3 de diciembre de 2009

El día en Toledo.

Dedicamos uno de nuestros días de estadía en Madrid para visitar Toledo y valió la pena. Vamos, que es como ir a  Guanajuato, un lugar ideal para caminar y mirar. Tomamos el trenecito que parte de la Plaza de Zocodover y las vistas de la ciudad fueron increíbles.

Quizá lo que más me impresionó de Toledo fue la catedral. Realmente es muy bonita, créanme que he visto muchas iglesias y ninguna me ha dejado tan embobada. Se respira paz, en verdad. Y no sólo en la catedral,  no hace falta más que caminar por las orillas del rio Tajo para sentirse pequeño y jóven andando puentes que están ahí desde hace más de 500 años.

Es de cuento.

- Me quedé con ganas de visitar la Sinagoga de Tránsito, pero he de volver. Es una promesa -

Si paran por Toledo, no olviden comprar turrones y mazapanes, compré unos de chocolate en Los Toledanos que para que les cuento. Riquísimos. Intenté no dejarme el sueldo comprando damasquinado (una artesanía típica que consiste en crear figuras con hilo de oro sobre una base acero inoxidable), y lo logré sólo por obra y gracia de Jebuz. En verdad que hay cosas bonitas.

Tan pronto tenga fotos actualizaré este post, porque en honor a la verdad creo que no le estoy haciendo justicia a tan bonito lugar. Esperen las postdatas.

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