28 de septiembre de 2009

Punto y aparte.

Es que tú siempre has sido punto y aparte.

Eso me dijeron el fin de semana

Quien me lo dijo, quiso insinuar -muy poco sutilmente- que mi relación con un particular grupo de amigos de la universidad ha sido siempre muy superficial. Que he mantenido mi distancia, pues. 

Desde hace un tiempo, más o menos 5 años, he buscado en mi vida una independencia emocional de la que carecí durante años. No digo que lo hay logrado, pero vaya que me he esforzado.

Digamos que me di cuenta de que mi vida había llegado al fondo de la dependencia en la relación que mantenia con los amigos que ya conté en este post y en este otro. llegó el momento de seguir adelante y de prometerme a mí misma que nunca más iba a dejar que mis apegos me amarraran en algún momento de mi vida. 

Años después, me enfrento a las decisiones que tomé en determinado momento de mi vida, y me doy cuenta que, sin juzgarlas como malas o buenas, han sido decisiones que me han transformado por completo. 
Hoy por hoy me doy un lugar bien importante a mi misma. Me he vuelto más egoísta, pero sorprendentemente, mucho más feliz. 

No voy a mentir y decir que me ha dejado de importar la opinión de los demás porque sería una mentira del tamaño de una casa. Pero sí puedo decir que he aprendido a controlar la manera en que esas opiniones me afectan. Y así, he aprendido también a no involucrarme demasiado en los problemas de los demás. 

Hace unos años era yo al Dra. Corazón en persona, escuchaba los problemas de todo mundo, daba consejos a diestra y siniestra (consejos que, por supuesto, no hallaba manera de seguir), iba a todas las fiestas, a todo decía que sí...

Hoy, me reservo el derecho de escuchar sólo aquello que me interesa, de reunirme principalmente (digo, hay que darse oportunidad SIEMPRE de conocer cosas y gente nueva) con la gente a la que más quiero, de decir que no a cualquier plan que no me suene interesante...

No veo a mis amigos con la frecuencia con que me gustaría. Tengo muchos amigos, me siento orgullosa de decirlo. Amigos que han estado conmigo en las buenas y en las malas, que me han dado un kleenex cuando he querido llorar, que me han sostenido la cabeza cuando el mundo ha caído sobre mis hombros y por supuesto, que han reído conmigo y han sabido alegrarse de mis éxitos (muchos o pocos, grandes o pequeños).

Y sé que ellos saben que no necesito llamarles diario, ni pertenecer a un círculo específico para ser mis amigos. 

Uf, porque además, está el hecho de que no todos mis amigos se caen bien entre sí. Así de diferentes son unos de otros. Y son diferentes por el simple y sencillo hecho de que yo he sido diferentes personas a lo largo de mi vida, y que incluso soy diferentes personas en distintas circunstancias. 

Y todos ellos son importantes.

Pero es más importante la libertad de decir que no. Y eso lo he logrado manteniendo una sana distancia, la suficiente para respirar, sonreir, mirarme en el espejo y preguntarme si lo que quieren mis amigos es lo mismo que quiero yo. 


Punto y aparte. 

23 de septiembre de 2009

El mundo bipolar. Y por qué no necesito un libro de autoayuda.

El secreto. 
Según entiendo El secreto  es algo así como una guía para la vida plena y la felicidad que te llevará a alcanzar tus sueños y objetivos. Y no tengo el menor interés en leerlo. ¿Para qué? Todo el mundo se ha encargado de darme una versión for dummies  sin haberla pedido siquiera. 


Algo así como: si deseas algo con todas tus fuerzas el universo entero conspirará para que se vuelva realidad. 


Bah. 


Nunca he confiado en los libros de autoayuda, tanto optimismo me da mala espina. 


Pero, soy fiel creyente de que todo llega en el momento oportuno. Vamos que, como diría Rilke, tiene razón la vida, siempre y en cualquier caso. 


Este año me voy a Europa de la vacación, lo cual me tiene profundamente feliz. Las piezas se acomodaron y estoy esperando, cómodamente, a que llegue el día de mi partida. Lo cual significa también, que hube de hacer algunos ajustes en mis presupuestos personales. Pero nadie dijo que los viajes cayeran del cielo. No siempre. 


Total, que cuando parecía que podía empezar a creer en la increíble bondad del universo y sus complots para favorecerme a mí, su hija más favorita...pues nada, empezaron a anunciar los conciertos de noviembre. WHAT THE FUCK. 


The Killers...


The Ting Tings...


¿De qué se trata? 


Con lo cual compruebo, una vez más, que el mundo es bipolar. Todos los complots universales acaban demostrando que el pasto es más verde del otro lado de la cerca. Lo malo es que ahora tengo visión estereoscópica desde dos jardines y cercas a un tiempo. 


Y aún así, estoy feliz. 

15 de septiembre de 2009

Cuestión de gustos.

Estaba leyendo el Top 10 de películas mexicanas, según el staff de cine Premiere aquí. Y pues nada, que hay muchas en las que estoy de acuerdo y otras que nada más no me pasan ni con agua.

Figurense ustedes que osaron poner en una de las listas a Batalla en el cielo. ¡Batalla en el cielo! (por Dios, que es casi, casi sacrilegio).

Yo odio y detesto esa película.

La alucino.

Es la peor película que he visto nunca.

Recuerdo haber salido del cine después de verla y desear no volver nunca más. Ni al cine. Ni a las películas. Así de grave. (Y es particularmente grave si se contempla el agravante de que AMO el cine, lo amo lo amo lo amo).

Pues. Así es esto.

Mi mejor amigo cree que es FA-BU-LO-SA, el mejor retrato del México actual y no se cuánta cosa más.

Si yo fuera crítica de cine, me importaría, y la vería otra vez y me obligaría a mar a Reygadas como todos los críticos de cine de este bonito país que es México.

Pero, no soy crítica de cine, así que me da igual lo que piense mi mejor amigo, ustedes o mis papás.

La película apesta.

Lo cual me acabó llevando a otra reflexión: ¿de qué carajos se construye el gusto? El sábado tuvimos una fuerte discusión sobre la homosexualidad, en la oficina. A mí me dan enteramente lo mismo las preferencias sexuales de quien se les ocurra: mis amigos, mis hermanos, los vecinos, las personas que echan piropos vulgares en la calle... ¿mientras se acuesten con personas en pleno uso de sus facultades mentales, a mí qué?

Pero hay quién sigue pensando que son una aberración de la naturaleza y están bien mientras no nos toquen porque entonces podemos dejarlos ser, porque sí los dejamos ser siempre y cuando no tengan pareja de nuestro mismo sexo y se tomen de la mano frente a nosotros y así porque qué asco que se besen guacala imagínate que te voltee a ver uno de esos y que ni se les ocurra adoptar niños porque van a criar un hijo puto...etc.

Al final recordé una frase de mi oootrooo mejor amigo (gay, by the way) que explicaba algo así como: yo no puedo dejar de ser gay, no me pueden dejar de gustar los hombres, es como decidir que sabor de helado te gusta más, si chocolate o vainilla.

Al final, no hay respuesta correcta. Tanto el helado de chocolate como el de vainilla son deliciosos (bueno, a mí no me gusta el helado de chocolate a menos que sea Chocolate Fudge Browny de Ben & Jerrys, pero esa es otra historia). En lo personal yo prefiero el Cherry Garcia.

Cuestión de gustos.

Y no, no soy lesbiana. Creo.

PD. Batalla en el cielo still sucks.

14 de septiembre de 2009

Dar el salto

Hay muchas cosas en mi vida que me han marcado. Y quizá una de las cosas que más más más ha ejercido influencia en mi en el transcurso de mi vida, y es algo de lo que nunca he escrito en este blog, es la relación con mi padre.

He de admitir que siempre anhelé una relación de esas de película gringa, donde el papá se pone celoso de los novios de sus hijas, pero es capaz de todo por ellas y las mima hasta echarlas a perder. Yo nunca fui una niña mimada. Tardé muchos años en comprender que sufrí de maltrato en mi infancia. Así, con todas sus letras.

No, nunca me quemaron con un cigarrillo. No, nunca me rompieron la escoba sobre la cabeza. Pero sí, conocí el terror y el pánico cada vez que se acercaba la noche y que sabía que mi papá iba a llegar.

Todos los días, mi vida se acababa a las 7 de la tarde, desde esa hora y hasta que me alcanzaba el sueño todo se volvía difuso para mí. Sinceramente no me gusta recordar la sensación de hacerlo SIEMPRE TODO MAL.

Porque así era.

Para mi papá, todo ( entrar al club de teatro, dedicar demasiado tiempo a mis tareas, tomar clases de danza,escribir, hablar demasiado fuerte, estudiar...TODO) lo que yo hacía estaba mal. Hasta que alguien más decía: Marisol lo hiciste excelente (sí, bailar, escribir, destacar en la escuela). Entonces, mi papá se deshacía en elogios y recordaba que él siempre me lo había dicho, que el siempre me había apoyado, que él sabía desde un principio que yo iba a triunfar.

Recuerdo que leí en alguna parte acerca de las profecías autorealizadas. Y siempre me negué a ser una más. Cada vez que mi papá me decía: no vas a poder, yo simplemente me convencía más y más de que no era así de que yo podía lograr lo que fuera. Y lo lograba.

Hoy ya no tengo esa motivación malsana que eran las críticas de mi papá. Lo veo muy esporádica mente desde que él y mi mamá se divorciaron. Pero ahora me doy cuenta de lo mucho que marcó mi vida por dos cosas:

- Sigo siendo la niña insegura que era cuando tenía once años. Pensando en cada paso que mi papá puede tener razón y yo no soy sino una farsante y en cualquier momento van a descubrir que soy una buena para nada y que justo por eso debo esforzarme el doble, el triple.Siempre más que los demás.

- Porque desde que él ya no está en la casa, esos breves momentos en que podía platicar con alguien sobre mi trabajo se esfumaron. Porque sí, no todo era malo, y él era de las pocas personas que realmente me escuchaba cuando le contaba mis problemas de la oficina. Mi mamá es líndisima, pero en lo que toca a ponerme atención cuando le hablo nunca ha sido su especialidad.

Y todo esto viene a colación, como muchas otras cosas gracias a una pregunta que me formularon en la semana: ¿Cómo te ves en 5 años?

Chales, ya sé que lo que escribí en este post parece no tener nada que ver con lo que plantea la pregunta. Pero la falta de respuesta a esa y otra pregunta (¿Qué quieres, Marisol?) desencadenaron en mí toda una serie de reflexiones acerca de quién soy, y por qué soy y así.

Porque así es siempre, la única forma de dar un paso en la vida es sacar el pie detrás y colocarlo delante. Y hoy por hoy, hay tanto peso en mi zapato que no logro despegarlo. Pura metáfora. En simple castellano: mi pasado me ha marcado tanto, que aún pesa y no puedo dar ese salto hacia el futuro. Ese futuro que anhelé durante toda mi vida y que hoy está frente a mis narices, a punto de convertirse en presente y que yo no puedo alcanzar sencillamente porque no puedo dar el paso.

Eso y dos frases más:
Si te asomas te cortan la cabeza.
No brinques, hasta que puedas dar un gran salto.

Estoy a punto de tomar impulso para dar ese gran salto, y me doy cuenta hoy más que nunca que en mi cabeza habitan tantas voces que me olvidé de escuchar la mía desde hace un tiempo. Me fui de vacaciones, vaya. Pero es tiempo de regresar y tomar el control de esta vida que en los últimos años ha sido manejada únicamente por mi miedo y mi necesidad. Y no son precisamente los mejores pilotos.

2 de septiembre de 2009

Flexibilidad

Siempre me ha gustado pensar en mí como una persona flexible. Y no me refiero al hecho de poder tocar las puntas mis pies, sino a la habilidad que tengo para adaptarme al mundo.

Normalmente, hay una parte de mí a la que cualquier cambio le sabe a pérdida, pero hay otra parte, mucho más sabia y divertida que sabe que en cuanto el cambio se produce lo mejor es dejar de lloriquear y ponerse a trabajar.

Pero, debo admitir, hay una tercera parte que inmediatamente se pone a pensar en como lograr que las cosas acaben siendo como a mí se me da la gana que sean. Soy bastante voluntariosa, terca y caprichosa. Soy sistemática y esquemática y, sobre todo, soy harto harto perseverante.

Sí. Me adapto, pero siempre ando buscando la manera de que sea el mundo el que se adapte a mí.

Quizá por eso me sacó un poco de onda que me dijeran que no puedo jugar en internet durante mis horas de trabajo. Inmediatamente, mi parte chillona dijo: Peeero por quéeeee, si yo siempre entrego todo a  tiempo y bien y soy cumplida y responsable y no tiene nada malo distraerse de vez en cuando...


Mi parte responsable dijo: Está bien, te pagan por trabajar, no por mantener una granja on line...


Y una tercera dijo: Está bien...twitter no entra en la categoría de juego ¿verdad? 


Sólo entonces me tranquilicé.
Sí, soy bastante flexible ¿no?