By the way, finalmente vi en DVD Expiación, Deseo y Pecado. La historia me pareció fascinante y la actuación de Saoirse Renan es impactante, es capaz de reflejar perfectamente la convicción en la fantasía y la pérdida de la inocencia a través de la indiferencia y la envidia.
Visualmente es una joya, las largas secuencias son dignas de verse una y otra y otra vez. Y el vestido verde de Keira Knightley me hizo desear bajar los 10 kilos que según yo estoy bajando desde el año pasado nada más para poder ponerme algo así. Mmmm. Sexy.
Para los despistados: no es precisamente una historia de amor. Es más bien una historia de búsqueda y esperanzas rotas. Cautivadora (Nota: creo que la palabra "cautivadora" es lo más pretenciosa que puede ser una palabra cuando se habla de cine, al igual que fascinante, así que sólo debería decir: la película está suuuper chida y tiene una composición visual fregonsísima).
Véanla.
El mundo es un caleidoscopio y yo aún sigo buscando el cristal más bonito para mirar...
29 de enero de 2010
Todos los que han cambiado al mundo han estado sentados ahí...
Esto intentará ser una reseña -nada seria- sobre Up in the air. Pero antes, un disclaimer: soy LA MÁS FAN DE JASON REITMAN porque:
- Los guiones de sus películas siempre me hacen reir, a pesar de la seriedad y profundidad de los temas que trata, vamos, su humor negro es fantástico.
- Me encanta la intimidad que crea en torno a UN personaje y la manera en que su dirección logra arrancarles matices infinitos a una mirada, una palabra, un diálogo.
- La música de sus películas es curiosamente envolvente
- Siempre de los siempres tiene un casting fabuloso.
En fin.
Dicho lo anterior. Procedo.
Up in the air es una de esas películas que re mueven algo en cada uno de nosotros, y puede hacerlo desde muchos frentes. La premisa es sencilla, más no simple: Ryan Bingham tiene un trabajo peculiar, es empleado de una compañía dedicada a la transición ocupacional. Mero eufemismo. Despiden gente, pues. Es la clase de vida que a él le gusta llevar: viajar 322 días al ño, hospedarse en hoteles lujoso, cenar en buenos restaurantes y, por supuesto, acumular millas de viajero y puntos en programas de lealtad.
Su meta en la vida es llegar al millón de millas, ¿por qué? Pues...¿por qué no? le darán su tarjeta de grafito, podrá platicar con el capitán de la aerolínea y tendrá incluso un avión con su nombre. Un homenaje a su forma de vida. Su filosofía, misma que transmite en conferencias de superación personal, siempre llenas de personas ávidas de encontrar las palabras adecuadas, consiste en viajar ligero. Vaciar las maletas, quedarse sin nada. Le resulta excitante.
Pero todo eso cambia con la llegada de una brillante muchachita que pretende reformar el sistema de trabajo de su empresa, implementando el despido por videoconferencia. Adiós viajes, adiós millas. Antes de que ese sistema se implemente, se lleva a la mentada muchachita - una fabulosa Anna Kendrick- a un viaje que pretende demostrarle en que consiste SU industria. Un oficio en el que no hay respuestas para las preguntas de la persona sentada al frente, en el que uno debe aprender a olvidar caras, a no fijarse en los detalles y hacer promesas incumplibles. Dar esperanzas vanas a quienes, en un mundo de crisis, deben despedirse de largas carreras de lealtad a su empresa involuntariamente. Personas que se pregunta qué hacer cuándo se tienen 57 años y no se tiene un empleo. ¿Cómo puede Bingham dormir por la noche?
Normalmente solo. Sin embargo en uno de sus múltiples viajes, en el bar de algún hotel en algún lugar, conoce a una mujer que le demuestra que cargar una maleta y sentir el peso sobre sus hombros puede ser satisfactorio. Dormir con ella, leer sus mensajes, bailar juntos. Todo aquello que nunca deseo pero repentinamente le provoca el deseo de poner los pies en la tierra.
De una u otra forma, el giro de la historia nos lleva a entender la diferencia entre deseo y necesidad. En todos los ámbitos: económico, social, amoroso, corporativo; la tensión entre estos dos conceptos nos arrastra en una marea de sinsentidos. Lo más difícil quizá sea obtener lo que deseamos y darnos cuenta que no era lo que necesitábamos para ser felices.
Es entonces cuando nos quedamos arriba, en el aire. Esperando que algún breve momento nos haga poner los pies en el suelo alguna vez.
Todos los que han cambiado el mundo han estado sentados ahí...
22 de enero de 2010
La Teta Asustada
El miércoles vi La Teta Asustada. La disfruté mucho. Es raro, creo que nunca había visto una película peruana y mi conocimiento sobre el país se limita a: 1) Machu Pichu está en Perú, b) Laura de Amércia es peruana, c)Lima es su capital, d) hay llamas, o eso dicen.
Si, lo confieso, soy una completa ignorante de al realidad latinoamericana, línchenme.
En fin. Me sorprendió la realidad peruana, o la realidad peruana como se retrata en la película. Violaciones, terror, pobreza, ignorancia. Y, sin embargo, esperanza y amor.
Se llama la Teta asustada en honor a une enfermedad del mismo nombre que consiste en que una madre que ha sufrido terror y abuso transmite a sus hijos, mediante la leche materna, ese miedo terrible. Fausta lo padece, y aunque ningún doctor pueda avalar la existencia de esa enfermedad, es un hecho que el fenómeno existe.
Pero el miedo no impide querer vivir. Y eso es algo que vamos descubriendo. La vida puede ser una basura, el mundo es la cosa más terrible. Pero siempre, siempre, queda un mar para mirar.
En fin, nada más lo escribí para que no se me olvidara.
Si, lo confieso, soy una completa ignorante de al realidad latinoamericana, línchenme.
En fin. Me sorprendió la realidad peruana, o la realidad peruana como se retrata en la película. Violaciones, terror, pobreza, ignorancia. Y, sin embargo, esperanza y amor.
Se llama la Teta asustada en honor a une enfermedad del mismo nombre que consiste en que una madre que ha sufrido terror y abuso transmite a sus hijos, mediante la leche materna, ese miedo terrible. Fausta lo padece, y aunque ningún doctor pueda avalar la existencia de esa enfermedad, es un hecho que el fenómeno existe.
Pero el miedo no impide querer vivir. Y eso es algo que vamos descubriendo. La vida puede ser una basura, el mundo es la cosa más terrible. Pero siempre, siempre, queda un mar para mirar.
En fin, nada más lo escribí para que no se me olvidara.
18 de enero de 2010
3 películas más a la lista...
Zombieland
Yo soy la más sorprendida cuando digo que me gustó Zombieland. Vamos...¿una película de zombies? ¿una película serie B? Alucino Scream, Sé lo que hicieron el verano pasado, Resident Evil y casi casi todas las películas de terror.
Pero Zombieland va más allá. Con todos los clichés de las películas de zombies y serie B del mundo, Zombieland no se queda allí, y más que un homenaje, hace una re interpretación del género en que el humor es fácilmente aceptado, siempre y cuando sea del color adecuado. Negro.
Me reí a carcajadas, como hace mucho no hacía - creo que desde que vi The Hangover - y la disfruté. Los personajes son un prodigio de encanto y carisma y tanto el guión como el director supieron hallar la forma de darles dimensión y textura sin sumergirnos en detalles innecesarios.
Y Bill Murray. Increíble. Sin duda la volvería a ver. Y quiero un Tuinky.
Fama
Por favor absténganse.
Ni yo que soy la más fan de los musicales la aguanté. Es como una historia de artistas endulzada con Splenda. Sin pasión, sin sacrificio. Puros niñitos de papi en escuela de arte. Nada qué ver con la versión original, que si me encanta.
31 Minutos
No la vi en el cine, porque, claro, la estrenaron en dos salas y a las 3 de la tarde. Bah. La tuve que comprar pidata (la d a propósito). Ni modo.
Y fui la máaaaaas feliz. Vamos que ya la serie es fenómeno, pero ver a todos los personajes enredados en una historia de aventuras es increíble. Conocer las casa de Tuilio y Juanín, saber cómo se conocieron y ver a Tuilio y Juan Carlos Bodoque como niños scouts es una cosa deliciosa.
Como siempre, cada elemento de la producción está cuidado hasta el último detalle y uno se olvida de que son marionetas. Como siempre, sarcasmo y carcajadas aseguradas. Vamos todos a rescatar a Juanin.
La frase memorable: "Siempre recordaré sus últimas palabras: Es la misma cuerda, idiotas".
!Véanla, véanla, véanla!
15 de enero de 2010
Querido dios
Escribo tu nombre con minúscula porque tanto tú como yo sabemos que no estoy segura de que existas. A veces, cuando el cielo luce colores indescriptibles o cuando una mariposa azul se posa sobre mi brazo, estoy segura de que es tu mano la que los pone ahí. Quizá lo haces para hacernos felices, quizá por simple y llana diversión.
Normalmente no es tu nombre el que ocupa mis pensamientos cuando las cosas salen mal, pero tampoco cuando salen bien. Aunque celebro hipócritamente el nacimiento de tu hijo cada 24 de diciembre, no he rezado desde hace años, y tampoco he ido voluntariamente a misa. Voluntariamente.
Pero ayer en la noche, quizá lograste reconocer mi voz entre los millones de voces que acudieron a tí. Quizá. Si estás ahí arriba.O abajo. O a mi lado. Quizá no. Pero es que sentí nacer dentro de mí la necesidad de rezar y esa es una necesidad que me sonaba ajena e impenetrable, pero también imposible de eludir.
Recé, por primera vez desde hace tanto, ya ni siquiera podía recordar las palabras. ¿Cómo me tengo que dirigir a tí? ¿Dios?¿Jesús?¿Padre?
No lo sé. Sólo te dije hola, y asumí que si estabas ahí sabrías que era a ti a quien hablaba. Hola, dije, y lloré. Te dije que me sentía culpable de no dar gracias a diario, que no sabía a quien dirigir mis agradecimientos, y por lo tanto hablaba a alguien a quien no podía ver. Con los ojos cerrados, agradecí profundamente el sentir sobre mi cuerpo una manta caliente, agradecí tener sobre mí un techo, agradecí haber visto la sonrisa de mi mamá y mis hermanos antes de dormir y haber escuchado a mi novio diciéndome te amo una vez más.
Lo agradecí porque no pierdo nada agradeciendo. Porque todo puede perderse en un minuto. Y entonces te pedí que velaras por la gente en Haití. Sálvalos te dije, haz algo por ellos.
Pero yo ya no sabía si escuchabas. Hoy por la mañana que vi las noticias, casi podía estar segura de que no seguiste escuchándome hasta el final.
Sigo preguntándome si estás ahí. Quizá si algún día te encuentro pueda hacer las paces con el mundo. Te extraño.
Normalmente no es tu nombre el que ocupa mis pensamientos cuando las cosas salen mal, pero tampoco cuando salen bien. Aunque celebro hipócritamente el nacimiento de tu hijo cada 24 de diciembre, no he rezado desde hace años, y tampoco he ido voluntariamente a misa. Voluntariamente.
Pero ayer en la noche, quizá lograste reconocer mi voz entre los millones de voces que acudieron a tí. Quizá. Si estás ahí arriba.O abajo. O a mi lado. Quizá no. Pero es que sentí nacer dentro de mí la necesidad de rezar y esa es una necesidad que me sonaba ajena e impenetrable, pero también imposible de eludir.
Recé, por primera vez desde hace tanto, ya ni siquiera podía recordar las palabras. ¿Cómo me tengo que dirigir a tí? ¿Dios?¿Jesús?¿Padre?
No lo sé. Sólo te dije hola, y asumí que si estabas ahí sabrías que era a ti a quien hablaba. Hola, dije, y lloré. Te dije que me sentía culpable de no dar gracias a diario, que no sabía a quien dirigir mis agradecimientos, y por lo tanto hablaba a alguien a quien no podía ver. Con los ojos cerrados, agradecí profundamente el sentir sobre mi cuerpo una manta caliente, agradecí tener sobre mí un techo, agradecí haber visto la sonrisa de mi mamá y mis hermanos antes de dormir y haber escuchado a mi novio diciéndome te amo una vez más.
Lo agradecí porque no pierdo nada agradeciendo. Porque todo puede perderse en un minuto. Y entonces te pedí que velaras por la gente en Haití. Sálvalos te dije, haz algo por ellos.
Pero yo ya no sabía si escuchabas. Hoy por la mañana que vi las noticias, casi podía estar segura de que no seguiste escuchándome hasta el final.
Sigo preguntándome si estás ahí. Quizá si algún día te encuentro pueda hacer las paces con el mundo. Te extraño.
8 de enero de 2010
La naturaleza del mal
Ayer terminé el primer libro del año: Wicked.
Durante casi un año morí por leerlo...pero quería leerlo en inglés. Cuando se me mete algo en la cabeza, no hay quien logre que mi terquedad cese. Total que ni lo leí en inglés. Mi querido novio decidió que ya estaba haaarrrto de escucharme decir que quería leerlo, captó la indirecta y me lo regaló.
La verdad es que disfruté mucho leerlo, aunque sigo sin entender como un libro así acabó convertido en musical pero pretendo descubrirlo. Este es mi 2do propósito cumplido del año (como podrá verse, mis propósitos tienen un alcance bastante corto, para que finjo que voy a dejar de fumar y demás). En categoría no de propósito, sino de deseo, está ver el músical en Broadway. Parece que las estrellas comienzan a alinearse de nuevo y lo veré aunque a cambio tenga que chutarme un partido de beisbol.
Estoy divagando. Vuelvo al libro.
Digamos que es un libro de disfraces. Para empezar, el libro disfraza de fantasía una disertación sobre la condición humana y la naturaleza del bien y el mal. Después, habla de la manera en que el disfraz que ponemos a nuestras intenciones acaba por convertir nuestros actos en buenos o malos y finalmente de los disfraces de la apariencia que acaba, casi siempre, por constituir nuestra identidad.
Nadie puede saber más de maldad y de apariencias que la Malvada Bruja del Oeste (si se acuerdan ¿no?, Dorothy, Totó...), y este libro es su biografía, una precuela magnífica a la historia del Mago de Oz. }
La historia de Elphaba - así se llama la Bruja -, una niña verde y malhumarada, obsesionada con la justicia y la verdad, esceptica hasta la última fibra de su ser, se entrelaza con la historia política de Oz y de sus habitantes. Quien crea que la historia de una bruja es algo infantil se dará cuenta, con el paso de las páginas, que de hecho se trata de una historia adulta, con un fuerte aderezo de crueldad, sexo y manipulación.
La identidad del mal se nos escapa entre la historia, de manera que no podremos identificar al malvado del cuento. La maldad, señala Elphaba, tiene su naturaleza en el secreto...
...y vaya que su familia conoce de secretos: un padre obsesionado con la religión, una madre siempre en búsqueda de su propio placer, una Nana más interesada en el chisme y las supersticiones que en los niños que cuida, una hermana inválida pero pagada de si misma. Llenos de rencor unos contra otros, y todos ocultándose entre sí.
Como todos, cada uno de los personajes del libro - y Elphaba principalmente - se ven enfrentados a su destino y obligados a tomar decisiones que los conducirán finalmente al momento en que Dorothy y sus compañeros transforman la historia de la tierra de Oz.
Ya sabemos el final de la historia, pero mucho tuvo que pasar antes para llegar hasta allí. ¿Me pregunto que pensaríamos de nuestras decisiones si tuviéramos el poder de volver sobre nuestros pasos? ¿Elegiríamos lo mismo? ¿Seríamos capaces de hallar los errores?
Excelente libro. Léanlo, es una órden, lo pueden encontrar en Planeta y Booked. El autor es Gregory Maguire.
Durante casi un año morí por leerlo...pero quería leerlo en inglés. Cuando se me mete algo en la cabeza, no hay quien logre que mi terquedad cese. Total que ni lo leí en inglés. Mi querido novio decidió que ya estaba haaarrrto de escucharme decir que quería leerlo, captó la indirecta y me lo regaló.
La verdad es que disfruté mucho leerlo, aunque sigo sin entender como un libro así acabó convertido en musical pero pretendo descubrirlo. Este es mi 2do propósito cumplido del año (como podrá verse, mis propósitos tienen un alcance bastante corto, para que finjo que voy a dejar de fumar y demás). En categoría no de propósito, sino de deseo, está ver el músical en Broadway. Parece que las estrellas comienzan a alinearse de nuevo y lo veré aunque a cambio tenga que chutarme un partido de beisbol.
Estoy divagando. Vuelvo al libro.
Digamos que es un libro de disfraces. Para empezar, el libro disfraza de fantasía una disertación sobre la condición humana y la naturaleza del bien y el mal. Después, habla de la manera en que el disfraz que ponemos a nuestras intenciones acaba por convertir nuestros actos en buenos o malos y finalmente de los disfraces de la apariencia que acaba, casi siempre, por constituir nuestra identidad.
Nadie puede saber más de maldad y de apariencias que la Malvada Bruja del Oeste (si se acuerdan ¿no?, Dorothy, Totó...), y este libro es su biografía, una precuela magnífica a la historia del Mago de Oz. }
La historia de Elphaba - así se llama la Bruja -, una niña verde y malhumarada, obsesionada con la justicia y la verdad, esceptica hasta la última fibra de su ser, se entrelaza con la historia política de Oz y de sus habitantes. Quien crea que la historia de una bruja es algo infantil se dará cuenta, con el paso de las páginas, que de hecho se trata de una historia adulta, con un fuerte aderezo de crueldad, sexo y manipulación.
La identidad del mal se nos escapa entre la historia, de manera que no podremos identificar al malvado del cuento. La maldad, señala Elphaba, tiene su naturaleza en el secreto...
...y vaya que su familia conoce de secretos: un padre obsesionado con la religión, una madre siempre en búsqueda de su propio placer, una Nana más interesada en el chisme y las supersticiones que en los niños que cuida, una hermana inválida pero pagada de si misma. Llenos de rencor unos contra otros, y todos ocultándose entre sí.
Como todos, cada uno de los personajes del libro - y Elphaba principalmente - se ven enfrentados a su destino y obligados a tomar decisiones que los conducirán finalmente al momento en que Dorothy y sus compañeros transforman la historia de la tierra de Oz.
Ya sabemos el final de la historia, pero mucho tuvo que pasar antes para llegar hasta allí. ¿Me pregunto que pensaríamos de nuestras decisiones si tuviéramos el poder de volver sobre nuestros pasos? ¿Elegiríamos lo mismo? ¿Seríamos capaces de hallar los errores?
Excelente libro. Léanlo, es una órden, lo pueden encontrar en Planeta y Booked. El autor es Gregory Maguire.
7 de enero de 2010
Todos morimos solos.
