El primer poema que le dediqué a mi amorcito fue, justamente, uno de Benedetti. Sin atreverme a decir Te amo, buscaba simplemente los Te quieros retóricos que escondieran a medias lo que no me atrevía siquiera a pensar
Pero no era de eso de lo que quería escribir.
Era de llegar a casa.
Cuando era niña una de mis más grandes obsesiones en la vida era mudarme. Nunca me gustó mi casa, demasiado pequeña y demasiado extraña para mí. Nada de lo que en ella había reflejaba ni siquiera fugazmente aquello que yo soy, o era o sería. Pasaba muchas horas soñando despierta en mi casa ideal.
Mi casa ideal, me decía, tendría grandes balcones por donde la luz del sol entrara a iluminar cada rincón. Tendría unas lindas cortinas blancas, las paredes serían brillantes, amarillas quizá o lilas en el cuarto. sencillamente positivas y deliciosas. Tendría una gran sala en donde cupieran todos mis amigos. También tendría un lugar para leer, grandes libreros y un sillón exclusivo para mi. Con los años, le agregué una cocina amplia con un horno práctico y funcional y un lugar para ver películas. Mi cuarto sería una especie de loft todo incluido, mi propio país.
No he dejado de soñar con esa casa, y espero encontrarla algún día. Hoy le he agregado el requisito de tener vista al mar en alguna playa virgen. Soñar no cuesta nada.
Pero también ha sucedido que en una dimensión paralela, me doy cuenta de que en realidad ya no me importa. He hecho las paces con mi antigua casa a raíz de que fui abandonada en ella por mi familia y he aprendido a verla con otros ojos en este año largo que llevo viviendo sola.
He redefinido mis conceptos, y mi sueño de tener una casa se ha transformado en la realidad de formar un hogar, con todo lo que de difícil tiene. Hoy sé, que las ventanas más grandes son aquellas que abro no para que entre el sol, sí para que puedan asomarse a lo que tengo dentro (ya saben, metafóricamente hablando). También sé que la cocina amplia deja de ser relevante si pienso que para obtenerla perderé todo mi tiempo para cocinar, antes prefiero poner todo mi cariño en los platos sencillos que comparto con los demás. La vista al mar...bueno, eso es algo a lo que en verdad no quiero renunciar. Pero al menos ya tengo mis paredes amarillas y mi sillón-exclusivo-rincón-para-leer. Con eso me basta por ahora, y aunque se que siempre querré más, sé que el antídoto llega cada noche:
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.