19 de diciembre de 2007

Campaña Navideña...

En el post pasado mencionaba que no sabía a quien pedirle una nueva nariz en esta navidad ( he decidido que la persona indicada es el ejcutivo de mi seguro de gastos médicos mayores, en fin).

Pero, si tuviera que elegir entre Santa Claus y los reyes magos, elegiría a los reyes. Nunca creí en Santa Claus...nunca tuve una chimenea, y siempre recibí regalos de mis papás en Navidad. Los reyes son otra cosa. Nada se comparaba cuando era niña a la emoción de esperar el 6 de enero y encontrar los juguetes bajo el árbol.

Aunque nunca me trajeron la comiditas. Años después me enteré que eso fue porque siempre se agotaba antes de que mis lindos padres pudieran conseguirla. Maldita muñeca popular.

El mejor regalo de reyes que recibí fue un microscopio Mi Alegría, aunque por supuesto, también me tocó recibir un turista mundial, decenas de Barbies y unos patines. Que bonito.

Santa Claus nunca me trajo nada. Eso me pasa por vivir en edificio. Lo único que se de él es que es un tipo gordo que sale en anuncios de Coca Cola y que pelea contra el diablo en una película mexicana que aunque es mala me divierte muchísimo (es una película de 1959 en que sale el mago Merlín y un narrador fabuloso que siempre dice cuidado, Santa Claus. Pinche Santa Claus, se queda atorado en un árbol sin poder bajar por culpa de unos perros que creen que es un ladrón).


Y todo esto viene a colación por una campaña navideña emprendida por una agencia española llamada La despensa, y de la cual me enteré a través de un blog de mercadotecnia fantástico que se llama eTc (http://etc.territoriocreativo.es/).

El punto de esta campaña es acabar con Santa Claus y devolverle su lugar a los reyes magos (digo, lo hace para España, pero igual aplica para México). Su manifiesto es como sigue:

Somos una plataforma que se opone a la presencia de Papa Noel en nuestro país. Defendemos a los Reyes Magos como legítimos representantes de la navidad, por estas razones:


  • La fábrica de juguetes de Papá Noel en Finlandia contamina y ayuda al calentamiento global.
  • El tal Santa Claus explota a los duendes sometiéndolos a situaciones laborales infrahumanas.
  • Los Reyes Magos son la verdadera tradición navideña. Papá Noel es una costumbre impuesta.
  • Los renos no vuelan. Los camellos si andan. Basta ya de estafas.
  • Los Reyes Magos son un ejemplo de multiracialidad e integracíón.
  • Nuestros reye están en forma. El gordo es un mal ejemplo dietético para la juventud.
  • Los reyes siguen una estrella. Papá Noel sigue el olor del dinero.

Por estas y muchas más razones, cansados de la agresión globalizadora del gordinflón barbudo, te pedimos que te unas a nuestra plataforma. Ayúdanos a detener a este ser que se aprovecha de la navidad para hacer negocio. ¡Basta ya! ¡Fuea Papá Noel y vivan los Reyes Magos!


Para más información de esta séntida (si, así, con acento) campaña, visiten: http://www.yosoydelosreyesmagos.com/


Mientras, les dejo el video:


18 de diciembre de 2007

Era Rodolfo un reno....

Mi nariz.

Daría cualquier cosa por cambiar mi nariz. Y no solamente porque es muy poco agraciada ( es como una gran bola en medio de mi cara) porque no soy particularmente vanidosa, sino porque es terriblemente castrosa (sí, no encontré mejor palabra).

Mi problema comenzó, creo, cuando era niña. Era muy enfermiza, los doctores me enviaban antibióticos dos veces por mes sin lograr controlar nunca mis achaques. Conforme fui creciendo supongo que me acostumbré, y salvo mis repentinas ronqueras en la secundaria, mi salud mejoró.

Cuando entré a la universidad, sin embargó, sufrí una recaida espantosa que me impedía del todo respirar pues inuilizaba una de mis fosas nasales. Tuve que ir al doctor.

Descubrieron que tenía yo algo denominado Rinitis alérgica. No hay cura, dijeron, pero se puede controlar con antihistaminicos y vacunas.

El tratamiento con antihistamínicos no me curó, pero me hizo dormir como angelito, incluso en medio de las fiestas más prendidas. Las vacunas, después de un año de aplicarlas religiosamente cada tercer en día en mi lindo brazo con un terrible dolor de por medio ( mi umbral de dolor es muy bajo) dejaron de funcionar. Sólo me provocaron una terrible reacción que provocó que mi brazo se pareciera al de Shreck (o al de Juana Barraza, como diría mi linda cuñadita).

Total, para no hacr el cuento largo, la doctora dijo ps si, ya no te funcionan las vacunas, vamos a suspenderlas y sólo tomate los antihistaminicos cuando te sientas muy mal.

Soy alérgica basicamente al polvo, al polen de 23 diferentes especies de pasto, al cedro, al pino, al roble, y a otros 16 árboles. La solución, dicen algunas revistas, s no exponerse al aire libre, cerrar todas las ventanas cuando estas en casa, lavar sabanas, toallas y ropa con agua caliente y no tenderlas al aire libre, básicamente, encerrarse y dejar de respirar.

Me niego. Pero en épocas como estas en que las coniferas aumentan y mi nariz no deja de picarme, me pregunto si Rodolfo no sufriría de lo mismo.

¿Podré pedirle una nueva nariz a Santa Claus... o al niño Dios... o a los Reyes Magos?

Yo creo que no... pero al menos podría ser más linda.

10 de diciembre de 2007

Cuenta regresiva...

Cada año por estas fechas comienza mi cuenta regresiva para despedir el año y con ello una serie de rituales compulsivos que no puedo evitar. Estos rituales pasan por revisar y deshacerme de ropa, zapatos y chunches varias, darme tiempo para ver a todos mis amigos, buscar recetas para navidad, comprar y envolver mis regalos...
...y escribir.

No puedo evitarlo, mi mente administrativa, fria y calculadora busca siempre una evaluación de todo, y los años no son la excepción. Este año me da miedo iniciar esa evaluación...a ciencia cierta hace año decidí tomar este año como un "año perdido" (un mucho inspirándome en el término de la "década perdida").

Me declaro en déficit. Yo. Como persona. Hay muchas cosas que no hice este año escudándome en la flojera y en una omnipresente depresión (que flojera me doy yo misma). No aprendí ningún idioma. No hice mi tesis. No me acerqué más a mis amigos. No me esforcé en ser más feliz. No di el 100% en mi noviazgo. No cambié mi look. No aprendí a hacer collarcitos. No aprendí a dibujar.

No.No.No.

Total. Al final la falla no estuvo en el mundo sino en mi adicción a la comodidad. Que mal. De momento he decidido poner manos a la obra. Me inscribí a un curso de francés que comienza en enero. Le regalaré a mi novio un videojuego (va en contra de mis principios pero creo que es momento de fijarme más en lo que el necesita y no en lo que yo quiero que él necesite).

Lo demás son cosas que debo hacer todos los días. Escribir a mis amigos (los quiero y los extraño). Abrirme y ser confiada (el fin de semana comprobé que funciona) y aprenderé a valorarme, poco a poco. Creo que eso es lo que más falta me hace.

Y creo que eso está en función también de reencontrar a mis amigos, a esas personas que siempre han sabido elevar mi ánimo y hacerme sentir especial. Me he alejado mucho de ellos: el trabajo, la distancia física, la falta de actividades en común...

Pero hoy se que puedo, que en el fondo, debajo de las capas de polvo oficinezco, del cansancio de las paredes grises y el ruido del aire acondicionado de lunes a viernes; debajo de todo eso, sigue habitando en mí la mujer que me gusta ser, una que sabe divertirse de lo lindo. El jueves estoy dispuesta a bailar toda la tarde en la fiesta del trabajo. Quien me conoce en una fiesta me conoce totalmente.