26 de diciembre de 2012

Entregas

Todo empezó con una entrega a domicilio. Compré un cuadro precioso, de una vaca colorida a la que le puse por nombre Jacinta y que terminó colgada en la sala de mi casa. La pintora y yo estudiamos juntas en la universidad pero pocas veces habíamos platicado, yo en aquel entonces era amiga cercana de su actual novia y las tres formábamos parte del mismo círculo social.

En algún momento, un rompimiento amistoso (con intensidad de rompimiento romántico) con otra persona del mismo grupo, me llevó a alejarme de todos ellos, de la comodidad de pertenecer, de formar parte de, de todas esas cosas bonitas que conlleva saber dónde estás parados...

Con el tiempo la amistad se enfrió con todos ellos, y todo quedó tristemente en una amistad de Facebook y de vez en cuando en una que otra reunión navideña o cumpleaños. Eso, por supuesto, no implica que ni ellos ni todas las historias compartidas hayan perdido su lugar en mi corazón y en mi memoria...

Pero vuelvo al inicio. Todo empezó con una entrega a domicilio. Originalmente yo compré el cuadro porque quería ayudar a su novia, mi amiga del pasado sabiendo como sabía que para ella era importante echar a andar ese negocio. En parte eso y en parte que el cuadro era muy bonito y colorido y me enamoré de los enormes ojos de la vaca Jacinta.

Después de ese cuadro vino otra vaca...y después se me ocurrió que era buena idea pedirle un cuadro para mi mamá que todavía sigue en la afanosa labor de decorar su nuevo departamento (lleva dos años con eso). Después sucedió que mi papá también está por estrenar departamento y que andaba buscando un cuadro para decorar su sala, así que también para él hubo cuadro.

Cuatro entregas. No más.

Eso bastó para forjar un lazo importante entre ella y yo, un lazo que convertía en cada entrega en una sesión de confesiones, de preguntas sin respuesta, de porras mutuas, de consultar decisiones, de avisos.

La última entrega fue el fin de semana y funcionó como una especie de despedida. Se van a vivir a la playa.

"Voy a extrañar las entregas a mediodía en el metro Hidalgo", me dijo.

Cada persona en nuestras vidas llega en el momento preciso y parte cuando tiene que partir; y hoy, aunque ella no lo sepa,  mi casa y las de mis papás son un poquito más hogares gracias a los colores que sus pinceladas nos trajeron.

No sólo me entregó cuadros, con ellos me entregó sonrisas, historias y memorias. Sí. Yo también voy a extrañar sus entregas.

25 de noviembre de 2012

Me ocultas tu rostro y yo, con lágrimas en los ojos te ruego, una vez más, que me mires de frente. Ha sido una vida buscandote, ha sido soportar año tras año de indiferencia y evasión. Ha sido un largo y tortuoso camino el que hemos recorrido, yo aferrándome a tu mano, tú mirando hacia otra parte.

¿Cuándo aprenderé, me pregunto, que en este camino no cuento contigo?¿Cuándo aprenderé que no cuento con tu abrigo?

Supongo que es la falta de experiencia, la inocencia que tengo tatuada en la frente, la confianza ciega, la maldición de la esperanza....

Me pregunto si existes. Eres, probablemente, como el monstruo debajo de la cama o el ratón de los dientes. Eres el santa claus de los pobres. Te aprovechas, porque hasta el más incrédulo ha creído en tí en alguna ocasión.

Estúpido destino. Cuando era niña, pensaba que eras más grande que dios.

20 de noviembre de 2012

Me va quedando grande el mundo...

Me va quedando grande el mundo.

Como a esos ancianos que van encogiendo dentro de unos ropajes que denuncian su anterior lozanía.

Voy perdiendo estatura, peso, tamaño. Me quedo sentada en una banca cualquiera; en cualquier parque. Alimento aves imaginarias, sueño despierta con atardeceres rojizos que caen sobre pastizales verdes. Me miento.

Sonrio lánguidamente con la tristeza atorada en el pecho. Una tristeza turbia y densa que le ha quitado el sabor a miel maple a la vida.

(La vida me sabía a miel maple y pastel de chocolate recién horneado. A helado de dulce de leche. A manzanas con chamoy y limón. A fondue de queso gouda...

Me sabía).

Hoy me va quedando grande el mundo.

Siento, no sé, que mis huesos están próximos a quebrarse. Que ya no hay andadera que resista mis pesados, lentos, apesadumbrados pasos. Que más vale quedarme sentada. Respirar. En cualquier banca, en cualquier parque, y volver a alimentarme con la dulzura del aire de una noche de otoño, con la frescura de un pasto recién regado, con el calor de un abrazo que dure horas....

Quedarme quieta, respirar, recuperarme. Ganar peso, recuperar mi estatura, volver a ocupar este espacio que aún se nota y que era mio. Crecer de nuevo, expandirme, brillar. Volver a sentir que el mundo le queda pequeño a mi cariño, que me puedo comer la luna a cucharadas, que pudo tocar las estrellas, que nada tiene límite.

Volver a ser yo.

Necesito tiempo.

Es que este mundo me va quedando grande.

13 de noviembre de 2012

¿Cuál será el final de esta historia?
Ningún indicio ha aparecido, 
ninguna señal...
todo rumbo al olvido.

Mis tristezas se esconden
en aquellos rincones que cerré con candado,
me persiguen fantasmas de mis sueños pasados.
Mientras, anochece.

No siento el peso de este día transcurrido, 
no siento el contacto de mis pies sobre el suelo.
Mi cariño, mi afecto,
ya no son suficientes.
Mi corazón es un témpano de hielo.

Cada mañana despierto
con la losa del mundo aplastando mi cabeza.
Es el canto de la sirena, 
yo lo sigo.
Esperanza es su nombre.

Caigo de mil alturas diferentes.
Máscara tras máscara se destrozan todos los rostros
contra el pavimento.
Yeso agrietado.
Sonrisas quebradas.
Quisiera ver hacia el fondo de esos ojos mudos
que hoy ya no conozco.

No encuentro la paz en ningún lado,
el desasosiego es mi compañero, 
me aferro a mis lágrimas, no escapen.
Cuando duele,
-porque duele, y mucho -
me pregunto si el dolor pasará.
Cuando pesa,
-porque pesa, y mucho - 
me pregunto que razones ocultas 
me impiden dejarlo todo atrás.

Rejas gigantes, 
cantos apagados. 
Un árbol de espinas en el que canta un ave
color naranja. 
Cierro los ojos, 
no me espino.
El camino es estrecho .

Siento en mi pecho la zozobra.
Naufragar.
El deseo universal de la soledad.
Mientras.
Sólo dolor,
dolor que no pasa,
dolor que se queda. 
Y el infinito ciclo de los días.

 
El mañana me encontrará aquí, igual que siempre.

25 de septiembre de 2012

Que se acabe el puto mundo ya

Ya se que no lo parece, pero en el fondo siempre intento mantener una sonrisa perenne. Ahí, en el fondo, un poco tímida, protegida por un frágil fanal. Siempre esa pequeña sonrisa que brota con un chiste absurdo en la TV o con placeres tan mundanos como un bote de helado...

Pero mi reserva de sonrisa chiquita se ha ido agotando. Y estoy llegando al punto en el que ya no se dónde conseguir más. El sabado fui a una recarga de emergencia con mis amigos, los necesitaba, necesitaba reir con ellos quejarme con ellos, abrazarlos y sentirlos cerca. Eso me dio la sonrisa suficiente para enfrentar esta semana...y llega el miércoles y yo siento que ya no me queda casi nada de esa sonrisa.

Estoy en crisis (por si alguien en la vida no lo había notado).

Hoy me desperté muy fresca por la mañana. La primera vez en dos meses. Abrí mis ojos sin necesidad de despertador, me dirigí inmediatamente a bañarme. Y es que tuve un sueño que me llenó de alivio.

Soñé que se acababa el mundo.

Y no, no me provocó angustia, ni tristeza, ni una pena profunda por la humanidad. Vamos, ni siquiera esa nostalgia absurda asociada al pensamiento de la propia muerte. No. Yo lo que sentí fue tranquilidad y alivio.

No es la primera vez que sueño con el apocalipsis. Lo he soñado muchas, muchas veces. Alguna vez por terremotos, otra por bolas de fuego extraterrestres, alguna más a causa de hechiceros malvados, esta vez fue a causa de una inundación...

Me alegré de que el mundo se acabara. Y es que últimamente para mi, pasado y futuro se unen en un loop interminable de cosas sin sentido, de preguntas sin respuesta, de respuestas sin pregunta y francamente yo ya me siento incapaz de imaginar un mundo diferente. Es muy pinche triste.

Y así las cosas, con toda mi frustración, y mi tristeza, y mi necedad, y mis sueños rotos, y mis ganas de ser otra (la otra que se quedó en el tintero)...con todo eso, ya no me queda sonrisa chiquita. Ya sólo me queda el deseo profundo de gritar: Que se acabe el puto mundo ya. Y ver como se acaba.

Nada.

Bueno, al menos me queda el consuelo de que todo, todo, todo se acaba.

Algún día.

This too shall pass.

13 de septiembre de 2012

Uno de esos posts de superación personal que nadie debería leer...

Es sencillo. Es complicado. Vivir, a eso me refiero.

Llegar y caer pueden ser las dos caras de una misma moneda. Llegar lejos, pero no a donde quieres llegar, puede no ser un logro.

He aprendido mucho, muchisimo, en estos dos meses que bien puedo clasificar como mi más complicada racha laboral hasta el momento; para no olvidarlo, me lo anoto aquí. Espero volver en unos años y darme cuenta de que estos aprendizajes no cayeron en saco roto.

1. El éxito es siempre relativo y personal. No vale de nada medirte con varas ajenas. El éxito debe medirse en tus propios términos, con la regla de tus sueños y tus pasiones. No debes aspirar a lograr aquello a lo que los otros han colgado la medalla de "ÉXITO", así, en mayúsculas. Éxito no es una palabra que se deba escribir en mayúsculas, ni enmarcarse para colgar en la pared. No es una meta, no es un lugar, no es un final. El éxito es un proceso que consiste en dar siempre, siempre, lo mejor de uno mismo (recordándose constantemente qué es eso mejor) y compartirlo alegremente. Hoy creo, más que nunca, que uno puede identificar  a una persona exitosa por la sonrisa que porta en su rostro.

2. Fallar no es definitivo. Uno puede equivocarse una y mil veces, levantarse raspado, con moretones, ensangrentado y aún así seguir vivo (y con ganas de vivir, que es lo importante). Equivocarse no te define como persona. Darse por vencido, sí. ¡Ah!, pero también es importante saber que no se pueden ganar todas las batallas, uno tiene que elegir cuáles luchar. Y encontrar las razones correctas para pelearlas. Nadie es infalible, nadie es perfecto, nadie lo sabe todo.

3. Las áreas de oportunidad nunca se acaban. Pero uno tiene que decidir qué área del jardín quiere sembrar.   Yo no pretendo ser astronauta, ni carpintera, ni diseñadora de modas; esas áreas siempre van a existir pero yo he decidido no cubrirlas. Pero hay otras que me duelen al verlas vacías. Si la vida es un jardín, tendrías que elegir dónde poner tu rosal, dónde el cuarto de los trebejos, dónde el sendero y dónde el columpio. No puedes tener todo en todas partes. Elegir qué área de oportunidad tomar depende de tus capacidades, pero, casi siempre, depende más de tus pasiones; de aquellas cosas que te hacen hablar hasta por los codos, que iluminan tu rostro, que te generan adrenalina y emoción. (Insisto, nadie puede ser bueno para todo).