No recuerdo exactamente la primera vez que escuché hablar de donnie Darko. Seguro fue en algún programa de radio…o en twitter. No lo sé. Pero de repente parecía que TODOS hablaban de esa película. O eso parecía. El punto es que de repente se convirtió en una especie de obsesión mía el querer verla, intenté conseguirla en distintas tiendas y obvio, cuando más deseas algo, más te esquiva. No la encontraba por ningún lado. Luego se atravesaron mis múltiples ocupaciones decembrinas, intenté descargarla…ejem, ejem…legalmente… y ya lo había logrado. Bueno si he de ser sincera, la descargó Sergio – creo que él estaba, si se puede, más obsesionado que yo.
Y entonces…
Llegó a mis manos en navidad. Mi primo, mi adorado primo Jon – del que obvio nunca he escrito, no se lo merecen – me regaló el DVD en navidad. Y yo casi lloro. Y mi familia preguntó ¿qué película es? Y yo sólo dije : una, una que tenía muchas muchas ganas de ver.
Entonces, el martes - que es dentro de mi rutina el día de dormir con mi novio, ver TV y tomar Coca Cola- pusimos la película.
Me encantó. Simplemente me fascinó.
Obviaré la reseña, porque la verdad me sentiría un poco absurda escribiendo sobre una película del 2001, que quizá muchos ya vieron. Pero si quería decir que me hizo llorar.
Como una niña asustada.
Al terminar la película me hice bolita en las cobijas y lloré. Es que hay cosas en la vida: películas, poemas, libros, frases…que tienen al extraña cualidad de tocar el punto en el que confluyen todos mis miedos y todas mis esperanzas, ante su efecto yo sólo tengo una opción: desmoronarme por completo y entender por qué.
En este caso fue toda la película, pero principalmente una frase: todos morimos solos. Así de simple y contundente. Mis mayores miedos. La soledad, la muerte, la locura…vamos, hasta mi muy particular y compulsivo miedo de perder los ojos, todos estaban ahí, en la pantalla.
Me siento tonta en esos momentos en que el temor se apropia de mí. Normalmente no puedo hablar. Me vuelvo una autómata llorona. Pero esta vez él me hizo hablar. Y el mundo no se colapsó, y no convoqué a mis fantasmas…simplemente me sentí más ligera.
Live together or die alone. El Dr Sheppard estaba equivocado, la opción no existe, live together and die alone. Y aún así es esperanzador.
Quién diría. Es tan sencillo volver a sentir calor en el corazón.
Y no me digan que no saben quién es el Dr Jack Sheppard porque me enojo...
6 de enero de 2010
El incidente Arce
Ayer pasé un día muy divertido siguiendo todo lo que la opinión que Esteban Arce expresó al respecto de los homosexuales en su programa suscitó en la comunidad twittera. Y el que fuera divertido no significa que no sea serio.
Vayamos más allá de la obviedad. Estebán Arce mostró una actitud totalmente homofóbica, señalando la homosexualidad como algo anormal y señalando, adicionalmente, que el fin último del sexo es la reproducción. Evidentemente, la comunidad gay, y la izquierdosa que cree que apoyar a los gays es la cosa más pro del mundo, se pararon de pestañas.
Con justa razón. Lo mismo pasaría si de repente se le hubiera ocurrido decir que las mujeres no deben trabajar (aunque eso también lo ha dicho en su programa). O si hubiera dicho algo en contra de los niños del Teletón. O en contra de los ancianos. Minorías.
Uno de los pilares de la democracia es la cultura democrática, sostenida en valores fundamentales: respeto, tolerancia, equidad. Liberalismo democrático.
Es ahí dónde empiezan las honduras del tema. ¿Debe prohibírsele a Esteban Arce expresar su opinión respecto al tema de la homosexualidad (o cualquier otro)? ¿cuáles son los límites de la expresión a través de un medio de comunicación (privado, by the way)? ¿Debemos, en aras de la libertad y la tolerancia, emprender prohibiciones y censuras?
Me asombra la doble moral de este país. Tan profundamente católico y tan profundamente revanchista. ¿Por qué el cardenal Norberto puede decir exactamente las mismas palabras desde su púlpito todos los domingos, pero un comunicador – de una empresa privada- no?
Evidentemente no tengo las respuestas.
Y me gustaría aclarar, que en ningún momento respaldo o estoy a favor de la postura de Arce. Me parece una opinión primitiva y retrógrada, una visión genitalista del género. El género, la sexualidad, es algo mucho más complejo que tener pene o vagina, y mi humanidad no se limita a ser hombre o mujer, niño o anciano, y ser persona no tiene nada que ver con la ropa que visto o mi color de piel. ¿Qué no somos todos humanos? La normalidad es un invento de cada cultura, los griegos pensaban que el hombre doble, la unión de hombre con hombre era lo más cercano a la perfección de los dioses.
Aún así, distintas iglesias han condenado la homosexualidad a través de los siglos, ¿tenemos algún derecho a decirles que están mal? ¿Deberíamos prohibir entonces la religión?
Lo correcto es siempre un asunto complicado. Aquí el video.
Vayamos más allá de la obviedad. Estebán Arce mostró una actitud totalmente homofóbica, señalando la homosexualidad como algo anormal y señalando, adicionalmente, que el fin último del sexo es la reproducción. Evidentemente, la comunidad gay, y la izquierdosa que cree que apoyar a los gays es la cosa más pro del mundo, se pararon de pestañas.
Con justa razón. Lo mismo pasaría si de repente se le hubiera ocurrido decir que las mujeres no deben trabajar (aunque eso también lo ha dicho en su programa). O si hubiera dicho algo en contra de los niños del Teletón. O en contra de los ancianos. Minorías.
Uno de los pilares de la democracia es la cultura democrática, sostenida en valores fundamentales: respeto, tolerancia, equidad. Liberalismo democrático.
Es ahí dónde empiezan las honduras del tema. ¿Debe prohibírsele a Esteban Arce expresar su opinión respecto al tema de la homosexualidad (o cualquier otro)? ¿cuáles son los límites de la expresión a través de un medio de comunicación (privado, by the way)? ¿Debemos, en aras de la libertad y la tolerancia, emprender prohibiciones y censuras?
Me asombra la doble moral de este país. Tan profundamente católico y tan profundamente revanchista. ¿Por qué el cardenal Norberto puede decir exactamente las mismas palabras desde su púlpito todos los domingos, pero un comunicador – de una empresa privada- no?
Evidentemente no tengo las respuestas.
Y me gustaría aclarar, que en ningún momento respaldo o estoy a favor de la postura de Arce. Me parece una opinión primitiva y retrógrada, una visión genitalista del género. El género, la sexualidad, es algo mucho más complejo que tener pene o vagina, y mi humanidad no se limita a ser hombre o mujer, niño o anciano, y ser persona no tiene nada que ver con la ropa que visto o mi color de piel. ¿Qué no somos todos humanos? La normalidad es un invento de cada cultura, los griegos pensaban que el hombre doble, la unión de hombre con hombre era lo más cercano a la perfección de los dioses.
Aún así, distintas iglesias han condenado la homosexualidad a través de los siglos, ¿tenemos algún derecho a decirles que están mal? ¿Deberíamos prohibir entonces la religión?
Lo correcto es siempre un asunto complicado. Aquí el video.
5 de enero de 2010
Iniciando la lista de películas de 2010
Intenté definir cuales eran las películas que más me habían gustado en 2009...y ni siquiera logré recordar cuáles había visto. Fueron por lo menos unas setenta, creo, una por semana en el cine y las adicionales en DVD...
Para evitar el terrible fallo, este año si llevaré registro de las películas que veo - y los libros que leo, porque tampoco pude recordar los de 2009-.
Así, inicié el 2010 con:
Avatar.
Me niego a reseñarla, ya bastante he discutido con mis amigos al respecto. Yo sostengo que es una burda copia de Pocahontas con un altísimo presupuesto. Entonces mis amigos me dicen: no te quedes en la pielecita Marisol, Avatar es más profunda. Y aún añaden: es que es la perpetuación de los estigmas sociopolíticos, la perpetuación del mesianismo...y juega con los sentimientos de las personas con capacidades diferentes...
Yo digo: pamplinas. Evidentemente, el arte no puede sustraerse del contexto en el que aparece. Entiendo el tema del cambio climático, y la necesidad arquetípica de la figura del héroe y blablabla. Pero mi pelea con Avatar es el relato. He dicho anteriormente que soy adicta a las historias. Las consumo como un junkie a las drogas. Y puedo decir que el guión de la película es malísimo. Podrá ser todo lo respetable que quieran el mensaje verde, podrá ser todo lo cuestionable el hecho de presentar el mesianismo como la única via de salvación y demás, pero todo eso tiene un mal tratamiento. Superficial, vacuo, repetitivo. A mí no me enganchó.
Sí, la producción es buenerrima. Verla en 3D es una gran experiencia. Pero en ningún momento lloré por los N'avi, ni sentí la desesperación de Jake Sully al no poder diferenciar los dos mundos en los que vivía...jamás sentí presente el tema del mentado Avatar. Y el malo es como de caricatura infantil de los ochentas: plano, sin aristas...bah!
En fin. Que Avatar puede tener todas las lecturas del mundo. Pero a mí quedó a deber historia y personajes. Igual, dice otra persona, hay que verla en el humor adecuado.
Sherlock Holmes
Cualquier cosa que yo diga sobre Sherlock Holmes es seguramente la crítica menos objetiva del mundo. Soy fan irredimible de Robert Downey Jr y Jude Law. Actorazos. Y además, me encantan als historias policiacas, de esas en que tú nunca te enteras de nada y al final el detective te dice: "Idiota, obviamente el autor nunca te dijo las pistas que yo vi así que no te queda más que aceptar mi superioridad intelectual, tu desvalidez y confiar en esta absurda y grandilocuente conclusión". Sí, amo a los genios.
En fin. Que si yo les digo que la película me encantó harían bien en no confiar en mis impresiones. Aún así, las escribo...porque si. Me gustaron: el tono oscuro de la dirección de arte, las escenas en cámara lenta en que Sherlock define los pasos a seguir para lograr su objetivo, Rachel McAdams en su papel, el diente del malo...
Me encantaron: Robert Downey y Jude Law...Los amo! Ay sí, doy pena cuando me pongo así de intensa, me da vergüenza, pero me la aguanto. De Downey me fascina su capacidad para matizar los personajes que interpreta, la manera en que hace de cada gesto algo que aporta a la construcción de su personaje, su rstro es un lienzo en donde cualquier cosa puede ser pintada.
Y Jude Law es adorable. Sobre todo si sonríe.
En fin. Es palomera. No esperen nada de arte, ni super serio ni nada. Pero seguro se divierten.
En DVD: 2012
Al fin la vi. Y me gustó.
Digo, obviamente ya sabía de que iba y no esperaba más. ¿Por qué Johon Cusack suele hacer ese tipo de papeles "escritor excéntrico medio desobligado pero de buen corazón? En fin.
Buenos efectos, historia absolutamente predecible y apegada a la estructura de película de desastres: presentan a los personajes, hay un conflicto personal a resolver, personajes secundarios que ayudan a los protagonistas a salvarse, actos heroicos, despedidas lacrimógenas, sacrificios...
Para pasar una tarde fría de domingo. Nada más.
Para evitar el terrible fallo, este año si llevaré registro de las películas que veo - y los libros que leo, porque tampoco pude recordar los de 2009-.
Así, inicié el 2010 con:
Avatar.
Me niego a reseñarla, ya bastante he discutido con mis amigos al respecto. Yo sostengo que es una burda copia de Pocahontas con un altísimo presupuesto. Entonces mis amigos me dicen: no te quedes en la pielecita Marisol, Avatar es más profunda. Y aún añaden: es que es la perpetuación de los estigmas sociopolíticos, la perpetuación del mesianismo...y juega con los sentimientos de las personas con capacidades diferentes...
Yo digo: pamplinas. Evidentemente, el arte no puede sustraerse del contexto en el que aparece. Entiendo el tema del cambio climático, y la necesidad arquetípica de la figura del héroe y blablabla. Pero mi pelea con Avatar es el relato. He dicho anteriormente que soy adicta a las historias. Las consumo como un junkie a las drogas. Y puedo decir que el guión de la película es malísimo. Podrá ser todo lo respetable que quieran el mensaje verde, podrá ser todo lo cuestionable el hecho de presentar el mesianismo como la única via de salvación y demás, pero todo eso tiene un mal tratamiento. Superficial, vacuo, repetitivo. A mí no me enganchó.
Sí, la producción es buenerrima. Verla en 3D es una gran experiencia. Pero en ningún momento lloré por los N'avi, ni sentí la desesperación de Jake Sully al no poder diferenciar los dos mundos en los que vivía...jamás sentí presente el tema del mentado Avatar. Y el malo es como de caricatura infantil de los ochentas: plano, sin aristas...bah!
En fin. Que Avatar puede tener todas las lecturas del mundo. Pero a mí quedó a deber historia y personajes. Igual, dice otra persona, hay que verla en el humor adecuado.
Sherlock Holmes
Cualquier cosa que yo diga sobre Sherlock Holmes es seguramente la crítica menos objetiva del mundo. Soy fan irredimible de Robert Downey Jr y Jude Law. Actorazos. Y además, me encantan als historias policiacas, de esas en que tú nunca te enteras de nada y al final el detective te dice: "Idiota, obviamente el autor nunca te dijo las pistas que yo vi así que no te queda más que aceptar mi superioridad intelectual, tu desvalidez y confiar en esta absurda y grandilocuente conclusión". Sí, amo a los genios.
En fin. Que si yo les digo que la película me encantó harían bien en no confiar en mis impresiones. Aún así, las escribo...porque si. Me gustaron: el tono oscuro de la dirección de arte, las escenas en cámara lenta en que Sherlock define los pasos a seguir para lograr su objetivo, Rachel McAdams en su papel, el diente del malo...
Me encantaron: Robert Downey y Jude Law...Los amo! Ay sí, doy pena cuando me pongo así de intensa, me da vergüenza, pero me la aguanto. De Downey me fascina su capacidad para matizar los personajes que interpreta, la manera en que hace de cada gesto algo que aporta a la construcción de su personaje, su rstro es un lienzo en donde cualquier cosa puede ser pintada.
Y Jude Law es adorable. Sobre todo si sonríe.
En fin. Es palomera. No esperen nada de arte, ni super serio ni nada. Pero seguro se divierten.
En DVD: 2012
Al fin la vi. Y me gustó.
Digo, obviamente ya sabía de que iba y no esperaba más. ¿Por qué Johon Cusack suele hacer ese tipo de papeles "escritor excéntrico medio desobligado pero de buen corazón? En fin.
Buenos efectos, historia absolutamente predecible y apegada a la estructura de película de desastres: presentan a los personajes, hay un conflicto personal a resolver, personajes secundarios que ayudan a los protagonistas a salvarse, actos heroicos, despedidas lacrimógenas, sacrificios...
Para pasar una tarde fría de domingo. Nada más.
1 de enero de 2010
La soledad de los números primos
Un amigo me insinuó hace poco que mi personalidad se ha diluido, y él lo achaca a mi larga larga relación amorosa.
Yo sé que me he diluido. Pero la causa no es la que él cree. La causa, me temo, es una pérdida total de la pasión por la vida, provocada en gran medida por el aletargamiento de mi trabajo. Me siento estancada pero tampoco he hecho nada al respecto y la verdad es que no se si lo haré porque en este punto de mi vida no tengo nada claro hacia donde orientar mi carrera.
La verdad es que ya hasta me da flojera hablar del tema ‘trabajo’. Me niego a que mi trabajo me defina, o en un peor caso, me desdibuje.
Olvidé lo mucho que me gusta bailar, lo mucho que me gusta cantar, lo mucho que me gusta ir a museos, leer, ver películas. Bueno, no es que lo haya olvidado, es simplemente que he dejado que el polvo cubra también esas, mis pasiones primarias, al grado de que ni las menciono en este blog.
Para intentar dar solución a ese terrible olvido daré un giro y en vez de escribir de mis aburrídisimos dramas personales, comenzaré el año escribiendo sobre lo que me gusta.
En esta ocasión, un libro: La soledad de los números Primos (Paolo Giordano, Ed. Salamandra, 2009)
Dicen por ahí que los libros te buscan, y que te será imposible leer alguno en el momento inapropiado. Pues bien, este libro me encontró del otro lado del mundo, pero no fue sino hasta navidad que llegó a mis manos. Lo leí en tres horas. Una vez que lo inicié no pude soltarlo. Así de poderoso es.
Los números primos, indica el autor, son números divisibles sólo por uno y por sí mismos. Eso los hace números especiales, pero hay unos, los números gemelos primos, que son aún más especiales: son números primos próximos, pero siempre separados por un número par. Esa es la metáfora que da título al libro. Los números primos siempre están solos, incluso cuando están cerca.
Alice y Mattia son dos muchachos solitarios, atados a sus respectivos pasados por cicatrices físicas y emocionales. Cuando se conocen, la ilusión de una amistad incondicional parece unirlos y paliar sus respectivos sufrimientos. Sin embargo, como toda relación, la suya se va llenando de silencios y palabras no dichas, de momentos llenos de significado, aunque éste sea diferente para cada uno.
Paolo Giordano narra sus vidas a partir de los momentos que los marcan. A manera de cuadros, el autor nos deja asomarnos, a través de rendijas, a la vida de dos personas que aprenden de la manera menos sencilla posible a amar, a crecer, a dejar partir. La manera menos sencilla es, por supuesto, la más natural: ensayo y error. El problema es que, en las relaciones humanas todo error acaba por lastimar a alguien.
En ese juego de ensayo y error en el que Alice y Mattia luchan por descubrirse en el mundo, es la soledad quien gana. Una vida no alcanza para tener todos los errores posibles, pero bastan unos cuantos para definirla. Ese es el peso de nuestras decisiones y es justo ese el hilo que los conduce a pasos ciegos hacia un final tan lógico como inesperado.
Es cuestionando las nociones básicas del amor y la inocencia de la infancia como Paolo Giordano va construyendo una historia envolvente y pesada, imposible de abandonar. Las preguntas no dichas y los silencios del libro van llenando de vació - si es que la expresión es válida- el corazón del lector llevándolo a una duda generalizada sobre la naturaleza de las relaciones humanas. ¿Es posible tender nuestra mano hacia los otros -amigos, padres, parejas- y recibir algo a cambio?
Es cuestionando las nociones básicas del amor y la inocencia de la infancia como Paolo Giordano va construyendo una historia envolvente y pesada, imposible de abandonar. Las preguntas no dichas y los silencios del libro van llenando de vació - si es que la expresión es válida- el corazón del lector llevándolo a una duda generalizada sobre la naturaleza de las relaciones humanas. ¿Es posible tender nuestra mano hacia los otros -amigos, padres, parejas- y recibir algo a cambio?
Al concluir la lectura, dejamos a nuestros personajes abrazados a sus recuerdos, solo para cerrar el libro y abrazar los nuestros. Esperando que nuestros errores nunca sean tan definitivos.
No se trata de una lectura feliz, pero es un libro cautivador, un libro que te despierta preguntas y te deja pistas. Un libro a la manera de Kundera y sus amores ridículos. Increíble pero cierto: es la primera novela de un doctorante en física teórica que, por lo pronto, me ha dejado esperando más.
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