28 de febrero de 2011

Y las cosas más triviales se vuelven fundamentales...

...porque estás llegando a casa.

El primer poema que le dediqué a mi amorcito fue, justamente, uno de Benedetti. Sin atreverme a decir Te amo, buscaba simplemente los Te quieros retóricos que escondieran a medias lo que no me atrevía siquiera a pensar

Pero no era de eso de lo que quería escribir.

Era de llegar a casa.

Cuando era niña una de mis más grandes obsesiones en la vida era mudarme. Nunca me gustó mi casa, demasiado pequeña y demasiado extraña para mí. Nada de lo que en ella había reflejaba ni siquiera fugazmente aquello que yo soy, o era o sería. Pasaba muchas horas soñando despierta en mi casa ideal.

Mi casa ideal, me decía, tendría grandes balcones por donde la luz del sol entrara a iluminar cada rincón. Tendría unas lindas cortinas blancas, las paredes serían brillantes, amarillas quizá o lilas en el cuarto. sencillamente positivas y deliciosas. Tendría una gran sala en donde cupieran todos mis amigos. También tendría un lugar para leer, grandes libreros y un sillón exclusivo para mi. Con los años, le agregué una cocina amplia con un horno práctico y funcional y un lugar para ver películas. Mi cuarto sería una especie de loft todo incluido, mi propio país.

No he dejado de soñar con esa casa, y espero encontrarla algún día. Hoy le he agregado el requisito de tener vista al mar en alguna playa virgen. Soñar no cuesta nada.

Pero también ha sucedido que en una dimensión paralela, me doy cuenta de que en realidad ya no me importa. He hecho las paces con mi antigua casa a raíz de que fui abandonada en ella por mi familia y he aprendido a verla con otros ojos en este año largo que llevo viviendo sola.

He redefinido mis conceptos, y mi sueño de tener una casa se ha transformado en la realidad de formar un hogar, con todo lo que de difícil tiene. Hoy sé, que las ventanas más grandes son aquellas que abro no para que entre el sol, sí para que puedan asomarse a lo que tengo dentro (ya saben, metafóricamente hablando). También sé que la cocina amplia deja de ser relevante si pienso que para obtenerla perderé todo mi tiempo para cocinar, antes prefiero poner todo mi cariño en los platos sencillos que comparto con los demás. La vista al mar...bueno, eso es algo a lo que en verdad no quiero renunciar. Pero al menos ya tengo mis paredes amarillas y mi sillón-exclusivo-rincón-para-leer. Con eso me basta por ahora, y aunque se que siempre querré más, sé que el antídoto llega cada noche:


No lo creo todavía 

estás llegando a mi lado 
y la noche es un puñado 
de estrellas y de alegría 



palpo gusto escucho y veo 
tu rostro tu paso largo 
tus manos y sin embargo 
todavía no lo creo 



tu regreso tiene tanto 
que ver contigo y conmigo 
que por cábala lo digo 
y por las dudas lo canto 



nadie nunca te reemplaza 
y las cosas más triviales 
se vuelven fundamentales 
porque estás llegando a casa 



sin embargo todavía 
dudo de esta buena suerte 
porque el cielo de tenerte 
me parece fantasía 



pero venís y es seguro 
y venís con tu mirada 
y por eso tu llegada 
hace mágico el futuro 



y aunque no siempre he entendido 
mis culpas y mis fracasos 
en cambio sé que en tus brazos 
el mundo tiene sentido 



y si beso la osadía 
y el misterio de tus labios 
no habrá dudas ni resabios 
te querré más 
todavía.

8 de febrero de 2011

Me siento vivooo uoo-o-o-o

NOTA: ESTIMADO LECTOR ESTE POST ES DE UNA CURSILERIA INFAME. SI USTED NO CREE EN EL AMOR ABSTÉNGASE DE LEERLO.

Siempre quise una aventura que asombrara al mundo. Cuando era niña supe que había nacido para enamorarme, no una y otra vez y cada rato. Sólo una vez y profundamente. Nunca lo imaginé, no soñaba despierta con príncipes azules, pero cada vez que leía una historia de amor, que veía una película romántica e incluso cuando escuchaba una canción de amor cada centímetro de mi piel se erizaba y en algún lugar en mi pecho se encendía un deseo que me sentía incapaz de satisfacer. 

