19 de noviembre de 2011

Perros.Mudanzas.Ángeles guardianes.

Mi luna de miel terminó cuando al llegar a casa me encontré con que mi fiel compañero falleció después de once años. Mi querido perro. El más hermoso cocker del mundo mundial. Mi puchi.
Puchi llegó a mi casa un mes después de que falleció mi abuelita. Todos cargábamos una tristeza imposible de cuantificar, a mis hermanos y a mi la pérdida de su presencia nos dejó huérfanos, todos andábamos por inercia en unas vidas que parecían ya no ser las nuestras...
Mis papás siempre se habían negado a tener mascotas, pero algo en el corazón de mi mamá le hizo querer darle a mi hermana un compañero en esos momento difíciles. Yo no quería un perro, yo no quería tener que aprender a querer a alguien más y sufrir con alguien más. Es por tu hermana, dijo mi mamá, y con eso derribó todas mis objeciones.
Un vecino de mi tia tenía una cocker que había tenido una camada y quería dárselos a gente cercana que los cuidar y los quisiera. Fuimos mi mamá, mi hermana y yo a elegir. Mi mamá quería una hembra. Pero en cuanto vi los ojos oscuros de aquel perrito juguetón que nos meneaba la cola, me enamoré.
El nombre lo eligió mi hermana, mientras caminábamos a la casa. Yo lo sostenía en una mano y lo cubría con la otra. Tan pequeño era.
Había que darle leche en una mamila y cubrirlo con una manta para que no pasara frío. Las primeras noches las pasó dormido en mi almohada, de dónde cayó al piso en la 2da noche. Siempre bromeamos diciendo que ese golpe le había provocado un severo retraso que lo convirtió en un eterno cachorro que azotaba contra las paredes cundo corría y que siempre tenía una sonrisa y una mirada de curiosidad.
Le gustaba participar de las conversaciones familiares en la sobremesa, se sentaba junto a nosotros y volteaba a mirar a cualquiera que tuviera la palabra.Le asustaban los gatos, siempre quiso ser amigo de los perros grandes, su comida favorita eran los hotcakes con cajeta, cuando estaba en la universidad se sentaba a mi lado hasta que acababa mis tareas, sin importar la hora que fuera...era el perro más lindo y más fiel....

Hoy que no está, y que eso coincide con mi inminente mudanza hacia una vida diferente, hacia una familia diferente, no puedo dejar de pensar que una etapa de mi vida está terminando...

Decía yo un poco en serio, un poco en broma cuando me enteré de la noticia, que él había querido entregarme en buenas manos. Se fue justo dos días después de mi boda. Se que probablemente lo que estoy a punto de escribir es el mayor sinsentido del mundo, pero siento en el fondo de mi alma que un poco de mi abuelita nos acompañó estos once años a través de los ojos de ese perrito cariñoso.

Mi abuelita fue y ha sido siempre mi ángel guardián, mi hada madrina, cuando ella se fue, el cariño de nuestra mascota nos mantuvo a mis hermanos y a mí a salvo de la amargura de un matrimonio disfuncional que estaba llegando a su fin. Mi perrito cumplió su misión y hoy le toca a otro ángel ayudarme  a velar por mi misma, que bastante trabajo me cuesta. Hoy tengo alguien más con quien compartir mis penas, alguien más que enjuga mis lágrimas, alguien más que me escucha atentamente y está a mi lado en las madrugadas...

Mi abuela puso en mi camino al mejor para cumplir con la misión. Creo que puede estar tranquila.

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