4. Yo soy mi propio agente. Así, como si fuera yo un rockstar. Yo decido en dónde tocar y por cuanto. Yo decido si acepto duetos o no. Todas y cada una de mis circunstancias actuales han sido determinados por decisiones mías, actuales o pasadas. Es mi deber y mi derecho hablar, pedir, proponer. Nada es inamovible, todo es negociable. Se vale pensar en grande.

Creo que esta etapa ha marcado el inicio de una nueva temporada. Si fuera serie de TV, pensaría que este es el momento del spin off en que el personaje secundario se vuelve protagonista de su propia serie. This is the time of my life.

Fin del post de superación personal.


2 de agosto de 2012

"Acepta", decían, "te vamos a apoyar", decían

Los cambios son difíciles. Incluso aquellos que son para bien. Laboralmente mi vida ha sufrido un cambio que puede tomarse como una mejora, un logro, vamos. Sin embargo, yo no me siento feliz.

Digamos que, desde que entré a trabajar en este bonito negocio de la publicidad, los cambios vienen y van, al final uno se va a acostumbrando al vaivén, al ritmo frenético, a perder el piso. Pero hace un par de años entré en lo que viene siendo la zona de confort.

Hacía aquello en lo que era "experta",lo que dominaba. Algo que podía hacer con los ojos cerrados mientras comía palomitas y actualizaba mi FB. Era un trabajo que requería mucho tiempo pero practicamente sin ningún reto. Pedí mi cambio una y otra vez. A mí lo que me gusta es aprender, aportar algo y así.

Y tómala, que mi deseo se cumple. Y de repente me veo supervisando labores que desconozco y de las que no tengo ni puta idea. De repente se me cayó el mundo al suelo y volví a sentir lo que sentí hace ya 6 años que entré a esta caótica industria como trainee: una angustia terrible y ganas de no levantarme de mi camita hasta que se acabe la catastrofe.

Recuerdo que cuando empecé a trabajar tenía yo 21 años y conseguí mi lugar porque sabía inglés y porque alguna vez en mi vida había escuchado lo que era un TRP. En menos de una semana me hacía cargo de la coordinación regional de la cuenta de medios de importante empresa transnacional. Y yo era sólo una trainee.

Recuerdo que cada día salía casi llorando y me lamentaba amargamente con Sergio (sí, ya estaba Sergio) y todos los días repetía la misma cantaleta: no sé nada, seguro me corren. Tardé al menos 4 meses en tomar el control absoluto del tema. Y entonces la curva comenzó a caer, sufría menos, aprendía menos, me aburría más.

Pero hoy, hoy estoy en un punto en el que casi nada de lo que he aprendido en estos 6 años me sirve para atender mis labores prácticas de todos los días. Y entonces, entonces, me quiero poner a llorar y soy presa de una montaña rusa emocional en la que por momentos quiero llorar a causa de mi inutilidad y completa ignorancia, en otros estoy convenida de que lo mejor es renunciar antes de que noten mi completa falta de pericia y en otros sólo pienso: nada, nada en la vida ha podido frenarte, y esto no será lo primero...

Y pues nada, avanzo de a poquito, tratando de cacharlo todo a la primera sin sufrir pánico escénico y sin ser presa del terror.

Ya les contaré como me va en esta nueva aventura. Mientras, tratare de descifrar de dónde puede venir la ayuda divina, porque vaya que la necesito.

30 de julio de 2012

Vasos comunicantes

(A propósito de la exposición Surrealismo:Vasos Comunicantes en el MUNAL).

Íbamos a ser como Leonora Carrington y Remedios Varo, decías. Viviríamos juntas, y juntas compartiríamos los momentos importantes de nuestras vidas, nuestros sueños, nuestras caídas, nuestros logros. Seríamos siempre amigas, más que amigas, hermanas. "Porque a nosotros la hermandad nos viene de las ganas" me dijiste un día.

A ti te conté aquellas historias tristes que a nadie más podía. A ti y sólo a ti te compartía mis luchas con la vida, contra mi misma. Tú y sólo tú conocías mis más preciados anhelos y mis miedos más profundos, aquellos que podían hacerme perder la cabeza.

Yo lo creía. Aquello de la amistad eterna, de la hermandad no sanguínea, de la confianza absoluta. Lo creía porque quería creerlo, porque eramos lo mismo, porque nos podíamos mirar a los ojos y no necesitábamos decir más nada, porque podía tomarte de la mano y simplemente dejarme llevar por la paz que sentía teniéndote como mi amiga.

Y un día todo cambio. Y todo aquello que compartimos: el arte, la pasión por las letras, la música de corazón, las películas que hacen llorar, las caricaturas, los sopes de pollo, las visitas a la biblioteca, perderse entre estantes de librerías de viejo en busca del tesoro oculto, leernos en voz alta la una a la otra...todo eso se perdió. Y desde ese día siento que a mi vida le falta un pedazo de tierra para poder pararme sin titubear.

Me haces falta. Probablemente lo sabes. Y me dan ganas de llorar con las obras surrealistas. Ojalá estuvieras aquí.


21 de julio de 2012

Lo peor que puede suceder...

Lo peor que puede suceder es que fracase. ¿Y qué?

Aún si fracaso, aún derrotada y desesperada y perdida, aún así, me quedará el resto de mi vida. Y yo no se si eso es mucho o poco, pero se que será suficiente para intentarlo de nuevo.

Soy muy generosa con mi confianza. Confío en todo y en todos. Excepto en mí. Una vez más me enfrento a esta horrible sensación de no poder. No poder. No poder.

Hace ya muchos años, la primera vez que salí a una fiesta con Sergio tuve una experiencia peculiar que involucraba, involuntaria o más bien inconscientemente, antihistamínicos y alcohol. En un viaje químico intenso, yo pasé por una angustia inenarrable en que lloré por no se cuanto tiempo, repitiendo una frase que nunca dejó de tener sentido:No puedo.

Es una frase que resume todos mis miedos, mi peores pesadillas y certezas. Porque aún en las rachas optimistas por las que ha atravesado mi vida, esa frase parece un mantra alojado en algún rincón de mi cerebro. No puedo.

Lo cierto es que a lo largo de mis 28 años de vida, he encontrado, siempre, en cada etapa, personas hermosas que han estado ahí para tomarme del brazo, mirarme a los ojos y decirme: Tú puedes. Con todo. Siempre.

Y yo hoy muero de miedo, miedo de que la frase llene mi cerebro y me impida hacer otra cosa que pensarla. Tengo miedo de fracasar, de fallar, de caer.

Pero se que el miedo va a estar siempre allí, y he vivido con él toda la vida. No soy valiente por falta de miedo sino por mi compulsiva convicción de vencerlo. Hoy, como tantas otras veces en la vida el "No puedo" me ataca inclemente y yo opongo la única defensa que conozco:mi determinación inquebrantable de poder.

Mi cabeza es un campo de batalla, pero se que pasará. Como todo. Y lo peor, lo peor que puede pasar es que fracase. Aún así tendre lo que me resta de vida para intentarlo de nuevo. Como cada día.


Y es que esto es un logro y pesar del miedo, necesito detenerme un momento y saborearlo. Es sólo que nunca he sabido como hacerlo y hoy no siento otra cosa que este miedo terrible y practicamente paralizante. No se por dónde empezar. Pero no hay tiempo para paralisis, la vida se trata de mantenerse en movimiento, y a veces, caerse puede ser una consecuencia.

Estoy viva. Estoy avanzando. Siento el peso de mis pasos. No se a dónde llegaré.

Such is life.

Es tiempo de respirar profundo,levantar la frente, mirar hacia atrás y reirse de todos esos momentos en que el miedo estuvo presente. Esos mmentos se fueron, yo fui más fuerte. No veo por qué hoy deba ser diferente.

Y si, lo peor que puede suceder es que fracase, pero se que si algo me vence, no será el miedo. No puede conmigo.

14 de junio de 2012

Asumir

Dice la RAE:

1. tr. Atraer a sí, tomar para sí.
2. tr. Hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo.
3. tr. Adquirir, tomar una forma mayor.

Cuando llegó el turno de elegir opción terminal en la facultad yo entré en un grave conflicto: periodismo, publicidad, comunicación política, comunicación organizacional, producción. No sabía por cuál decidirme. En el fondo siempre me interesó la publicidad, me parecía divertida y relajada; pero al mismo tiempo, quería pensar que un cambio en el mundo era posible y que ese cambio, me gustara o no, tenía que pasar por la política. 

Con esa idea en la cabeza, el ardor de mis 19 años y la esperanza de un mundo mejor en mi corazoncito de pollo decidí optar por comunicación política. No me arrepiento. Aprendí como nunca, hice grandes amigos en el camino, y adquirí herramientas que las otras opciones no me brindaban. 

Mi proyecto era terminar en alguna ONG, trabajar por los derechos humanos, trabajar en la lucha por una vida democrática en lo político, pero también en lo económico y en lo social...

...y nada, hoy trabajo en publicidad. La historia es larga, pero no muy complicada. En corto: me decepcioné por completo de la escena política nacional. Desde mi ética personal (que puede estar equivocada) es mucho más aceptable vender jabones que vender candidatos. Si el jabón no funciona, dejas de comprar. Si el candidato no funciona, nos puede cargar el payaso. 

Eso no significa, de ninguna manera, que haya dejado de interesarme la política. La comunicación política puntualmente. Y estas elecciones me dejan maravillada, nadie habría podido predecir el poder que 9 caracteres tendrían de cara a un candidato apoyado por el monopolio televisivo más importante de México (hablo de #yosoy132, por supuesto), y tampoco habría pensado en mis tiernos días de juventud en los que criticaba la "falsedad comunicativa" surgida del hecho de la unidireccionalidad de las comunicaciones, que un artículo de un diario inglés tendría tanta resonancia como la que hoy tiene. 

Sólo es el principio, creo yo, 10% según un cálculo rápido con base en distintas fuentes, es el peso máximo que puede alcanzar la comunidad twittera si se decide a votar. 

Y ahí, está el meollo del asunto. 

Para mí el voto es indispensable. No es, no debe ser, la única herramienta de participación, pero si no somos capaces de asumir la votación, ¿cómo podemos pasar a fases más desarrolladas de democracia? Si somos capaces de renunciar a un derecho que costó tanta sangre y tantas vidas, un derecho que hoy se ve pequeño pero que implica una posibilidad real de generar cambios en la vida del país en tantos aspectos; si renunciamos a él, no nos veo capaces de luchar para defender otros. 

Hay que votar, porque votando cerramos la boca de aquellos que nos llaman apáticos e indiferentes; de aquellos que creen que somos borregos u oportunistas. Hay que votar porque necesitamos entender que la responsabilidad histórica recaerá sobre ésta, nuestra generación, maltratada por años de crisis pero también bendecida por vivir justo en este momento en que todo puede cambiar. 

Mi voto ya lo tengo decidido. Simple descarte:
1) No por el PRI, que aún no aprende su lección y cree que este mundo sigue atrapado en los 80s. Que subestima el poder de la gente y nos miente mirándonos a los ojos en un gesto de absoluto desprecio.
2) No por el PAN, un partido con el que puedo tener coincidencias políticas pero que está en el extremo opuesto en lo concerniente a economía y sociedad. Un partido que alienta el doble discurso, mal último de México. Enarbolando hoy un machismo rancio, que no alcanza para que olvide minifaldas y besos prohíbidos, de libros de texto censurados y demás joyitas.
3) No por PANAL, as bajo la manga del PRI, títere de una líder sindical corrupta y responsable de tantos fallos educativos en el país. 

AMLO sí. Y con ello no digo que crea que sea perfecto, fallos tiene. Mil. Pero hoy es la única opción que veo viable, y mi voto será por su plataforma, por aquellos que están detrás. Porque un hombre no va a salvar el país, pero debe ser capaz de permitir que el resto de los mexicanos participemos en el proyecto y hagamos de este el país que deseamos, el que necesitamos, el México del que nos vamos a sentir orgullosos. 

No voto por AMLO, voto por su proyecto. Y al mismo tiempo pongo mi voto de confianza en esta sociedad que parece ir despertando poco a poco. Espero que seamos capaces de obligar al ganador a escucharnos, a tomarnos en cuenta. 

A asumirnos. 

Nos lo merecemos.

29 de mayo de 2012

Rose is a rose is a rose is a rose.

Ayer me dí cuenta de que el mundo se ha vuelto muy literal para mi gusto. De que yo me he vuelto muy literal.

***

Cerrar los ojos y soñar. Dejar que las cosas vuelen y elijan su nombre en libertad. La magia de las metáforas que caen una sobre otra, construyendo puentes entre los hombres y las mujeres, puentes misteriosos cuyo destino no conocemos al construirlos ni reconocemos cuando los cruzamos. Nada es literal.

Despertar un día y sentir que una mano es una mano es una mano, y no es ni será para otro la madre de las caricias, de todas las caricias. Voltear al espejo y darse cuenta de que un ojo es un ojo es un ojo y que sin importar los colores que lo adornen o los trazos líquidos que intenten cambiar su forma, seguirá siendo un ojo. No un espejo, de ningún alma, de nada...

Mirar hacia abajo y descubrir un pie (es un pie es un pie) que pisa una calle que conduce únicamente a la esquina, a su cruce con otra calle (es una calle es una calle). En un mundo en el que lo único trazado son estos pasadizos para autos que conducen vidas de un momento al siguiente. Y mirar al cielo (es el cielo es el cielo), en una noche sin luna, y encontrarse con las estrellas (son las estrellas son las estrellas). Masas incandescentes que no nos miran. Luces de algo que puede ya estar muerto. Memoria de algo que existió. No me dicen nada, no hay ninguna figura, no iluminan ningún destino. Todo es literal.

***


Busco en mi memoria las palabras en fuga,las palabras amantes que copularon antes con los objetos. Trato de encontrar bajo mi piel la tinta desperdiciada y las lágrimas que significaban. Quiero el peso del mundo de vuelta. Quiero el arcoiris entre los dedos.


Dónde sea que hay quedado ese lugar mágico en que una rosa es una boca es un misterio, ahí es a donde quiero llegar. Y después, quemar las naves.

La entrada cuesta la razón.

PD Gracias a Gertrude Stein por las palabras del título (http://www.lettersofnote.com/p/sacred-emily-by-gertrude-stein.html )

11 de mayo de 2012

The Avengers

Sí, ya cómo para qué escribir. ¿Qué se puede decir de una película de la que tooodo el mundo ya tiene una opinión formada?Ay, pero no puedo evitarlo.

Llevaba ya un tiempo emocionada con la película. Y un día mi jefe llegó a decirme: vamos a trabajar en la estrategia para el lanzamiento de The Avengers. Casi grito de la emoción.

1. Era The Avengers
2. Era The Avengers
3. The Avengers!!!

Creo que pocas películas me han generado esta clase de expectativa. Compramos los boletos para el estreno con una semana de anticipación y ya en la sala reí, grite y hasta aplaudí.

De eso se trata el cine. De eso se tratan las historias. Da igual si la trama es previsible o no, si te contaron todo en el segundo trailer, de si es fiel o no al universo Marvel...en verdad da igual. Nadie puede quedar impasible cuando Hulk aparece en la pantalla. Nadie puede ser indiferente al ácido encanto de Tony Stark. Me pregunto si hay alguna mujer (UNA sola) que no quisiera darse enterito a Chris Hemsworth (por favor, fórmense después de mi, yo llegué primero).

Cuando trabajas en la industria de la comunicación, este tipo de fenómenos te inspiran. Te recuerdan la raíz de todo lo humano: la imaginación, la emoción, la pasión. Que bonito es comunicar.

Día de madres

Odio los días en que tengo que fingir. Sonreir aunque por dentro esté quebrada. Iluminar el rostro para no preocupar a la persona amada. ¿Cómo fallarle a mi mamá? ¿Cómo decirle que las fuerzas no alcanzan para sostenerme? ¿Cómo le explico que por más que intento aún no logro sacudirme el terrible dolor del rompimiento familiar?

Estoy rota. Estoy rota porque creía que el divorcio de mis padres no iba a ser capaz de romper los lazos de amor que me unían con la familia de mi papá. Con mi familia, pues. Y no fue así. Una gran brecha se abrió y se hizo grande y profunda y llena de veneno. Y hoy no puedo verlos, no puedo porque me duelen. Me duelen las falsedades, las críticas infundadas a mi mamá, me duele su indiferencia y su frialdad. Indiferencia que hizo que no fueran a mi boda y que practicamente tiró por la ventana la felicidad que quería compartir con ellos ese día.

Hoy me duele más. El 10 de mayo lo pasabamos siempre con mi abuela, en medio de risas, tragos y baile. Hoy no pude ni llamarla. Para decirle qué. Para mi, es como si se hubieran mudado a otra galaxia desde la cuál mandan mensajes cifrados a través de facebook.

Perdonarles qué. No hay perdón. No hay olvido. Simplemente no es posible reparar un globo que se ha tronado, ¿cómo meterle aire de nuevo?

Me duele la familia que perdí. Y me duele también que la familia que gané esté sufriendo ahora. No entiendo, no entiendo porqué la gente buena debe sufrir. Nunca lo entenderé.

Me duele también que mi otra abuela no esté, que en días como hoy sus ojos no puedan mirarme. Adivinar a través de mi sonrisa que algo no está bien y repararlo con un beso y un café.

Ojalá todo se resolviera con música, un beso y un café. ¿Qué podrá detener esta tristeza?

9 de mayo de 2012

Hacer lo correcto

Eso es lo que me enseñaron desde niña. Para avanzar, hay que hacer lo correcto.

