2 de abril de 2008

Letras en las paredes...

Así de repente. Uno está lavándose los dientes, o desmaquillándose, o sentado plácidamente en la taza del baño y aparece una idea que mereciera ser escrita, una frase, un proyecto, un poema. Un recuerdo que valdría la pena atesorar.

A mi me pasó la semana pasada. Mientras me lavaba los dientes se me ocurrió algo que me pareció instantáneamente ingenioso y profundo, y claro, lo olvidé a los dos minutos. Y entonces me quedé pensando en que la mente es en muchos casos inoportuna y trabaja mejor cuando no hay una pluma y un cuaderno cerca (hablaré en otra ocasión sobre mi obsesión con los cuadernos).

¿Qué se hace en esos casos? Me imaginé de repente escribiendo con pastas de dientes sobre las paredes de mi baño el poema el mejor de todos los que he escrito, el más espontáneo y genuino. Y entonces me imaginé a los millones de habitantes del mundo escribiendo sobre las paredes con lo que tuvieran a mano: un ensayo escrito en la acera con salsa de tacos al pastor, una minificción con labial sobre los vidrios de Torre Mayor, Palacio Nacional con una novela escrita con espuma radiactiva...

Las paredes, y los techos, y los pisos serían entonces los guardias de las mejores ideas de la humanidad, esas que no llegan a un cuaderno o siquiera a una servilleta rayoneada en cualquier barsucho o café. Vamos, ni siquiera a la última página del libro en turno.

Claro está, tendrían una efímera y breve permanencia, pero al menos habrían visto la luz.

Alguna vez imaginé un aparato que serviría para guardar nuestras ideas. Uno se lo implanta en el cerebro y mágicamente, sólo necesita imaginar una historia para que esta pueda ser reflejada en el papel tal como nosotros la pensamos. Comas más, puntos menos (es que a mi me gustan las frases cortas).

En fin. Me gustó la idea de la pasta de dientes. Y la de imaginar al mundo como un gran lienzo en el que nuestras ideas más inoportunas pudieran conversar.

Es sólo un debraye.

Para cerrar, un poema de Oliverio Girondo:


Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.


PD Me gusta mucho la palabra tapanco.
Si la repito muchas veces, deja de tener sentido y comienza a sonarme al nombre de algún intrumento musical:
Hey! habrá un concierto, van a tocar la sonata #4 para piano y tapanco de Spichlitz

(no sé porque, pero siempre me imagino que todos los músicos serios tienen apellido alemán...

4 comentarios:

  1. Anónimo1:51 p.m.

    Hola irais, pues yo soy Piscis solamente porque estoy en el limite de los dos signos pero me encantan las personas aries tienen una energia muy bonita,

    un abrazo
    mariajose

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  2. Irais:

    Alguna vez pensé que me gustaría tener una impresora en la cabeza... porque efectivamente, las ideas que he juzgado más lúcidas, de forma irónica, no han visto la luz...

    D.

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  3. Auu que linda imagen, me encantó lo del labial en la torre mayor jejej cuanto glamour... oye y si, cuantas veces no pasa que esas ideas geniales se nos van como arena entre los dedos.. pero veo que esta no se te fue porque la lograste escribir y muy bonita que te quedó.
    Por cierto muy lindo lo de Girondo. Me recuerda al Lado oscuro del corazón.
    saludosss

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  4. Hola!
    Gusto saludarte nuevamente.
    De acuerdo contigo.
    Cuántas ideas y pensamientos se han quedado en el aire por no poder plasmarlas en cualquier sitio en el indicado momento.
    Escribamos y dibujemos nuestro mundo pues

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Lo que quedó: