17 de abril de 2008

Niña Marciana

Anoche vi la película Martian Child (con un título hórrido en español, algo así como Nadie te quiere como yo, creo), y me dejó pensando en miles y millones de cosas.

La primera es que nunca jamás de los jamases seré una niña grande. Y es que cómo dice una canción cursi que mi mamá tiene en un disco que me dan ganas de quemar (con fuego): Las caricaturas me hacen llorar. Soy una sensiblera de primera.

La segunda, ligada con la primera, es que sigo siendo una niña, pero una niña marciana.

Asumamos que nunca me he considerado una persona normal (aunque, ¿qué carajos es ser normal?), pero lamento informar que ahora soy más normal de lo que fui cuando era niña.

Mi niñez transcurrió rodeada de adultos. Mi libro favorito, a los seis años, era la enciclopedia Larousse (Encarta y la Internet no existían), pedí a los reyes magos un microscópio y un juego de química Mi Alegría, no cursé el primero de primaria, vivía convencida de que iba a ser artista-actriz-cantante, me gustaba crear escenarios con recortes de revistas y hojas de papel, el café negro y usar el cabello suelto sin cepillar, mi sueño era viajar a Mexicali (es que sonaba tan bonito el nombre), escribía poemas y quería salvar al planeta. Nunca me gustaron los nenucos y amaba bailar salsa y Rock and Roll.

Nunca fui buena para socializar. Era rara. Todos me hablaban, en el salón siempre era yo a quién escogían. Pero me sentía extraña. Muy sola.

Hoy, han pasado poco más de 24 años (24 años y dos semanas para ser exactos) y me siento un poco menos sola de lo que me sentía en mi infancia.

Sigo estando loca, o al menos eso es lo que dicen todos los que me conocen, pero he aprendido a relacionarme mejor. Y ahora, cómo hace mucho no sucedía, mi marcianidad no causa extrañeza sino amor, en la persona que más me importa en el mundo.

He aprendido a fingir y pretender. Hay un cuento de Millás que lo ejemplifica perfectamente: una mujer va y le dice a un hombre que está loca, pero él obvio no le cree, hasta que ella dice que ha aprendido a fingir, pero que si alguien se diera cuenta de que está loca tendría que matarlo...ja.

En fin, que a veces me pregunto en qué consiste eso que los otros llaman locura en mí. Hace mucho que dejé de notarlo, ante mi misma me he convertido en una persona convencional. lo cuál es un poco triste.

Como buena niña marciana, me pregunto ¿es bueno ser como las demás personas?

Y me respondo que no. Siempre hay un pequeño espacio de originalidad en el fondo de cada persona. Ese que nos permite colgarnos de cabeza para que la sangre fluya mejor, o no pisar las rayas del piso, o coleccionar regalos sin sentido en un escritorio, o dibujar tiras cómicas de ratones perdidos en intestinos, o inventarse una gemela malvada cuando recién comienzas un noviazgo con alguien, o cantar en la calle o inventar canciones, o gritar cuando se tienen ganas de gritar, o escribir, o rayonear cuadernos, o inventarse de nuevo cada día, o lo que sea.

Mi misión de exploración aún no ha terminado. Aún no he descubierto lo que significa ser humano.

Mientras, soy sólo otra niña marciana adaptándose a este mundo.

4 comentarios:

  1. Al final del día todos aquellos que llegan a pensarse o visualizarse como especiales o extraños caen en cuenta que son tan comunes como el que más. Es sólo cuestión de poner atención.

    Pero bueno, supongo que para muchos es bonito sentirse diferente.

    ResponderBorrar
  2. Lo he dicho, ante mis propios ojos, soy una persona convencional. Bastante común y corriente.

    Y quizá suceda también al revés. Si pones un poco más de atención descubres algo que te hace único.

    Seguiré observando, aún no tengo ninguna conclusión al respecto.

    ResponderBorrar
  3. Anónimo6:43 a.m.

    Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

    ResponderBorrar
  4. Lo raro de la gente rara es que toda se parece...

    Digo, también yo pedía microscopios de Mi Alegría.

    Pero una vez me regalaron uno mis abuelos, con su estuche de madera y su llave.

    A veces nos mimetizamos entre las rayas de la banqueta.

    Pero es sólo una estrategia de sobrevivencia. Tampoco te alarmes tanto. Sigues siendo tú.

    D.

    ResponderBorrar

Lo que quedó: