30 de julio de 2012

Vasos comunicantes

(A propósito de la exposición Surrealismo:Vasos Comunicantes en el MUNAL).

Íbamos a ser como Leonora Carrington y Remedios Varo, decías. Viviríamos juntas, y juntas compartiríamos los momentos importantes de nuestras vidas, nuestros sueños, nuestras caídas, nuestros logros. Seríamos siempre amigas, más que amigas, hermanas. "Porque a nosotros la hermandad nos viene de las ganas" me dijiste un día.

A ti te conté aquellas historias tristes que a nadie más podía. A ti y sólo a ti te compartía mis luchas con la vida, contra mi misma. Tú y sólo tú conocías mis más preciados anhelos y mis miedos más profundos, aquellos que podían hacerme perder la cabeza.

Yo lo creía. Aquello de la amistad eterna, de la hermandad no sanguínea, de la confianza absoluta. Lo creía porque quería creerlo, porque eramos lo mismo, porque nos podíamos mirar a los ojos y no necesitábamos decir más nada, porque podía tomarte de la mano y simplemente dejarme llevar por la paz que sentía teniéndote como mi amiga.

Y un día todo cambio. Y todo aquello que compartimos: el arte, la pasión por las letras, la música de corazón, las películas que hacen llorar, las caricaturas, los sopes de pollo, las visitas a la biblioteca, perderse entre estantes de librerías de viejo en busca del tesoro oculto, leernos en voz alta la una a la otra...todo eso se perdió. Y desde ese día siento que a mi vida le falta un pedazo de tierra para poder pararme sin titubear.

Me haces falta. Probablemente lo sabes. Y me dan ganas de llorar con las obras surrealistas. Ojalá estuvieras aquí.


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