19 de junio de 2011

La versión de mi vida/ 8 minutos antes de morir/ Submarino

La versión de mi vida


Barney encontró el amor de su vida mientras celebraba su segunda boda. Su vida, como la de cualquiera, está llena de errores y aciertos, de esperanzas y miedos. Pero sobre todo, de una fe inagotable en aquella mujer por quien nunca dejó de luchar.

Sólo al ver su vida como una historia, se pueden entender las casualidades y momentos que lo llevaron a vivirla de esa manera. Un ejercicio de memoria que nunca está exento de dolor. Me recordó al Big Fish de Burton, sustrayéndole la fantasía, dejando sólo la cruda realidad.




8 minutos antes de morir.


Jake Gyllenhaal y la ciencia ficción inteligente se llevan muy bien. Ya lo había demostrado con Donnie Darko y lo ratifica con esta película.

¿Qué pasaría si tuvieramos acceso a lo sucedido ocho minutos antes de una catástrofe? ¿podríamos alterar la realidad? ¿podríamos cambiar un evento futuro?

Es difícil relatar la historia de la película, pero puedo asegurarles que si fueron fans de Lost, o si les gustó Inception, esta es una cinta que no se deben perder. Seguramente los dejará pensando en todas esas realidades alternativas que pueden o no existir a partir de una decisión pasada que seguramente no recordaremos.

Submarino


Quiero pensar que esto fue lo que quiso hacer Iñarritu con Biutiful. Aunque no le salió ni la mitad de bien.

Submarino es de una incomodidad inclemente. Es una de esas películas que se te queda en la piel durante un buen rato, porque a pesar de su crueldad mantiene la ingenuidad de una mirada infantil, y nos demuestra que muchas veces conseguir perdonarnos por nuestros errores se convierte en una caída libre hacia la desesperación. Sólo una mano que se extiende puede librarnos de nuestros demonios. Crecer no siempre nos hace más sabios.

Es sinceramente de lo mejor que he visto en el año.

Mantén la concentración

Volví a tomar clases de yoga después e un tiempo de alejarme de ellas. En mi primer clase de mi retorno triunfal, en algún momento, mi cabeza voló hacia otro lugar. El profesor, entonces, me dijo en un tono bastante firme: "Marisol, mantén la concentración".

Esa simple frase se quedó grabada en mi cabeza durante toda la semana, he tratado de encontrarle el sentido y e entender porqué me movió tanto.

Lo admito, soy una persona bastante dispersa y últimamente eso se ha agravado hasta el punto en que he perdido el panorama de mi vida casi por completo. Hoy me parece que estoy viendo una pintura impresionista a una distancia demasiado corta. Necesito perspectiva.

¿Cómo puedo concentrarme si no tengo idea de dónde estoy? Me siento a la deriva. Una veleta adaptándose a la dirección que le impone el viento. La respuesta, después de meditarlo, consiste en concentrarme en mi misma. Me dejé de poner atención hace un tiempo. Dejé de hacer las cosas que me gustaban escudándome en la falta de tiempo, en los múltiples plazos por cumplir. En mis deberes.

Hoy quiero recuperar el tiempo perdido. Quiero escuchar aquello que me gusta, recordar aquello con lo que soñaba cuando era niña. Cuando tenía ocho años todo era claro: sería actriz y escritora. Mi sueño era estar en los escenarios y dedicar mi vida a las letras. Mi vida hoy tomó un camino totalmente distinto con mi complacencia absoluta.

Pero no dejaré que las letras se me escapen, porque las letras me han mantenido viva y cuerda  a lo largo de más de veinte años. Este blog, incluso, existe justamente como antídoto para mi latencia depresiva (si no lo sabían, escribir todos estos sinsentidos fue parte de la terapia que me sacó de la depresión hace unos años), lo mantengo porque escribir me hace sentir un poco menos fútil.

La concentración, entonces, viene a ser una completa consciencia sobre mi persona. Y no lo niego, es difícil, muy difícil, superar años de una educación en el que lo positivo era mirar siempre por los demás, cuidar de los demás, atender a los demás. Negarse un poco. Relegarse un poco.

Quiero volver a sentir al emoción que sentía antes de salir a un escenario cuando tenía trece. Quiero volver a sentir la emoción que sentía cuando era estudiante. Quiero sentir de nuevo la imperiosa necesidad de terminar algo.

Encontrar mi vocación.

Mantener la concentración.

3 de junio de 2011

Los amores imaginarios

Hoy en día los amores imaginarios son bastante comunes. En una época en que al compromiso se le huye como a la peste, resulta bastante cómodo esconderse del rechazo refugiándose en el amor al concepto del amor.Era igual hace diez años. O quizá es simplemente que mi generación, diez años más joven, era la misma.

Ayer vi la cinta Los amores imaginarios en el festival Distrital. La disfruté bastante, me gustó mucho el ritmo de la primera mitad, pausado (quizá sería mejor decir acompasado), aunque la segunda mitad lo pierde y comienza poco a poco a vaciarse de sentido el argumento. Quizá esa era la intención de Xavier Dolan, un chavito canadiense con mucho talento, pero a quién aún la experiencia no ha templado. (Chavito...acaba de escribir la casi-señora-casi-treintona al hablar de alguien de veintipocos).

En fin. La película se trata básicamente de un triángulo amoroso imaginario en que dos mejores amigos (un chico y una chica) caen en un profundo enamoramiento de un muchachete atractivo y deafiante, y de cómo ese enamoramiento acaba por transformarlos a ellos y a su amistad.

Me suena familiar.

Les decía yo, hace diez años conocí muchas historias similares, castillos construidos en el aire, pero con unas raíces sumamente profundas en el corazón de quienes las construyeron. Una historia así transformó mis amistades cuando yo tenía 22, enemistó a mis dos mejores amigos y me convirtió en testigo de lo real que pueden llegar a ser esos amores imaginarios.

El concepto.

Yo viví muchos años enamorada del amor. me costó mucho trabajo y muchas lágrimas entender que el amor, como algo real, es más una circunstancia que un concepto, más semilla sembrada que castillo construido. Eso no evita, sin embargo, que en mi corazón aún se encuentre arraigado el concepto del amor, y eso no le quita ni una pizca de fantasía a lo que imagino como amor todos los días.

Y es que siempre, o casi siempre si no se quiere ser absolutista, el amor es una imaginación de quien lo vive, y de cada lado de una pareja, una imaginación distinta. Al compararlas, pueden suceder dos cosas: magia o decepción. Ante eso, enamorarse del concepto del amor resulta una efectiva armadura. Imaginación o no, los amores nos erizan la piel, nos aceleran el pulso...y duelen, también muchas veces duelen. Pero, hay que ser sinceros ¿quién renunciaría a ellos? ¿quién renuncia voluntariamente a fantasear con el amor?