8 de agosto de 2011

Vaiven

Por distintas circunstancias, esta semana me detuve un momento a pensar en aquellas personas que fueron sumamente importantes en determinadas etapas de mi vida y que hoy ya no están.
He pasado por muchas despedidas a lo largo de 27 años de vida, unas más dolorosas,más difyuíciles o más  necesarias. Gente que muere,gente que viaja, gente que se transforma...
(Debo decir que en varias ocasiones he sido yo quien se ha ido al darme cuenta de que había cambiado lo suficiente para no poder estar más junto a aquella persona que había pasado de ser mi mejor amiga a ser  un ente extraño e indescifrable. Partir como opción y decisión).
Lo que me salva de la tristeza de ese recuento de pérdidas es la memoria misma. El recuerdo de los momentos felices que se acumulan y salen de repente haciéndome estallar en risas ingenuas y llenas de añoranza. Creo que nací para extrañar.
Aún así me alegro de tener la capacidad de recordar, de atesorar memorias que me salvan de mis momentos de desesperanza, de haber contado con todas esas personas en mi vida, de contar  con sus enseñanzas...
Me alegro con el vaiven de la vida que pone en mi camino gente maravillosa y extraña, desafortunadamente transitoria igual que yo misma. Transitoria y definitiva. Así las cosas.

***

Mi mayor miedo hoy no es morir, sino perder la memoria. Culpen a Campanella y su película El hijo de la novia.

Las sincronías me hacen llorar.

4 de agosto de 2011

Más de un mes

El tiempo vuela. Ya hace más de un mes que no escribo en el blog, y la verdad es que no me siento orgullosa. No me siento orgullosa porque en principio, este era un espacio para mi, para mi desahogo, un ejercicio personal de organización de ideas. Básicamente eso. Nunca intentó ser otra cosa.

Pero últimamente, pese a tener n-mil cosas en la cabeza, no he tenido la voluntad de escribir, de dedicar un poco de tiempo a repensar mi vida y tratar de darle sentido a través de un texto. Deprimente.

Es que hay tanto pasando alrededor y yo, la verdad, me siento un poco pasmada. Atorada. Stuck in a moment  you can't get out of.

Por un lado la infinita emoción de preparar una boda, de iniciar una nueva vida, de pensar en los detalles que hagan de esa noche algo especial...

Por otro lado, la infinita desesperación de estar en un no-lugar (antropológicamente el término es correcto), un pasillo hacia algún sitio. Es simplemente que mi miopía me impide ver puerta o ventana alguna.

De tal forma que mis nociones de tiempo espacio se tuercen y se combinan de una manera surrealista, queriendo que todo avance, queriendo que nada avance...al final el tiempo hace lo que le viene en gana.

Es como correr sin ritmo.

Cuando uno corre una carrera debe elegir su ritmo desde el principio y mantenerlo, sabiendo que esa es la única manera de llegar a la meta con -todavía un poco- aire en los pulmones. Sin ritmo, se corre el riesgo de no terminar, de cansarse, de agotar los recursos, de experimentar dolor. Si aceleras demasiado, si desaceleras demasiado, el riesgo de no llegar se vuelve prácticamente un hecho seguro.

Y sí, así me siento. Corriendo a un ritmo diferente al mio. Un ritmo que no elegí y con el que no me siento cómoda.

Algo debo hacer. Pronto. Antes de que el dolor me agote y decida tirar la toalla para sentarme a ver a los demás corredores pasar frente a mí.

Decidir.