25 de agosto de 2009

Timidez.

Tengo un severo problema con los hombres que me gustan. Soy muy tímida. NADIE me cree, pero en realidad lo soy. 

Cuando alguien me gusta, REALMENTE me gusta, mi cerebro deja de producir sinapsis coherentes. Mis manos comienzan a sudar y el corazón me da un vuelco. Gracias a Jebuz eso ha pasado pocas veces en mi vida. 

Porque debo admitir que soy bien exigente con los hombres. Es decir, no basta con que sean atractivos fisicamente, además deben tener una linda sonrisa, un aura de buena onda, un no-se-qué. He conocido muchos hombres guapos a lo largo de mi ya cuarto de siglo vivido, pero pocos, muy pocos me han gustado.

Miro hacia atrás y me doy cuenta que NUNCA me pude acercar a esos muchachones que me movían el tapete y me cortaban la respiración. Cuando iba en la facultad había uno que me gustaba mucho, y me quedaba a mitad de la explanada viéndolo bobamente hasta que, obvio, se percataba de mi insistente y torpe mirada y al girar su bello rostro yo cometía alguna torpeza onda tirar mis doscientas fotocopias no engargoladas, o tirarme un poco de coca cola en mi sueter blanco y así.

Sólo en dos ocasiones, en pleno auge de mi seguridad femenina pude acercarme a dos bellos ejemplares masculinos, e incluso hacerme su amiga. En una de esas ocasiones la amistad y cercanía dispó el enamoramiento febril. En la otra ocasión sin llegar a una amistad sólida, continuaron las sudoraciones, las sonrisas mensas - por decir lo menos- y el agitar de manos cada vez que lo veía, así me cruzara con el diez veces en un día. 

¡Ay!¿Por qué no puedo ser una femme fatale? Me asombra descubrir que a mis veinticinco años, sigue viviendo en mí la puberta enamorada del amor. 

Les cuento. Hace ya un tiempo iba caminando con mi novio por el parque del reloj, en Polanco. Y en eso, una voz muy varonil proveniente de un hombre muy varonil, dijo: Disculpa, estoy buscando la esquina de Miguel Castelar y "X" calle, ¿tú sabes hacia dónde es? Debo añadir que el hombre lucía exactamente así:





Mi cerebro se vació por completo y no supe que decir. Mi novio, en pleno uso de sus facultades mentales dijo: No sé. Yo, en pleno desuso de mis facultades mentales, me negué a dejar que el bello hombre se fuera así nada más, y entonces dije: Pues esta calle es Miguel Castelar...y si vienes de allá (señalando a la derecha) y no la encontraste entonces la otra calle debe estar hacia allá (señalando hacia la izquierda).

Y el hombrecito dijo Gracias, supongo yo que más por amabilidad que porque la información hubiera resultado realmente útil... y yo dije jejeje, de nada, jejeje, no te preocupes...y me sonrojé, y dejé de respirar por diez segundos. Y él se fue. 


Y mi novio, preguntó: ¿Qué no eraaaaa....?


*
*
**
***
****
Sí. Javier Bardem. Pero yo lo negaré hasta que me alcance el recuerdo. No pude comportarme tan estúpidamente enfrente de él. Sí, sólo era alguien que se le parecía...y que tenía acento español...y una voz muy parecida. Sí, así fue. 

Maldita sea mi timidez con los hombres que me gustan.

20 de agosto de 2009

Después

- Es muy fácil. Nadie te pide que te quedes, la puerta es muy ancha.

- No es eso – decía él jalándose el cabello en un acto de desesperación- Es que…

- Es que, ¿qué? Si te parece que estoy loca, que me imagino cosas y no sé cuánto más, ¿qué haces aquí todavía?

El mantuvo silencio durante un minuto, quizá menos, tratando de acomodar sus ideas. No era tan sencillo enfrentarse a ella, nunca lo había sido. Durante breves segundos sintió el impulso casi irrefrenable de pedir perdón. No vale la pena, se convenció de ello y siguió adelante con la misma pelea de toda la vida, sabiendo que iban a llegar al mismo resultado de toda la vida.

En cualquier instante a partir de ahora el chip racional en la cabeza de ella volvería a funcionar de nuevo. Y todo volvería a la normalidad. Le diría que lo amaba, que estaba segura de que era el amor de su vida, que la disculpara por haberse exaltado, que no sabía dónde tenía la cabeza pero que él tenía que entender que ella necesitaba algo más…

- ¿Sabes algo? La que se va soy yo.

Ella arrojó el anillo al piso, el anillo que ella misma había elegido tiempo atrás. Como un mar de furia entró al cuarto, tomó la primer maleta que encontró, la más grande, y comenzó a lanzar contra el fondo de la misma toda aquella pertenencia que encontrara.

- No, por favor no.

Él susurró para después intentar detener su muñeca izquierda, pero la mirada de furia de ella le hizo saber que no podía hacer nada. Se sentó en el borde de la cama, contemplando el anillo entre sus manos. Se lo ofreció.

- Sabes que es tuyo. Por favor, no te vayas.

Nada dolía más que su silencio. Cruel, irritante, intencional. Vamos, habla. Siempre era igual. Ella comenzaba a gritar, aventaba cosas, terminaba llorando y de repente toda la furia se agotaba y ella volvía a ser la mujer a la que amaba. Pero esta vez no había una sola palabra saliendo de su boca, lo único que había era una mirada de terrible decisión.

- Podría decirte mil cosas, pero esta vez estoy convencida de que no vale la pena. He cometido el mismo error decenas, centenas de veces. Ya sabes…comienzo a hablar, tú me pides diculpas, y en algún momento del discurso yo me convenzo de que no puedo vivir sin ti de que te amo más de lo que estoy enojada…pero esta vez no es así.

Lo miró a los ojos, y él no pudo sostener la mirada. Ni un solo momento ella dejó de tomar prendas y meterlas en la maleta. La furia se había ido, ahora, una fría calma había tomado su lugar. Se esmeraba en doblar cada playera y cada pantalón mientras miraba todo, tratando de memorizar el momento. Siempre recordaré el momento en que dije adiós.

- Lo peor de todo…lo peor de todo es que, igual que en los últimos diez años, tu única defensa es quedarte callado.

- ¿Qué te puedo decir?

- Nada

Mientras ella terminaba de empacar sus cosas el sintió que debía hacer algo pero el miedo lo paralizó, el miedo y el dolor. Él nunca había sido bueno para lidiar con sus sentimientos y ese había sido, quizá, el problema de fondo en todo aquello. A él, sencillamente, no le brotaban las palabras precisas, y no tenía el entendimiento de lo que ella llamaba “el momento exacto”. Una mera invención de las mujeres, eso era lo que él pensaba, pero a lo largo de esos diez años se había dado cuenta que en realidad era una discapacidad suya. La discapacidad para mirar dentro y encontrar la frase adecuada, lo que ella necesitaba escuchar.

- Suerte.

Ella no volteó a verlo, pero sintió como algo se quebraba en su pecho. Siguió acomodando zapatos en una maleta adicional, agachando la cabeza para que él no viera que lloraba. Finalmente no pudo más y tomó sólo esas dos maletas, dejando detrás las fotos de caras sonrientes que la miraban desde el buró, el perfume que a él tanto le gustaba y que a partir de ese momento se dedicaría a acumular polvo en el tocador que ella había elegido; sus libros y películas favoritas quedaron arrumbadas en el mueble que habían mandado hacer después de notar que ninguna mueblera entendía lo que necesitaban…

Respiró profundo. Aprovechó el momento de agacharse por la maleta para enjugar sus lágrimas y con una sonrisa triste sólo dijo:

- Para ti también.

Tomó las maletas y se fue, cerrando la puerta con suavidad. Mientras él permanecía sentado en el borde de la cama. Te amo. Esa fue la última frase no dicha entre los dos.

17 de agosto de 2009

Hay días como hoy...

...en que oooodio mi trabajo. A ver, a ver, ¿quién piensa que poner una junta un día lunes a las 5:30 de la tarde en Santa Fé es buena idea?


...


¿No adivinan? Pues es muy fácil, a mi cliente.

La última vez que fui a una junta a esa hora llegué de regreso a la oficina a las 9:30 pe eme. ¿Qué es eso? Yo síiii tengo una vida, o un pedazo de vida al menos. Y hoy era día de tortita de jamón y ver película. Ash.

#odiolasjuntas (ya sé, ya sé, no es twitter, pero maldita costumbre).

En fin.

Mi Best Friend Forever and Ever (Leáse: mi mejor amiga en el mundo mundial) está un poco alterada. Digamos que recordó un episodio en su vida que más valiera dejar en el pasado. A veces me quedo sin palabras. No sé como reconfortarla y me siento un poco absurda. Lo que si sé y me han demostrado los diez años de amistad que a ella me unen es que, en muchas ocasiones, cuando más necesitas palabras de aliento, te das cuenta de que un silencio sincero, un abrazo, una sonrisa y una chela valen más que todos los sermones aleccionadores del mundo.

Y que me ponen juntas en lunes a las 5:30 pe eme.

¿A qué hora se supone que uno de abrazos y sonría y comparta chelas con los amigos?

Nada. Estoy un poco enojada.

10 de agosto de 2009

Instrucciones para no perder la capacidad de sorprenderse.

Agosto es un mes especial para mí. He caído en cuenta de que algunas de las personas con mayor peso y trascendencia en mi vida han nacido en este bonito mes, comenzando por mi novio, siguiendo por mi primito consentido y terminando con uno de mis mejores amigos.

El viernes me fui a festejar con mi queridisimo amigo su vigésimo séptimo cumpleaños. 5 Chelas y un coraje entripado después, la fiesta término conmigo en una severa conmoción. Y la causa no fueron las cervezas (¿qué son 5 cervezas?), sino el hecho de que mi amigo gay tiene algo así como una novia-no-novia que es una proyección bizarra/fusión pacheca/clon incompleto de las mejores amigas de mi amigo. Así, toda ella rubia, toda ella buena onda, toda ella desinhibida y toda ella heterosexual. Y sí, es mujer, ya saben, con senos y todo.

Y mi amigo es así como gay, re gay, ultra gay ...pero ps no. Que siempre que tiene su affaire con la niña linda.

Ash. Así no se puede trabajar.

La verdad, la verdad, la verdad. sí me dió el ataque. Así como que empecé a hiperventilar y todo. Obviamente no me espanto, yo soy fiel creyente de que cada quien es libre de hacer con su culo un papalote. Pero si me agarró en curva.

Resulta complicado describir mi estado mental en esos momentos, en que ellos me agarraron de confesionario y me decían que hasta tienen canción (...es que nuestra canción es Perfecta, de Miranda).Uf. Intenso.

Sigo sin digerir del todo la idea de que mi mejor amigo gay...ya no es gay. Pero supongo que no es tan grave, es como cuando tus amigos solteros dejan de ser solteros o tus amigos borrachos se vuelven abstemios y vegetarianos. O cuando te das cuenta en un bautizo que ya todos tienen pareja y nadie fuma.

Justo así.

La gente cambia. Y ese es el mejor remedio contra la rutina, la mejor forma de no perder nunca la capacidad de sorpresa.