Lo cierto es que los años han pasado y me doy cuenta que lo correcto como categoría es como un  muñeco de agua que se escapa de mis manos. Lo correcto. ¿Para quién? ¿cuándo? ¿para qué?

Hay días en que quisiera ceder. Ceder a la necesidad de caos que ha pulsado en mi, siempre, desde el inicio de los tiempos. De mis tiempos. Dejar fluir todo, dejar correr todo. Decir adiós a todo. Aceptar, en verdad, desde la entraña, que la gente se va, el tiempo pasa, todo se acaba.

Abrazar los adioses. No intentar detener nada. Si miro en el fondo de mis ojos encuentro aún esa furia, esa pasión que un día era yo. Que fui yo. Un día. Hoy soy una persona templada, en todas las acepciones de la palabra, pero sé que soy una equilibrista, luchando siempre contra esos extremos que han estado siempre y que se han alimentado el uno del otro. Día tras día tras día...

Hoy no sé. No sé que es lo correcto y la verdad no me interesa saberlo. Me he aferrado a la necesidad de una respuesta sin entender las preguntas primero.

No sé nada. O más bien, estoy segura de que todo lo que sé, está equivocado.

Quizá sí, la vida sea un ensayo para la nada.

1 de mayo de 2012

Las lunas de miel se terminan

Últimamente estoy de mal humor prácticamente todo el tiempo. Me enojo por bobadas. Grito y lanzo el sombrero a la primera provocación. Nadie dijo que adaptarse al matrimonio fuera cosa fácil. 
Con últimamente me refiero al último par de semanas. Creo que apenas, después de mudanza, vacaciones, fines de semanas dedicados a acomodar...por fin ahora, surgen los roces. 

Son roces bobos, pero roces al fin y al cabo. 

Y es que hay cosas que no cambian y que probablemente no van a cambiar:

1) su adicción a los videojuegos + mi necesidad compulsiva por salir. No son compatibles. Punto. Yo necesito la suave calidez del sol sobre mi piel mientras el aire juguete con mi cabello...él es más feliz con la titilante luz provocada por una pantalla de plasma que muestra imágenes de sangre y destrucción. Pfff. 

2) La propiedad de la cámara. Pues sí, tomar fotos es de mis actividades favoritas. Mi cámara. Mis fotos. Nooo, la fotografía no es colectiva. De hecho, pocas cosas tan íntimas como una fotografía. Y ahora, debo compartir mi cámara, mis fotos, que él sube a su perfil como si nada. No señor, si no es berrinche, es necesidad. No puedo renunciar a uno de los pocos hobbies personales que me quedan. Exijo la propiedad sobre las fotos. 

4) El horario. Él es una gallinita madrugadora y yo un murciélago trasnochado. Pfff. Que si no puedo leer en el cuarto porque la luz le molesta, que si no puede dormir con ruido, que si hace mucho calor...ahhhhh yo sólo quiero desvelarme!! No hay horario más productivo (creativamente hablando) que el de las dos de la mañana, y ahora, si quiero utilizarlo soy relegada tristemente al sofá. 

5) La comida. Dios! es que puede ser alguien tan quisquilloso? No le gusta el agua de horchata, ni el mole, ni el arroz con leche. Los ostiones lo intoxican, y no come pan de dulce. Pero si son mis cosas favoritas!!

En fin, que no es que me viniera yo a enterar de todo esto tras la boda. No señor, yo ya lo sabía y a sabiendas de que todas las anteriores causales de divorcio convivían en el mismo hombre, lo acepté como esposo. Mea culpa

Pero así y todo, nos la pasamos genial. La verdad, sólo lo soporto porque le gusta Game of Thrones. Eso y pasear en bicicleta. Ah, y porque le gusta ir al cine conmigo. Y porque me prepara el desayuno los fines de semana. Mmm, sí, y porque a veces ve Emergencias Bizarras aunque lo deteste. Y porque subió mis cajas de libros por 6 pisos de escaleras. Y porque le ayudó a mi hermana a estudiar para su final de geometría analítica. Y porque me trae flores y me abraza cuando me siento mal. Y me compra mi yogurt con cereales que le parece asqueroso. Yme lleva a comer aguachile cuando estoy de antojo. Y a veces, cuando no está jugando videojuegos, me pone más atención de la que nunca nadie me haya puesto. 

Pero que quede claro. Sólo por eso lo aguanto.

20 de abril de 2012

Sueños de ansiedad

Un post rápido antes de salir corriendo, inspirado en una plática amistosa a larga distancia.

No he hablado mucho de mi vida de casada. Y eso se debe, principalmente, a eso de que las familias felices no tienen historia. Todo muy bonito blablabla nos amamos blablabla nos peleamos por bobadas blablabla y después nos reimos... en fin, captan el punto.

Pero hay algo, hay una nube gris y monstruosa que empaña mi felicidad conyugal y es que...

MIS LIBROS Y PELÍCULAS SIGUEN EN MI ANTIGUA CASA

Hay noches en que el terror nocturno me ataca y llegan a mí pesadillas de desastres naturales: inundaciones, terremotos, el tipo de cosas que implica una evacuación inminente. Y yo sufro en mis sueños porque no puede rescatar mis libros, que se pierden, mojados, destruidos para siempre, o que quedan enterrados por montones de edificios. En mi locura del sueño, yo me niego a evacuar sin ellos, los arrastro en una mochila que no puedo dejar. Y así, me despierto empapada en sudor sólo para recordar que mis libros no están.

Creo que tengo un severo problema de fetichismo.

Y por eso fui al remate de libros del Auditorio Nacional a intentar llenar el vacío.

Mi botín incluyó:

- Una novela - La última canción de Manuel Sandero -   y un libro de cuentos - Cuentos casi completos-  de Ariel Dorfman (seguro lo recuerdan por Para leer al pato Donald, pero su literatura de ficción es fantástica).
- Las amantes de Elfriede Jelinek
- jPod de Douglas Copland

Es el equivalente a un poco de Valium.

My precious...

La generación Zoé

Acá la nota que da nombre a la entrada: http://www.proceso.com.mx/?p=304225

Hace un par de semanas debatía con mi esposo (sigo sintiendo raro al escribirlo) justo sobre este tema. ¿Quienes son hoy los rockeros revolucionarios, contestatarios, propositivos?

Me duele un poco pensar que nuestra generación (la generación que, nos guste o no, define el promedio de edad en nuestro país y que hoy anda por ahí e los 28) ha crecido y ha perdido la esperanza. Twiteaba yo hace unos días algo así como: "¿En qué momento pasamos del  Tengo 20 años y voy a cambiar el mundo al El mundo es una mierda, pásenme una cobija y déjenme dormir?

Aún así no creo que valga decir que no existe un interés en el país. Va más allá. Como yo lo veo, lo que sucede es que hoy nos sentimos ciudadanos del mundo. Y nos duele. Nos dueles este país al que no sabemos como rescatar (al que nos sentimos incapaces de rescatar), nos duele este mundo, cada vez más ajeno, más impersonal, más lleno de humo y artificialidad.

Creo que el dolor es más profundo que la rabia. Y creo también que ante eso, el amor se ha levantado como la única arma posible para defender nuestra humanidad y nuestra capacidad de creer, de extender un lazo hacia otro ser humano.

En cierto sentido nos volvimos más primitivos. Meros recolectores de cariño, tratando de recuperar la humanidad que se nos ha ido escapando poco a poco de las manos. Lidiando con la nostalgia de un pasado lleno de compromisos, de esperanzas, de futuro y con el miedo paralizante, con la incertidumbre que nos corroe las entrañas todos los días al asomarnos a la marea de noticias e información en la que se ha convertido todo. Bits, bytes, estadísticas.

Por supuesto, todo es filosofía de 3 pesos.

9 de abril de 2012

Nostalgia de las piedras

En Palenque las piedras hablan. Susurran nombres, historias, pasiones...que no entiendo y muy probablemente no voy a entender nunca. Desde mi perspectiva a Palenque hay que enfrentarlo con la mente en blanco, con la consciencia de no entenderlo, simplemente debe uno dejarse impresionar por la majestuosidad de su hermosura, de su dignidad, de su orgullo en medio de la selva.

Hay pocas cosas que recuerdo de mi infancia con más claridad que el momento aquel en que entré al Templo de las Inscripciones. Sentía miedo, ansiedad, un suspiro contenido. Hoy ya no se puede ni subir a la edificación y siento que eso me arranca de raíz una parte de mi vida. Soñaba con visitar de nuevo la tumba de Pakal con mi hoy esposo y darme cuenta que sigo sin entender nada

Aún queda sin embargo, la hermosa perspectiva desde el Templo de la cruz foliada, el horizonte interrumpido por las piedras ancestrales, la selva de fondo. Subir y respirar.

Pase el tiempo que pase y sin importar cuántas veces lo visite, Palenque es el gran enigma, el gran símbolo, la gran enseñanza: Todo pasa. Todo se acaba. Todo se esfuma.

Excepto la dignidad de la memoria.
Por eso, a veces, siento la nostalgia de las piedras.




3 de abril de 2012

El sabor de los mangos verdes...

...cubiertos con chile y limón mientras se camina por el centro de San Cristobal de las Casas, un pueblo de tejas rojas y calles que te invitan a caminarlas todos los días. Debería quedarme, se me escapa en voz alta mientras compro una botella de posh de jamaica. Como todos, me responde el dueño, chilango de cepa adaptado ahora al ritmo acompasado de un nuevo hogar.
Admiro los rostros, los ropajes, las flores bordadas, el aroma del café, los grafittis -pocos pero orgullosos-, las frutas, siempre las frutas. Colores vistosos que ya no recordaba mi retina, acostumbrada a la monocromía del gris citadino. Siento en mis pulmones el aire, fresco, un poco frío, de la montaña. Siento entre mis dedos otros dedos, los de mi esposo, que sonríe al mirarme sonreir. "Me encanta salir de viaje contigo", me dice, "pareciera que andas en drogas".
Y así me siento. La droga de pisar la tierra, de mirar de nuevo, de sentir que cada viaje mueve algo en mis entrañas. Éste en partícular.Lo sentí desde que me subí al avión. Hay algo en mí que cambió en esta semana, algo indescriptible, una sutil y ligera voz que me llamaba. Quizá la voz de la vida chiapaneca que mi mamá rechazó tantos años antes. Quizá era mi corazón hablándome, pidiéndome que recogiera los pasos de ese amor un poco frustrado que fue el de mis padres, recorrer sus caminos, y mirarme después en las fotos sonriendo. Sí, esa sonrisa que sólo se consigue en Chiapas. Supongo que así se siente vivir en el momento.

Como el sabor de los mangos verdes.

5 de marzo de 2012

A veces, cuando te escucho, creo que llevas muy poco tiempo viviendo en la ciudad...

Eso fue lo que me dijo mi señor esposo en nuestro camino diario a la oficina. El origen de la aguda observación  fue un comentario previo de mi parte: "no puede ser que la gente sea tan poco amable, me desespera".

Y es que sí. Yo he vivido toda mi vida en esta caótica y bienamada ciudad (la de México, of course), pero en fechas recientes he caído en una especie de desencanto y fastidio crónico generalizado sobre su dinámica y sus habitantes.

Hay cosas que amo: caminar por el centro histórico, sus museos, su amplia oferta gastronómica, caminar los fines de semana por Reforma, los múltiples lugares para ir a comprar y perder el tiempo, la oferta de entretenimiento (cine, música, teatro), Coyoacán y el chocolate del Jarocho, los múltiples bares dueños de mis quincenas, Ciudad Universitaria (así, con mayúscula), la colonia Roma, los tacos de pastor...

Pero últimamente las cosas que detesto crecen y se acumulan: el tráfico insoportable a todas horas, las distancias y el tiempo perdido en moverse de un lugar a otro, el transporte público desastroso y sobre todo gente, gente por todos lados, cantidades descomunales de gente descortés...

Y es que, a ver, ¿qué necesidad tienen de tocar el claxon cuando de antemano saben que el de adelante no puede avanzar?, ¿de dónde les viene la concepción de que es una buena idea quedarse parados a mitad de la puerta del metro/metrobús estorbando la entrada y salida de las otras personas?, ¿dónde está el respeto perdido por los demás?

No voy muy lejos, ya casi para terminar el año pasado, estuvieron a punto de atropellarme mientras iba en la bicicleta. Literal, me aventaron el coche. Le dije un par de cosas al tipejo y Sergio salió en mi defensa. Dos segundos después el monigote en cuestión nos aventó el coche a los dos y básicamente estuvo a punto de bajar el coche para ir tras nosotros. Cual Sacal, o las ladies de Polanco...

Justo, hechos como ese (o esos, incluyendo a Sacal y a la "famosisima" Azalia) me hacen pensar que esta ciudad ya no es para mí. No se cuando y no se por cuanto tiempo, pero creo que necesito un cambio de vida, uno que me permita ver el cielo azul, respirar el aire fresco, caminar al trabajo todas las mañanas y pues ya saben...wake up and smell the coffe.

Mientras sueño con ese día, trato de hacer un minúsculo cambio en la dinámica de esta ciudad. Yo aún respeto los semáforos, separo la basura, y me muevo en bicicleta. No es suficiente, pero por algún lado hay que empezar.

Y sí, llevo muy poco tiempo viviendo en esta ciudad, antes no era así...

1 de marzo de 2012

Nuestros muertos

Yo los llamo nuestros muertos porque, aún en la ausencia, sus recuerdos nos siguen perteneciendo, porque no dejan de ser nuestras las anécdotas que contamos una y otra vez en un afán de hacerlos presentes en cada sobremesa. No podremos dejar de reir al contarnos los unos a los otros los chistes malos que en vida nos hacían reclamar un poco más de gracia. "Es su humor", diremos, y esta vez reiremos mientras nuestras miradas se pierden en la evocación de sus carcajadas...sonidos que poco a poco se irán borrando de nuestra memoria, una memoria que no podremos transmitir, que sólo nos pertenece a nosotros, a quienes les conocimos.
Los llamo nuestros porque nos pertenecen colectivamente,  a cada uno sólo un poco de aquella historia que duro  tan poco, pero que dejó al pasar una huella grande y profunda. Son además nuestros muertos, porque su muerte fue un impacto colectivo que nos hizo girar alrededor de algo ya inexistente, chocando de frente con las presencias fantasmas de otros extrañantes. Porque extrañar nos ha hecho más familia.
Son nuestros porque queremos. ¿De qué otra forma podría ser? La muerte puede ser el final para el que muere, pero nunca para el que se queda. A nosotros nos queda la nostalgia, la ausencia perenne, el dolor que se asoma de vez en cuando sin importar cuánto tiempo haya pasado.
No olvidaremos nunca las palabras, unas cuantas, demasiado pocas. Nos perseguirán siempre los aromas fantasmas que nos inundarán de olvidos suspendidos, hasta que sea nuestro turno de ser los muertos de alguien más....

Serán siempre nuestros, ya muertos, porque en vida fueron de ellos mismos (y por eso, precisamente por eso, nunca los olvidaremos).

7 de febrero de 2012

Vértigo


Dice la RAE:

1. m. Med. Trastorno del sentido del equilibrio caracterizado por una sensación de movimiento rotatorio del cuerpo o de los objetos que lo rodean.

¡Eso! Todo cambia, todo se mueve, todo gira. Cuando inició este año (ya estamos en el día 7 del segundo mes) me dije a mí misma (y lo escribí), que este año sí iba a ir por todo. Con toda la confianza. 

Así las cosas, en menos de 40 días he viajado ida y vuelta a Los Cabos, Miami y Acapulco. Anduve topless en una cálida alberca al lado de mi marido, fui a una fiesta en jacuzzi con unos canadienses perfectamente desconocidos que festejaron mi gusto por Foster The People, fui inspeccionada en busca de explosivos y/o narcóticos, American Airlines me perdió una maleta, me enfiesté en un yate, me ofrecieron hospedaje en Chile si algún día me decido a ir, estrené mi nuevo coche, pasé ocho horas en un viaje en carretera...

...y también me enteré de enfermedades en personas que me importan, una muerte más en la familia, muchos duelos aún inconclusos, muchas disputas aún sin resolver, muchas llamadas de mi mamá con voz acongojada para darme una mala noticia más. 

Es como si el mundo se hubiera decidido a cambiar de una vez y para todas. Gente que llega, gente que se va, gente que se esfuerza en quedarse a mi costado sobre las suaves sábanas de algodón...

Por un lado, me siento cada vez más afortunada. Por otro lado, cada vez más culpable. Tener tantas bendiciones me abruma cuando se que hay personas con significado en mi vida que está sufriendo, como yo lo hice años atrás cuando tuve que decir adiós a mi abuela. 

La muerte nunca es fácil. La cercanía de la muerte, sin embargo, es más dolorosa. Porque morirse uno, pues como sea (ojalá todo fuera como cerrar los ojos y decir adiós), pero soportar la muerte del ser querido es algo a lo que el corazón nunca se acostumbra. 

Cuando alrededor siento que la enfermedad y la muerte rondan a mi familia desde hace un par de meses, sólo me dan ganas de orar. Pedir. Suplicar. A lo que sea, a quién sea (fuerza mágica, o cósmica, o espíritual, o divina) que no se acerque demasiado. Que me permita mantener a la fortuna de mi lado. 

Yo he decidido ya no sufrir por la idea de la muerte. No extrañar ni a quien muere, ni a quién vivo ha decidido salir de mi vida. Dejar que las cosas fluyan, por muy mal que suene, mis lágrimas y mis lamentos no harán volver a quién se fue. Mis acciones pueden llenar de sonrisas a quién se queda. 

Todo gira.