20 de mayo de 2008

Job and the city


Odio las entrevistas de trabajo. Odio Santa Fe. Odio los grandes corporativos. Odio el frio.

Hoy estoy instalada en Grinch Cam, o sease, soy la encarnación viva de Pitufo Gruñón. Aunque la verdad estoy de buen humor.

Primer punto de la orden del día: Odio las entrevistas de trabajo.

Son aburridas, predecibles y generalmente mis entrevistadores me caen mal. Como si ellos pudieran saber algo de mi trabajo con tres preguntas. La próxima vez voy a ser sincera: Usted debe contratarme porque soy la mejor en lo que hago. Punto. No creo que necesite saber nada más de mi.

Segundo punto. ¿Por qué diablos existe Santa Fe? ¿Para hacerme sufrir?

Es una tendencia del medio laboral en que me desenvuelvo. Todas las empresas se mudan a Santa Fe, sin consideración alguna por las cuatro horas diarias que deberé gastar en transporte para llegar hasta allá. Y me quejaba de Las Lomas...

Es que de verdad, Santa Fé es un mundo aparte, la gente no se dirige la palabra, todos parecen perdidos y nadie sabe en dónde está, pides instrucciones y te mandan a dar tres vueltas y regresas al mismo edificio pero por atrás. Trabajar en Santa Fé es un acto desesperado de sobrevivencia para quienes vivimos en el lado oscuro de la civilización: el centro de la ciudad.

Y por eso odio los grandes corporativos. Por estar en Santa Fe.

Y odio el frio. Ahora estoy enferma. Y está nublado, peor tantito.


Pero sobre todo y ante todo: ¡Amo el café caliente y que el Tabcin no tenga paracetamol!

Es lo único que me hace sentir mejor.

Bueno, no, esto también:

¿Quedó claro?

¿Les quedó claro?

Esta ciudad es de locos pero, ¿cómo no quererla cuando me hace reir tanto?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Lo que quedó: