6 de octubre de 2011

Expectations/Reality

Yo no creía en el matrimonio. Pero me encantaban las bodas. Bodas grandes o pequeñas, románticas, llenas de sueños y de ilusiones.

Yo soñaba con una boda. Pero descreía del matrimonio. Lo cual, como siempre, era reflejo fiel de mi contradictoria personalidad. 

Cuando conocí a Sergio, creía inicialmente que sería un amor de un ratito, uno más de mis desmadres. Nada dura para siempre...pero pasó el tiempo, y cada día me enamoraba más y más y más. Se volvió parte de mi vida, pasada, presente y futura. Me dí cuenta de que quería estar con él todo el tiempo, siempre.

Pero, bah, yo sabía que el enamoramiento tenía fecha de caducidad, así que decidí aguantar mi entusiasmo eternalista. Y así pasaron los años...y caí en cuenta de que eso ya no podía ser enamoramiento. Supe entonces, como sé hoy, lo que quería ser en su vida.

Quería ser su wife (disculpen ustedes pero odio la palabra esposa). Pero las cosas no eran tan sencillas, porque en un lugar con dos personas siempre hay desacuerdos. Él no quería matrimonio. Yo sí. Conflicto. (Pues claro, esta no ha sido una historia perfecta, ¿acaso creían que sí?). Fue una decisión difícil, terminar con él sólo porque no quería casarse o quedarme con él sabiendo que quizá nunca querría casarse...yo me quedé, y me quedé porque no podía hacer otra cosa, porque mi vida perdía el brillo sin su presencia, porque entendí que no siempre se puede obtener lo que se quiere, porque lo amaba, y ese amor con título o sin título igual era amor.

Al final, él un día decidió que sí, que era momento de ser de una vez y para siempre una pareja "oficialmente". Yo no lo sabía y seguía trabajando bajo el supuesto de disfrutar cada día a su lado...

Nos fuimos de viaje. El viaje en sí mismo era una señal. Fuimos a ver unos terrenos en Loreto, BCS, pensando en comprar uno, los dos juntos (nuestro sueño es vivir en la playa..) eso ya me provocaba gran gran emoción. La pasamos increíble. Y la segunda noche, mientras me bañaba, el entró. No le presté mucha atención. El agua estaba fría. Se paró junto a mi y me sonrió para después hincarse y estirar sus manos frente a mi.

Yo no entendí nada, por supuesto, sólo pensaba en el agua fría. Buscaba qué se le había caído para entender porqué se había agachado. Y entonces vi el anillo y lo entendí todo. En ese momento el mundo se cayó, todo quedó en silencio y el único sonido era el de mi sangre bombeándose a toda velocidad. Abrí los ojos tratando de entender el momento, abrí la boca tratando de decir unas palabras que jamás llegué a pensar y que mucho menos pude expresar. Él me miró fijamente a los ojos y me preguntó sencillamente : Marisol ¿quieres casarte conmigo?

Perdí el habla por al menos cuarenta minutos (lo cuál debe ser prueba del inicio del fin de los tiempos) sólo sentía un gigantesco nudo en la garganta y lloré, y lloré y lloré. Después de secarme y todavía envuelta en una toalla, Sergio me abrazó, se rió "todavia no me contestas", yo creo recordar que asentí...

Lo primero que dije cuando recuperé el habla fue: Sí, si quiero casarme contigo.

En mi cabeza, nunca imaginé como sería ese momento. Hoy lo miro en retrospectiva y creo que jamás lo habría podido imaginar distinto. Así tenía que ser. Aunque claro, esa fue la segunda petición. La primera, mucho más predecible y menos dramática fue en la soledad de un restaurante frente al mar Caribe, en el hermoso silencio de una noche llena de estrellas.Esa también fue hermosa, aunque hubiera sido de chocolate...

Después, la planeación de la boda comenzó a ocupar mi cabecita y mientras soñaba con vestidos y flores, comenzó a pasar el tiempo. Hoy falta poco menos de un mes. Y la boda que soñaba no será.

Y no será porque en principio yo soñaba con una boda en que estuviera toda mi familia (lo cuál por circunstancias bastante complicadas no será posible) y eso bastaba en gran medida para hacerme feliz. Ahora que sé que ellos no estarán, una gran parte de mi sueño de boda quedó roto, pero me niego a dejar que el resto se derrumbe.

No voy a negar que el hecho me provocó una severa depresión que me hundió por semanas. Pero hoy lo único que siento es un gran estrés por los trámites que me faltan y una gran emoción por todos aquellos detalles que amorosamente hemos preparado Sergio y yo para compartir con nuestras personas especiales.

Porque para mi la boda perfecta no se trata de recibir sino de compartir. Y nosotros más que regalos queremos recibir bendiciones y queremos darles a nuestra familia y amigos un poquito de la mucha felicidad que hemos construido a lo largo de ocho años. Porque sin nuestras familias no seríamos quienes somos ni pensaríamos como pensamos y por lo tanto probablemente no nos habríamos encontrado. Porque sin nuestros amigos probablemente nos habríamos rendido hace ya tiempo.Porque al final si nos embarcamos en organizar una fiesta fue principalmente por eso, porque los queremos a todos como testigos de esta aventura que se nos ocurrió enfrentar tomados de la mano. Y por eso, por eso es que más me duele no contar con algunas de las personas a las que más quiero en la vida....

Pero en ocasiones como estas es cuándo uno más comprende que Expectations≠Reality y que el apego produce infelicidad. 


Quizá no sea cierto que todas las cosas pasan por algo. Pero todo este drama familiar tuvo un lado positivo, mis papás pudieron hablar sin gritarse y pude hablar con ellos...y hasta me escucharon. 


Bueno, pues me dí tiempo para escribir porque necesitaba desahogo, pero hay muchas cosas todavía por solucionar. Nos leemos pronto.


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