14 de junio de 2012

Asumir

Dice la RAE:

1. tr. Atraer a sí, tomar para sí.
2. tr. Hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo.
3. tr. Adquirir, tomar una forma mayor.

Cuando llegó el turno de elegir opción terminal en la facultad yo entré en un grave conflicto: periodismo, publicidad, comunicación política, comunicación organizacional, producción. No sabía por cuál decidirme. En el fondo siempre me interesó la publicidad, me parecía divertida y relajada; pero al mismo tiempo, quería pensar que un cambio en el mundo era posible y que ese cambio, me gustara o no, tenía que pasar por la política. 

Con esa idea en la cabeza, el ardor de mis 19 años y la esperanza de un mundo mejor en mi corazoncito de pollo decidí optar por comunicación política. No me arrepiento. Aprendí como nunca, hice grandes amigos en el camino, y adquirí herramientas que las otras opciones no me brindaban. 

Mi proyecto era terminar en alguna ONG, trabajar por los derechos humanos, trabajar en la lucha por una vida democrática en lo político, pero también en lo económico y en lo social...

...y nada, hoy trabajo en publicidad. La historia es larga, pero no muy complicada. En corto: me decepcioné por completo de la escena política nacional. Desde mi ética personal (que puede estar equivocada) es mucho más aceptable vender jabones que vender candidatos. Si el jabón no funciona, dejas de comprar. Si el candidato no funciona, nos puede cargar el payaso. 

Eso no significa, de ninguna manera, que haya dejado de interesarme la política. La comunicación política puntualmente. Y estas elecciones me dejan maravillada, nadie habría podido predecir el poder que 9 caracteres tendrían de cara a un candidato apoyado por el monopolio televisivo más importante de México (hablo de #yosoy132, por supuesto), y tampoco habría pensado en mis tiernos días de juventud en los que criticaba la "falsedad comunicativa" surgida del hecho de la unidireccionalidad de las comunicaciones, que un artículo de un diario inglés tendría tanta resonancia como la que hoy tiene. 

Sólo es el principio, creo yo, 10% según un cálculo rápido con base en distintas fuentes, es el peso máximo que puede alcanzar la comunidad twittera si se decide a votar. 

Y ahí, está el meollo del asunto. 

Para mí el voto es indispensable. No es, no debe ser, la única herramienta de participación, pero si no somos capaces de asumir la votación, ¿cómo podemos pasar a fases más desarrolladas de democracia? Si somos capaces de renunciar a un derecho que costó tanta sangre y tantas vidas, un derecho que hoy se ve pequeño pero que implica una posibilidad real de generar cambios en la vida del país en tantos aspectos; si renunciamos a él, no nos veo capaces de luchar para defender otros. 

Hay que votar, porque votando cerramos la boca de aquellos que nos llaman apáticos e indiferentes; de aquellos que creen que somos borregos u oportunistas. Hay que votar porque necesitamos entender que la responsabilidad histórica recaerá sobre ésta, nuestra generación, maltratada por años de crisis pero también bendecida por vivir justo en este momento en que todo puede cambiar. 

Mi voto ya lo tengo decidido. Simple descarte:
1) No por el PRI, que aún no aprende su lección y cree que este mundo sigue atrapado en los 80s. Que subestima el poder de la gente y nos miente mirándonos a los ojos en un gesto de absoluto desprecio.
2) No por el PAN, un partido con el que puedo tener coincidencias políticas pero que está en el extremo opuesto en lo concerniente a economía y sociedad. Un partido que alienta el doble discurso, mal último de México. Enarbolando hoy un machismo rancio, que no alcanza para que olvide minifaldas y besos prohíbidos, de libros de texto censurados y demás joyitas.
3) No por PANAL, as bajo la manga del PRI, títere de una líder sindical corrupta y responsable de tantos fallos educativos en el país. 

AMLO sí. Y con ello no digo que crea que sea perfecto, fallos tiene. Mil. Pero hoy es la única opción que veo viable, y mi voto será por su plataforma, por aquellos que están detrás. Porque un hombre no va a salvar el país, pero debe ser capaz de permitir que el resto de los mexicanos participemos en el proyecto y hagamos de este el país que deseamos, el que necesitamos, el México del que nos vamos a sentir orgullosos. 

No voto por AMLO, voto por su proyecto. Y al mismo tiempo pongo mi voto de confianza en esta sociedad que parece ir despertando poco a poco. Espero que seamos capaces de obligar al ganador a escucharnos, a tomarnos en cuenta. 

A asumirnos. 

Nos lo merecemos.