31 de julio de 2009

Miedo.

El miedo es algo terrible. Se te mete por debajo de la piel, hasta la médula de cada hueso, y una vez que entra es muy dificil sacarlo.

Estos dos últimos días me he sentido presa de un pánico atroz. Cada vez que veo las noticas me encuentro con que el mundo se esta descomponiendo pedacito por pedacito. Para prueba está el caso de Nelson Vargas, la mujer que prostituye a su niña de 4 años, la balacera en Guanajuato , la balacera de Santa Fé...

Uf, ni para que seguir. Y para colmo, vivo en una de las 25 colonias más deliictivas del DF. A mí me asaltaron a punta de pistola en la entrada de mi casa, eran unos mocosos. De eso hace ya dos años, pero no lo he podido superar. Caminar sola en la noche (conste que lo hago por necesidad y no por gusto) provoca en mí un terror psicológico inmenso.

No voy muy lejos, hoy por la mañana iba a tomar, mi acostumbrado autobús matutino. Caminaba hacia la parada cuando sentí que un tipo corría atrás de mi. Me entró un rush de adrenalina y mi corazón dió un vuelco tal que estuve a punto de vomitar del miedo.

Al final el "tipo" era un señor corriendo para alcanzar el autobús.

No es la primera vez que me pasa, ya en otras ocasiones he sentido esas oleadas de miedo líquido correr por mi cuerpo y en un ataque de repentina religiosidad me encomiendo a todos los santos, dioses y avatares que conozco esperando que eso sirva de algo.

Es terrible vivir así. Pero al final uno se acostumbra, a sudar frio esperando el mensaje o la llamada que asegure que nuestros seres queridos obligados a atravesar esta ciudad de noche lleguen con bien.

No, no voy a tomar la salida fácil y culpar a lo medios de crear esta atmósfera de miedo. Porque más que las noticias leídas en cualquier diario o página de internet, lo que me aterroriza son las múltiples historias de amigos y familiares que relatan esos pequeños infiernos que alguien con más fuerza les obliga a vivir. Todo por un celular y doscientos pesos.

Esta ciudad y este país son cada vez más una jungla que una civilización, y yo no sé ni siquiera cuál lado es el más fuerte. Y no, no se me ocurre una solución.

Quizá de todo, eso sea lo más frustrante.

1 comentario:

  1. Un sentido blog personal. A pesar de tu entrada, no me ha dado miedo el leerte.

    Un saludo.

    ResponderBorrar

Lo que quedó: