27 de enero de 2015

Las palabras más peligrosas...

"There are no two words in the English language more harmful than good job".

Terence Fletcher, Whiplash





La pasión es física. Igual que el amor y la excelencia. Y la música. Y la obsesión. 

Uno no puede simplemente ver Whiplash y dejar la sala de cine como llegó. Hay un cúmulo de reacciones que se acumulan bajo la piel, sobre la piel. El proceso intelectual viene después, las preguntas sobre el valor de la excelencia, la medida del éxito y los sacrificios. 

Porque durante los 107 minutos que dura la película, lo único que puedes hacer es sentir. Se sienten los nudos en el estómago, la tensión en los hombros, la energía en las piernas, el cejo fruncido, el sudor en la palma de las manos. Ese éxtasis ansioso, frenético, que sólo puede ser provocado por el hambre de triunfo (no, no de triunfo, pero ni logro ni éxito lo transmiten del todo...quizá achievement tenga un poco más de precisión).

A través de la música (con un OST glorioso, por cierto) la historia nos lleva en una montaña rusa emocional que cumple el propósito primordial del teatro - y por extensión del cine-: la catarsis. Las críticas despiadadas de Terence Fletcher parecen dedicadas a la versión blanda y torpe de nosotros mismos y esos pequeños momentos de orgullo y satisfacción de Andrew nos generan la misma sonrisa pagada de si misma que vemos en pantalla. 

La historia nos lleva por la ruta  poco transitada que es la del camino a la excelencia, llena de claroscuros y sentimientos contradictorios, de orgullo y confianza, pero también y al mismo tiempo de un miedo pantanoso al fracaso. Como un pistón, son esos altos y bajos los que permiten el movimiento...y no es suficiente si no hay combustible y chispa. 

Y por supuesto, es una experiencia incendiaria. 

Porque la vida es así, te dediques a lo que te dediques. Nunca sabremos si somos lo suficientemente buenos, a menos que estemos dispuestos a llevarnos hasta el límite, a no ceder ante los golpes, a levantar la cabeza siempre una vez más y seguir tocando. Cosa difícil, por supuesto, porque eso implica tener una claridad de prioridades absoluta. Renunciar a todo, sacrificarlo todo, por la única cosa en la que te interesa ser GRANDE. 


O conformarte, sencillamente, con hacer un buen trabajo. 



Es una apuesta que pocos se atreven a tomar. 









"I never really had a Charlie Parker. But I tried. I actually fucking tried. And that's more than most people ever do".

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