29 de enero de 2010

Todos los que han cambiado al mundo han estado sentados ahí...

Esto intentará ser una reseña -nada seria- sobre Up in the air. Pero antes, un disclaimer: soy LA MÁS FAN DE JASON REITMAN porque: 

- Los guiones de sus películas siempre me hacen reir, a pesar de la seriedad y profundidad de los temas que trata, vamos, su humor negro es fantástico.
- Me encanta la intimidad que crea en torno a UN personaje y la manera en que su dirección logra arrancarles matices infinitos a una mirada, una palabra, un diálogo.
- La música de sus películas es curiosamente envolvente
- Siempre de los siempres tiene un casting fabuloso.

En fin.

Dicho lo anterior. Procedo.

Up in the air es una de esas películas que re mueven algo en cada uno de nosotros, y puede hacerlo desde muchos frentes. La premisa es sencilla, más no simple: Ryan Bingham tiene un trabajo peculiar, es empleado de una compañía dedicada a la transición ocupacional. Mero eufemismo. Despiden gente, pues. Es la clase de vida que a él le gusta llevar: viajar 322 días al ño, hospedarse en hoteles lujoso, cenar en buenos restaurantes y, por supuesto, acumular millas de viajero y puntos en programas de lealtad.

Su meta en la vida es llegar al millón de millas, ¿por qué? Pues...¿por qué no? le darán su tarjeta de grafito, podrá platicar con el capitán de la aerolínea y tendrá incluso un avión con su nombre. Un homenaje a su forma de vida. Su filosofía, misma que transmite en conferencias de superación personal, siempre llenas de personas ávidas de encontrar las palabras adecuadas, consiste en viajar ligero. Vaciar las maletas, quedarse sin nada. Le resulta excitante.

Pero todo eso cambia con la llegada de una brillante muchachita que pretende reformar el sistema de trabajo de su empresa, implementando el despido por videoconferencia. Adiós viajes, adiós millas. Antes de que ese sistema se implemente, se lleva a la mentada muchachita - una fabulosa Anna Kendrick- a un viaje que pretende demostrarle en que consiste SU industria. Un oficio en el que no hay respuestas para las preguntas de la persona sentada al frente, en el que uno debe aprender a olvidar caras, a no fijarse en los detalles y hacer promesas incumplibles. Dar esperanzas vanas a quienes, en un mundo de crisis, deben despedirse de largas carreras de lealtad a su empresa involuntariamente. Personas que se pregunta qué hacer cuándo se tienen 57 años y no se tiene un empleo. ¿Cómo puede Bingham dormir por la noche?

Normalmente solo. Sin embargo en uno de sus múltiples viajes, en el bar de algún hotel en algún lugar, conoce a una mujer que le demuestra que cargar una maleta y sentir el peso sobre sus hombros puede ser satisfactorio. Dormir con ella, leer sus mensajes, bailar juntos. Todo aquello que nunca deseo pero repentinamente le provoca el deseo de poner los pies en la tierra.

De una u otra forma, el giro de la historia nos lleva a entender la diferencia entre deseo y necesidad. En todos los ámbitos: económico, social, amoroso, corporativo; la tensión entre estos dos conceptos nos arrastra en una marea de sinsentidos. Lo más difícil quizá sea obtener lo que deseamos y darnos cuenta que no era lo que necesitábamos para ser felices. 

Es entonces cuando nos quedamos arriba, en el aire. Esperando que algún breve momento nos haga poner los pies en el suelo alguna vez. 

Todos los que han cambiado el mundo han estado sentados ahí...

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