado su lugar. Se esmeraba en doblar cada playera y cada pantalón mientras miraba todo, tratando de memorizar el momento. Siempre recordaré el momento en que dije adiós.

- Lo peor de todo…lo peor de todo es que, igual que en los últimos diez años, tu única defensa es quedarte callado.

- ¿Qué te puedo decir?

- Nada

Mientras ella terminaba de empacar sus cosas el sintió que debía hacer algo pero el miedo lo paralizó, el miedo y el dolor. Él nunca había sido bueno para lidiar con sus sentimientos y ese había sido, quizá, el problema de fondo en todo aquello. A él, sencillamente, no le brotaban las palabras precisas, y no tenía el entendimiento de lo que ella llamaba “el momento exacto”. Una mera invención de las mujeres, eso era lo que él pensaba, pero a lo largo de esos diez años se había dado cuenta que en realidad era una discapacidad suya. La discapacidad para mirar dentro y encontrar la frase adecuada, lo que ella necesitaba escuchar.

- Suerte.

Ella no volteó a verlo, pero sintió como algo se quebraba en su pecho. Siguió acomodando zapatos en una maleta adicional, agachando la cabeza para que él no viera que lloraba. Finalmente no pudo más y tomó sólo esas dos maletas, dejando detrás las fotos de caras sonrientes que la miraban desde el buró, el perfume que a él tanto le gustaba y que a partir de ese momento se dedicaría a acumular polvo en el tocador que ella había elegido; sus libros y películas favoritas quedaron arrumbadas en el mueble que habían mandado hacer después de notar que ninguna mueblera entendía lo que necesitaban…

Respiró profundo. Aprovechó el momento de agacharse por la maleta para enjugar sus lágrimas y con una sonrisa triste sólo dijo:

- Para ti también.

Tomó las maletas y se fue, cerrando la puerta con suavidad. Mientras él permanecía sentado en el borde de la cama. Te amo. Esa fue la última frase no dicha entre los dos.

17 de agosto de 2009

Hay días como hoy...

...en que oooodio mi trabajo. A ver, a ver, ¿quién piensa que poner una junta un día lunes a las 5:30 de la tarde en Santa Fé es buena idea?


...


¿No adivinan? Pues es muy fácil, a mi cliente.

La última vez que fui a una junta a esa hora llegué de regreso a la oficina a las 9:30 pe eme. ¿Qué es eso? Yo síiii tengo una vida, o un pedazo de vida al menos. Y hoy era día de tortita de jamón y ver película. Ash.

#odiolasjuntas (ya sé, ya sé, no es twitter, pero maldita costumbre).

En fin.

Mi Best Friend Forever and Ever (Leáse: mi mejor amiga en el mundo mundial) está un poco alterada. Digamos que recordó un episodio en su vida que más valiera dejar en el pasado. A veces me quedo sin palabras. No sé como reconfortarla y me siento un poco absurda. Lo que si sé y me han demostrado los diez años de amistad que a ella me unen es que, en muchas ocasiones, cuando más necesitas palabras de aliento, te das cuenta de que un silencio sincero, un abrazo, una sonrisa y una chela valen más que todos los sermones aleccionadores del mundo.

Y que me ponen juntas en lunes a las 5:30 pe eme.

¿A qué hora se supone que uno de abrazos y sonría y comparta chelas con los amigos?

Nada. Estoy un poco enojada.

10 de agosto de 2009

Instrucciones para no perder la capacidad de sorprenderse.

Agosto es un mes especial para mí. He caído en cuenta de que algunas de las personas con mayor peso y trascendencia en mi vida han nacido en este bonito mes, comenzando por mi novio, siguiendo por mi primito consentido y terminando con uno de mis mejores amigos.

El viernes me fui a festejar con mi queridisimo amigo su vigésimo séptimo cumpleaños. 5 Chelas y un coraje entripado después, la fiesta término conmigo en una severa conmoción. Y la causa no fueron las cervezas (¿qué son 5 cervezas?), sino el hecho de que mi amigo gay tiene algo así como una novia-no-novia que es una proyección bizarra/fusión pacheca/clon incompleto de las mejores amigas de mi amigo. Así, toda ella rubia, toda ella buena onda, toda ella desinhibida y toda ella heterosexual. Y sí, es mujer, ya saben, con senos y todo.

Y mi amigo es así como gay, re gay, ultra gay ...pero ps no. Que siempre que tiene su affaire con la niña linda.

Ash. Así no se puede trabajar.

La verdad, la verdad, la verdad. sí me dió el ataque. Así como que empecé a hiperventilar y todo. Obviamente no me espanto, yo soy fiel creyente de que cada quien es libre de hacer con su culo un papalote. Pero si me agarró en curva.

Resulta complicado describir mi estado mental en esos momentos, en que ellos me agarraron de confesionario y me decían que hasta tienen canción (...es que nuestra canción es Perfecta, de Miranda).Uf. Intenso.

Sigo sin digerir del todo la idea de que mi mejor amigo gay...ya no es gay. Pero supongo que no es tan grave, es como cuando tus amigos solteros dejan de ser solteros o tus amigos borrachos se vuelven abstemios y vegetarianos. O cuando te das cuenta en un bautizo que ya todos tienen pareja y nadie fuma.

Justo así.

La gente cambia. Y ese es el mejor remedio contra la rutina, la mejor forma de no perder nunca la capacidad de sorpresa.

31 de julio de 2009

Miedo.

El miedo es algo terrible. Se te mete por debajo de la piel, hasta la médula de cada hueso, y una vez que entra es muy dificil sacarlo.

Estos dos últimos días me he sentido presa de un pánico atroz. Cada vez que veo las noticas me encuentro con que el mundo se esta descomponiendo pedacito por pedacito. Para prueba está el caso de Nelson Vargas, la mujer que prostituye a su niña de 4 años, la balacera en Guanajuato , la balacera de Santa Fé...

Uf, ni para que seguir. Y para colmo, vivo en una de las 25 colonias más deliictivas del DF. A mí me asaltaron a punta de pistola en la entrada de mi casa, eran unos mocosos. De eso hace ya dos años, pero no lo he podido superar. Caminar sola en la noche (conste que lo hago por necesidad y no por gusto) provoca en mí un terror psicológico inmenso.

No voy muy lejos, hoy por la mañana iba a tomar, mi acostumbrado autobús matutino. Caminaba hacia la parada cuando sentí que un tipo corría atrás de mi. Me entró un rush de adrenalina y mi corazón dió un vuelco tal que estuve a punto de vomitar del miedo.

Al final el "tipo" era un señor corriendo para alcanzar el autobús.

No es la primera vez que me pasa, ya en otras ocasiones he sentido esas oleadas de miedo líquido correr por mi cuerpo y en un ataque de repentina religiosidad me encomiendo a todos los santos, dioses y avatares que conozco esperando que eso sirva de algo.

Es terrible vivir así. Pero al final uno se acostumbra, a sudar frio esperando el mensaje o la llamada que asegure que nuestros seres queridos obligados a atravesar esta ciudad de noche lleguen con bien.

No, no voy a tomar la salida fácil y culpar a lo medios de crear esta atmósfera de miedo. Porque más que las noticias leídas en cualquier diario o página de internet, lo que me aterroriza son las múltiples historias de amigos y familiares que relatan esos pequeños infiernos que alguien con más fuerza les obliga a vivir. Todo por un celular y doscientos pesos.

Esta ciudad y este país son cada vez más una jungla que una civilización, y yo no sé ni siquiera cuál lado es el más fuerte. Y no, no se me ocurre una solución.

Quizá de todo, eso sea lo más frustrante.