7 de febrero de 2012

Vértigo


Dice la RAE:

1. m. Med. Trastorno del sentido del equilibrio caracterizado por una sensación de movimiento rotatorio del cuerpo o de los objetos que lo rodean.

¡Eso! Todo cambia, todo se mueve, todo gira. Cuando inició este año (ya estamos en el día 7 del segundo mes) me dije a mí misma (y lo escribí), que este año sí iba a ir por todo. Con toda la confianza. 

Así las cosas, en menos de 40 días he viajado ida y vuelta a Los Cabos, Miami y Acapulco. Anduve topless en una cálida alberca al lado de mi marido, fui a una fiesta en jacuzzi con unos canadienses perfectamente desconocidos que festejaron mi gusto por Foster The People, fui inspeccionada en busca de explosivos y/o narcóticos, American Airlines me perdió una maleta, me enfiesté en un yate, me ofrecieron hospedaje en Chile si algún día me decido a ir, estrené mi nuevo coche, pasé ocho horas en un viaje en carretera...

...y también me enteré de enfermedades en personas que me importan, una muerte más en la familia, muchos duelos aún inconclusos, muchas disputas aún sin resolver, muchas llamadas de mi mamá con voz acongojada para darme una mala noticia más. 

Es como si el mundo se hubiera decidido a cambiar de una vez y para todas. Gente que llega, gente que se va, gente que se esfuerza en quedarse a mi costado sobre las suaves sábanas de algodón...

Por un lado, me siento cada vez más afortunada. Por otro lado, cada vez más culpable. Tener tantas bendiciones me abruma cuando se que hay personas con significado en mi vida que está sufriendo, como yo lo hice años atrás cuando tuve que decir adiós a mi abuela. 

La muerte nunca es fácil. La cercanía de la muerte, sin embargo, es más dolorosa. Porque morirse uno, pues como sea (ojalá todo fuera como cerrar los ojos y decir adiós), pero soportar la muerte del ser querido es algo a lo que el corazón nunca se acostumbra. 

Cuando alrededor siento que la enfermedad y la muerte rondan a mi familia desde hace un par de meses, sólo me dan ganas de orar. Pedir. Suplicar. A lo que sea, a quién sea (fuerza mágica, o cósmica, o espíritual, o divina) que no se acerque demasiado. Que me permita mantener a la fortuna de mi lado. 

Yo he decidido ya no sufrir por la idea de la muerte. No extrañar ni a quien muere, ni a quién vivo ha decidido salir de mi vida. Dejar que las cosas fluyan, por muy mal que suene, mis lágrimas y mis lamentos no harán volver a quién se fue. Mis acciones pueden llenar de sonrisas a quién se queda. 

Todo gira.