26 de febrero de 2008

Uffff!!!!

Estas dos semanas han sido de locos y me han mantenido bastante alejada de mi lindo blog.

La semana antepasada me la pasé encerrada en un curso de Estrategia de Medios, de 9 a 6 todos los días, incluyendo el fin de semana, en el que me la pasé tratando de idear una campaña adecuada para una cerveza...que difícil, sobe todo si tomamos en cuenta que era una cerveza clara y a mí sólo me gusta la cerveza oscura.

En fin....

Total que acabé, casi literal, muerta. Eran las dos de la mañana en domingo y yo apenas iba cerrando mis ojitos. Y es que la culpa de todo la tuvo Lost, si no me hubiera puesto a verla el domingo por la mañana habría terminado antes y habría hecho algo mejor.

(Ya casi acabo la tercera temporada de Lost!!!! Cómo amo esa serie!!!! )

Total que, el lunes pasado (no ayer, más pasado todavía) llegué a mi linda oficina a las 7 de la mañana todavía a terminar la mentada presentación. Típico en mí. Dejando siempre las cosas para el último. Es que no sé trabajar sin estrés.

Obvio, montones de pendientes se acumularon esa semana que estuve fuera, y eso que volvía todos los días después del curso a sacar lo más urgente. Ni modo, así es esto. Y encima de todo había que hacer realmente la presentación. Me sentí en la facultad de nuevo.

El martes presenté mi bonita estrategia, y la neta es que yo creí que era bastante X, pero al final, resultó que había sido la segunda mejor del grupo. Finalmente obtuve una promoción.

Es martes y yo no sé nada aún de la dichosa promoción. Creo entender que seré supervisora, que me integraré al equipo SWAT (así le llama mi jefe al equipo que saca todos los análisis importantes, integrado por los dos directores el coordinador de investigación y los coordinadores de planeación). Me ha sentenciado y me ha dicho que hoy comenzaré.

Del dinero, obvio, no me han dicho nada. Aunque uno de los directores me ha dicho que ganaré mucho más de lo que gano ahora.

Después de dos semanas de sufrimiento y tortura. Después de año y medio de esforzarme tanto, al fin seré recompensada. Extrañamente, no me siento tan feliz como esperaba sentirme. Me da un poco de coraje pensar que fue necesario un examen para que se dieran cuenta de lo que vale mi trabajo, aunque día con día me enfrento a cosas más dificiles y complicadas. Por otro lado me muero de miedo. Digamos que este es mi primer empleo estable y formal (aunque he hecho un poco de todo) y no me siento preparada para enfrentar más responsabilidades.

Quizá lo que más miedo me da, es que siempre me he mantenido con un perfil bajo, es más sencillo trabajar así; y ahora, media empresa estaba presente cuando a hicieron oficial la promoción. Me alegra saber que hay muchas personas a las que les dio gusto saber esa noticia, pero también hay algunas a quienes les da miedo, que yo sea buena en lo que hago y que además sea tan joven. Pero no me gusta para nada ser el centro de atención, sencillamente nunca he sido así. Bien lo decía el profe del curso: soy una persona modesta (lo cual pone de manifiesto mi terrible dualidad, durante la universidad al menos tres maestros me tacharon de soberbia, una de ellos frente a toda mi clase...en fin).

En el fondo, supongo, me siento orgullosa. Siempre he creído que no soy la mejor, pero hago lo mejor que puedo. La victoria pertenece al que persevera. Creo que al final, lo que más me atemoriza es pensar que esto es oficialmente mi entrada al juego de los adultos. Yo creí que no jugaba con esas reglas, pero ahí están.

El mundo es muy raro, mi interés en la vida era la comunicación política y terminé, de alguna extraña manera, en publicidad. Me encanta la literatura y trabajo con números. Soy la persona más desordenada del mundo, y mi trabajo consiste en organizar. La vida es lo que sucede mientras uno está ocupado haciendo planes.

La vida...

La vida, como diría mi goris (así, sin d), es como un capítulo de Los Simpson: El principio nunca tiene nada que ver con el final.




Veamos que pasa ahora...yo sólo quiero una cerveza.

7 de febrero de 2008

Decisiones y cicatrices.

Somos un tatuaje en la piel del mundo. Una cicatriz arrancada a la vida.

Hoy venía rumbo a la oficina como casi diario y, como casi diario, tomé un camión. Normalmente tomo el que sube al Km 13 o a Palmas, pero como era ya un poco tarde decidí tomar un Auditorio aunque eso significara caminar más (vaya que me hace falta).

Antes de que una cuadra hubiera transcurrido, un camión Km 13 nos arrebasó, iba raudo y veloz y pronto dejé de verlo, estaba demasiado lejos...delante de nosotros.

Total que sufrí. Me dije a mi misma: 'mi misma, si hubieras esperado un minuto más habrías podido subir a ese camión, que además iba casi vacio, y llegar antes a la oficina'. Decisiones.

No hay manera de saber a donde nos llevan las decisiones que tomamos diariamente en nuestra vida. Cómo saber si debemos esperar, o seguir, o pensar un poco más. Historia y azar, los componentes de nuestros destinos.

Eso me llevó a pensar en que nuestras decisiones pueden no ser las más favorables, incluso cuando nosotros pensamos que lo son (yo tomé el primer camión pensando que así llegaría más temprano).

Es más, hay veces que lo que decidimos nos lleva a tener cicatrices. En el cuerpo, en el alma. Andar en bicicleta sin protección: una decisión. Bajar las escaleras sin sostenerse del barandal: otra decisión. Pelear a golpes, hacerse un piercing, un tatuaje, entregar el corazón, enamorarse, dar todo en una amistad, responder algo que no sentimos, quedarnos callados, no reclamar.....

Y eso me llevó a un tema mucho más trivial.

Tengo cuatro cicatrices en mi cuerpo que para mí representan mucho de lo que soy y de lo que he vivido.

Las dos primeras, son la marca de dos operaciones que tuve antes de los seis años (mismas que no mostraré para mantener un poco de pudor) . A los cuatro años descubrieron que tenía una hernia inguinal y tuvieron que operarla, cuando tenía cinco descubrieron que tenía una más del otro lado. Ambas operaciones se convirtieron en finísimas líneas en mi bajo vientre, una "flecha" que indica el camino a mi sexualidad. Bueno, eso dice mi novio.

Una más la tengo debajo de la ceja izquierda. Fruto de un borrachazo de cuando tenía yo 18 años. Motivo de burla eterna por mis compañeros de la prepa y culpa de los horribles armazones de metal que usaba en aquel entonces.


La última es una que tengo en el ombligo. Hace como dos años fui a Acapulc en un viaje inolvidable con unas amigas de mi novio y los amigos de una de ellas. me la pasé increible y fabulosó. Los Six Packs (los amigos de la amiga) incluso le pudieron mi nombre a la banda por una noche (sí, ellos tienen una banda).

El caso del asunto es que la última mañana que pasamos allí, mi novio "me convenció" de hacerme un piercing. Yo soy muy mona y muy decente (claro) y aunque tenía muchas ganas de hacerlo, la verdad es que me daba un poco de "miedo". No es el tipo de cosas que suelo hacer, ni mucho menos lo que esperaría alguien de mí, pero al final me decidí y me lo hice.

Estaba tan padre mi pieza morada. Yo feliz.

Pero nadie me advirtió que la cosa esa no soportaba la fricción continua. Así que, a un mes de habermelo hecho, y después de una sesión de sexo maratónica (ay dios, que van a pensar de mí), mi piercing se cayó, simplemente atravesó la delgada piel que lo sostenía y fue a dar al piso.

No me dolió, ni mucho menos, pero desde ese día tengo una cicatriz justo arriba del ombligo que me recuerda que, en el fondo, muy en el fondo, soy una impulsiva-lujuriosa.





La verdad es que no me arrepiento, pero nunca más me haré un piercing...o un tatuaje.

Aún me da risa cuando pienso en la razón de esa cicatriz. Pero la quiero, se ha vuelto parte de mi.

Pienso, en el fondo, que las cicatrices nos cuentan mucho de las personas, de lo que han decidido en algún momento crítico de su vida (¿levanto las manos?, ¿hacia que lado giro?, ¿he de caminar por aquí?), generalmente en fracciones de segundo.

Pequeños tatuajes involuntarios que nos demuestran que el tiempo pasa. Que estamos vivos.

¿Cuáles son sus cicatrices?