En la prepa no faltó quien se burlara cuando, después de leer Marianela, afirmé vehementemente que se podía morir de amor. Al final, mi calvario se aclaró cuando, ya en la universidad, un profesor para el que nunca me alcanzó la admiración nos dijo severamente: en este mundo ya la única obscenidad es el amor. 

Nunca lo esperé. Simplemente sucedió. Miré al frente, me encontré contigo. No escuché campanas, no sentí un rayo fulminante. Lo único que sentí fue una sonrisa gigante dibujándose en aquel rincón del pecho del que ya no me acordaba. Nos sentamos juntos. Nuestra historia es tan ñoña que ni siquiera vale la pena detenerse en los detalles.

¿Sabía que te iba a amar así? No, no lo sabía. Pero cada miércoles esperaba con ansiedad esos largos minutos en insurgentes. No requería de tus palabras, ni de tus miradas. me conformaba con sentirte cerca para sentirme tranquila. Y entonces, en la oscuridad del cine, me atreví a tomarte de la mano para después besarte. 

¿Lo sabía entonces? No, tampoco en ese momento supe lo que ibas a significar para mi. Una semana después eramos novios. Sólo entonces hablamos. Te dije que estaba loca, que más valía establecerlo desde el principio. Me dijiste que tu libro favorito era El Principito. Te dije que me sentía Josephine March. Me dijiste que no te entendería hasta que leyera La insoportable levedad del ser. Te dije que me gustaba el aroma a tierra mojada. Me dijiste que te gustaban las vacas. Me dijiste que te gustaba el mar. Te dije que soñaba con ir a Praga.

Supe que eras alguien importante. Pero tampoco entonces supe que te amaba.

Supe que te amaba el día que, sosteniéndome en tu regazo, mientras acariciabas mi cabello (y después de una terrible experiencia alcohol-antihistamínicos) me dijiste al oído: Yo estoy aquí, no te preocupes.

Así ha sido siempre. Tu has estado aquí. No tengo nada de qué preocuparme.

Has estado aquí en las buenas y en las malas. En cada momento importante.En cada momento definitivo. Dormimos lado a lado en el velorio de mi abuelo. Estuviste junto a mi el día que mis padres se divorciaron. Viviste conmigo el luto largo por una amiga que desapareció. Fue tu mano la que sostuvo la mía el día que nos graduamos. Me escuchaste después de mi primer día de trabajo. Fueron tus palabras las que me alentaron en mis momentos de mayor tristeza, fueron tus sonrisas las que detuvieron mi llanto. 

Viajamos juntos. Saltamos juntos. Sonreímos juntos. 

No podía ser de otra forma.

No todo ha sido perfecto. Y me alegro por eso. Porque cada pelea y desacuerdo nos ha hecho más fuertes y cercanos. Porque cada lágrima ha sido pagada con mil sonrisas y suspiros. Te tuve miedo durante tanto tiempo, miedo a estar tan enamorada, miedo a amarte tanto, miedo a ser tan vulnerable...

Pero hoy se que somos un gran equipo. y navegamos por la vida en nuestro Kayak ;) Me has dicho las mejores palabras de amor, y son las mejores porque son las más sinceras: 

no te voy a mentir, habrá momentos en que tendremos miedo de enfrentarnos a las olas, y seguramente nos toparemos con vientos que nos hagan difícil seguir adelante. Habrá también etapas en que demos vueltas porque uno quiere ir hacia un lado y el otro hacia otro, pero se que bastará con mirarnos y hablar para poder desatorarnos y avanzar. Porque al final eso somos, dos mensos que agarran un kayak y deciden lanzarse a navegar juntos. Pero tú eres mi compañera perfecta. Tú y yo somos el mejor equipo.
Lo somos.

Y definitivamente, tú eres la aventura de mi vida.

Nosotros.

Esa es mi palabra.