5 de diciembre de 2008

Por noches como la de ayer...

...sigo profundamente enamorada.

Caminar tomados de la mano, compartir un pan. 

Que la vida nos sorprenda como usualmente lo hace. Entrar a una plaza desconocida y hallar un mundo aparte. Escuchar cánticos rusos, desear ir a Moscú. Que me escuches debatirme entre comprar o no un reloj de ambar verde. Beber vino en la inauguración de un evento al que no estabamos invitados. Salir en las fotos con el embajador ruso (un tipo delgado que se divierte tomando fotos con su celular a un tipo que podría llamarse Illich Dimitri). 

Probarme gorras de pieles mientras tú te ries. 

Y de nuevo, asombrarnos. 

Y de nuevo, recordar por qué estamos juntos y por qué seguimos enamorados. 

Y sorprendernos de que exista tal cosa como la autoridad suprema de la iglesia Cristiana Ortodoxa en México. Y que dicha autoridad use un celular más moderno que el tuyo y que el mio. Y que intercambie números con el embajador de Rusia. 

Reirnos en voz baja. 

Desear el reloj de la Perestroika. 

Divertirnos juntos. 

Y luego, disfrutar de una obra maravillosa. Y desear no ser el canario. Y desear querernos más no necesitarnos. Y desear tener las palabras correctas en el momento adecuado. Y saber que somos el motor de la vida del otro, pero que igual funcionamos a empujones. 

Y saber, que en el silencio, nos decimos Te amo. 

Y desear...desear que el protegernos mutuamente no lleve a ninguno de los dos a hacerse a un lado. Y desear que nuestra protección alcance para este mundo que cada vez se vuelve más loco.

Porque tú eres mi constante. Y quizá sólo tú sepas a qué me refiero. Siempre habrá una llamada en navidad para recordarnos quienes somos  y cuándo y en dónde estamos. 

Por noches como la de ayer recuerdo lo maravillosa que es la vida y lo fácil que es encontrar la complejidad y la belleza de las cosas más pequeñas. 

Yo también tengo un baúl, en el fondo de mi corazón, en el que atesoro mis palabras, que también son tuyas porque mi corazón siempre estará abierto para tí. 

Porque estoy fuera de toda lógica. 

Porque soy adicta a las historias. 

Porque sé que muchas noches te vas a la cama sin entender ni un ápice de lo que te digo. Y tú siempre tendrás la llave para buscar en ese baúl las claves de aquello que me hace ser quién soy. 

Al final, como diría Rosa Montero en La hija del Canibal , somos palabras, sólo palabras que retumban en el éter...

De eso están hechas las historias...de palabras.