12 de octubre de 2007

Canon.

De todas las piezas de música "clásica" que conozco, es el Canon de Pachelbel la que más me gusta. Me infunde una sensación de paz y perfección que es dificil describir.

Recuerdo al director del coro donde estaba, diciendo que un canon es una melodía que se armoniza a sí misma. Me parece una definición extraordinariamente acertada en su simplicidad. Juan Luis tenía un mucho de poeta, como todos los artistas verdaderos que he conocido.
¿Por qué hablo del canon en estos momentos? Digamos que me he dado cuenta que la vida, al menos la mia, es como un gran canon, como una pieza musical infinita en que la misma melodía se repite con variadiones de tempo, volumen, etc. para armonizarse a sí misma y convertirse en algo distinto.

Hay temporadas en mi vida en que un mismo tema aparece repetidamente, en las últimas dos semanas el tema recurrente, que ha surgido en muchas de mis conversaciones es el tema de la juventud... pero eso ya lo escribí en un post anterior.

Ahora lo que me ocupa y me sorprende son dos cosas, pequeñitas, casi nada. Por un lado, la Teoría de la senda, que ayer volvió a mi mente y por el otro la doble vida, el reflejo, la compañía.
¿De dónde viene todo esto? Pues resulta que ayer estaba curioseando en un puesto de libros usados (una de mis aficiones favoritas), pues no he leído un sólo libro en un mes, lo cual me provocó preocupación y tristeza. El problema es que no era el momento de ninguno de los libros que tengo. Mi teoría es que cada libro tiene un momento dentro de la vida de cada persona, y es imposible leerlo antes o después de ese momento; hay libro que han llegado a mis manos mostrándome la solución a un problema, o un problema que necesitaba ser planteado para poder crecer. Y hay libros que me intrigan, me atraen, pero al momento de leerlos, no llego más allá de la página diez.

Me pasó, por ejemplo, con el libro de Santa Evita. Lo compré alguna vez en diez pesos, e intenté leerlo, lo inicié...y lo reinicié diez veces, sin poder concluirlo. Hasta que un día me enfrasqué tanto en su lectura que no me separé de él hasta terminarlo (de verdad, lo llevaba a todas partes) y terminó convirtiéndose en uno de mis libros favoritos.

Pero, me aparté del punto inicial. Estaba yo pues, buscando algo para leer, y me encontré un libro de Millás. Quizá se pregunten que tiene eso de extraordinario, pero a mí me hizo esbozar una sonrisa. Justo ayer, en respuesta a un comment en su post, Guy Fawkes me había recomendado leer a Millás.

Ja. Vidas paralelas o no. Ahora me encuentro a la mitad de Primavera de Luto. Un libro que me ha resultado sorprendentemente ligero pese a lo densas qu pueden resultar las reflexiones que en mí puede despertar.

Esas vidas paralelas, reflejos, coincidencias, que pueden surgir incluso en este mundo virtual de la blogosfera me intrigan y me llevan a la siguiente nota de mi melodía: La teoría de la senda.
En un lbro, que de hecho compré en el mismo puesto en el que ayer compré el de Millás, un filosofo español hablaba de la Teoría de la senda, que es parecida, pero no igual a la teoría del caos. Hay dos elementos definitorios de la realidad, dice, azar e historia. Todo lo demás son inventos nuestros.

Así pues las coincidencias surgen de pequños actos cuya peso se maximizó a través de al historia, pero que en un inicio fueron realizados al azar. Una decisión como caminar o no por cierta calle puede definir que una persona sea nuestro mejor amigo o no, y nosostros nunca lo sabremos.
Así pues, a lo que llego después de todo este choro mareador, es a la reflexión (que aún me da vueltas en la cabeza) de que la vida es como un canon. Nuestros actos, y los actos de aquellos alrededor de nosotros, vuelven a nosotros para armonizarnos. Siempre es la misma melodía, pero la armonía es distinta al sobreponerse a sí misma.

En esta realidad de azares e historia. Las vidas paralelas son, pues, comunes. Y a veces hay que aprender a hace las paces con ese espejo que nos muestra lo que no fuimos ( incluso cuando eso era lo que queríamos ser) y escalar en el espiral para encontrar la parte que jugamos nosotros en la armonía eterna del universo.

Para cerrar con esta viajadez, dejo una cita del libro que ahora leo:

No comprendo la loca carrera de los hombres en busca de un destino personal que no existe o de una individualidad que, en el mejor de los casos, es un mero artificio incapaz de tapar la falta de sustancia que, como un agujero, nos traspasa.

La identidad, la esencia. Una fígura más del canon de mis pensamientos. Al final, siento, ese es el meollo del asunto.

M.

4 comentarios:

  1. No hay tal cosa como las casualidades.
    Te acuerdas también del post de la esencia?
    También creo que los libros deben ser leídos en cierto momento, ahora leo otra vez a Millás, "No mires debajo de la cama", quizá nunca nos conoceremos mas alla de unos textos en tú página o la mía, pero eso me basta por ahora; esa teoria que mencionas, ¿no será "la teoria del caos"?
    Hay una película al respecto, no es del todo buena, pero igual vale verla.
    ;-)
    Me gusta saber que hay alguien afuera, gracias por leerme.

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  2. Por cierto, me encanta el canon de Pachelbel, si no hay; pues Bach entonces.

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  3. De acuerdo con este filosofo, la teoría del caos es sólo una parte de la teoría de la senda...El libro se llam Elgobierno de la fortuna y es de Juan Antonio Rivera...está bueno para debrayar un rato.

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  4. -Ah!, eso no lo sabia!- Dijo él sorprendido.

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Lo que quedó: