7 de enero de 2010

Todos morimos solos.

No recuerdo exactamente la primera vez que escuché hablar de donnie Darko. Seguro fue en algún programa de radio…o en twitter. No lo sé. Pero de repente parecía que TODOS hablaban de esa película. O eso parecía. El punto es que de repente se convirtió en una especie de obsesión mía el querer verla, intenté conseguirla en distintas tiendas y obvio, cuando más deseas algo, más te esquiva. No la encontraba por ningún lado. Luego se atravesaron mis múltiples ocupaciones decembrinas, intenté descargarla…ejem, ejem…legalmente… y ya lo había logrado. Bueno si he de ser sincera, la descargó Sergio – creo que él estaba, si se puede, más obsesionado que yo.

Y entonces…

Llegó a mis manos en navidad. Mi primo, mi adorado primo Jon – del que obvio nunca  he escrito, no se lo merecen – me regaló el DVD en navidad. Y yo casi lloro. Y mi familia preguntó ¿qué película es? Y yo sólo dije : una, una que tenía muchas muchas ganas de ver.

Entonces, el martes -  que es dentro de mi rutina el día de dormir con mi novio, ver TV y tomar Coca Cola-  pusimos la película.

Me encantó. Simplemente me fascinó.

Obviaré la reseña, porque la verdad me sentiría un poco absurda escribiendo sobre una película del 2001, que quizá muchos ya vieron. Pero si quería decir que me hizo llorar.

Como una niña asustada.

Al terminar la película me hice bolita en las cobijas y lloré. Es que hay cosas en la vida: películas, poemas, libros, frases…que tienen al extraña cualidad de tocar el punto en el que confluyen todos mis miedos y todas mis esperanzas, ante su efecto yo sólo tengo una opción: desmoronarme por completo y entender por qué.

En este caso fue toda la película, pero principalmente una frase: todos morimos solos. Así de simple y contundente. Mis mayores miedos. La soledad, la muerte, la locura…vamos, hasta mi muy particular y compulsivo miedo de perder los ojos, todos estaban ahí, en la pantalla.

Me siento tonta en esos momentos en que el temor se apropia de mí. Normalmente no puedo hablar. Me vuelvo una autómata llorona. Pero esta vez él me hizo hablar. Y el mundo no se colapsó, y no convoqué a mis fantasmas…simplemente me sentí más ligera.

Live together or die alone. El Dr Sheppard estaba equivocado, la opción no existe, live together and  die alone. Y aún así es esperanzador.

Quién diría. Es tan sencillo volver a sentir calor en el corazón. 



Y no me digan que no saben quién es el Dr Jack Sheppard porque me enojo...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Lo que quedó: