3 de junio de 2011

Los amores imaginarios

Hoy en día los amores imaginarios son bastante comunes. En una época en que al compromiso se le huye como a la peste, resulta bastante cómodo esconderse del rechazo refugiándose en el amor al concepto del amor.Era igual hace diez años. O quizá es simplemente que mi generación, diez años más joven, era la misma.

Ayer vi la cinta Los amores imaginarios en el festival Distrital. La disfruté bastante, me gustó mucho el ritmo de la primera mitad, pausado (quizá sería mejor decir acompasado), aunque la segunda mitad lo pierde y comienza poco a poco a vaciarse de sentido el argumento. Quizá esa era la intención de Xavier Dolan, un chavito canadiense con mucho talento, pero a quién aún la experiencia no ha templado. (Chavito...acaba de escribir la casi-señora-casi-treintona al hablar de alguien de veintipocos).

En fin. La película se trata básicamente de un triángulo amoroso imaginario en que dos mejores amigos (un chico y una chica) caen en un profundo enamoramiento de un muchachete atractivo y deafiante, y de cómo ese enamoramiento acaba por transformarlos a ellos y a su amistad.

Me suena familiar.

Les decía yo, hace diez años conocí muchas historias similares, castillos construidos en el aire, pero con unas raíces sumamente profundas en el corazón de quienes las construyeron. Una historia así transformó mis amistades cuando yo tenía 22, enemistó a mis dos mejores amigos y me convirtió en testigo de lo real que pueden llegar a ser esos amores imaginarios.

El concepto.

Yo viví muchos años enamorada del amor. me costó mucho trabajo y muchas lágrimas entender que el amor, como algo real, es más una circunstancia que un concepto, más semilla sembrada que castillo construido. Eso no evita, sin embargo, que en mi corazón aún se encuentre arraigado el concepto del amor, y eso no le quita ni una pizca de fantasía a lo que imagino como amor todos los días.

Y es que siempre, o casi siempre si no se quiere ser absolutista, el amor es una imaginación de quien lo vive, y de cada lado de una pareja, una imaginación distinta. Al compararlas, pueden suceder dos cosas: magia o decepción. Ante eso, enamorarse del concepto del amor resulta una efectiva armadura. Imaginación o no, los amores nos erizan la piel, nos aceleran el pulso...y duelen, también muchas veces duelen. Pero, hay que ser sinceros ¿quién renunciaría a ellos? ¿quién renuncia voluntariamente a fantasear con el amor?

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