Cosas que se van quedando
El mundo es un caleidoscopio y yo aún sigo buscando el cristal más bonito para mirar...
27 de enero de 2015
Las palabras más peligrosas...
21 de enero de 2015
2015: Pura Vida
Lo que obviamente yo no sabía es que en realidad la frase viene de México, de una película de Clavillazo que llenó los corazones de Costa Rica al grado de adoptar la frase como filosofía y bandera (e incluso como slogan de sus campañas de promoción turística).
Persiguiendo el santo grial de la desconexión vacacional absoluta, me dejé llevar por la frase y en un día de absoluta depresión compré unos boletos de promoción en Avianca nada más para ver si era cierto lo que se decía del también llamado país verde. Vámonos a Costa Rica, le dije a Sergio.
Y nos fuimos.
Lo que entendemos por Eco Turismo.
El eco turismo y yo somos uno mismo. Me encanta disfrutar de días y noches en cabañas alejadas del mundo en donde no hay ni contactos para cargar el celular en la habitación y la única luz nocturna es la de algunas antorchas y las estrellas. Eco turismo=turismo rústico. O eso pensaba yo.
Luego llegas a Costa Rica y lo que encuentras es pura infraestructura turística de primer nivel, con Wi Fi en la habitación y tarifas altísimas para comprobarte que estás en primer mundo. Las aguas termales no son como Ixtapan de la Sal y lo que encuentras es un paraíso que comprueba que otro mundo mejor existe, pero es muy caro.
La experiencia turística de Costa Rica, por más diversa que pueda ser, me dejó un sabor a parque de atracciones para gringos. Todo muy lindo, todo muy limpio, mucha naturaleza, verdes intensos que hacen que te duelan los ojos después de un par de horas en carretera...y sin embargo, eché en falta la experiencia rudimentaria y exótica que es el ecoturismo a la mexicana.
Todo es más caro que la gasolina.
Si alguna vez viajan a Costa Rica, les recomiendo encarecidamente que renten un auto. Hay muchos muchos puntos de interés turístico, pero llegar a cualquiera de esos puntos implica desplazarse y no es que el transporte del país cuente con muchas y accesibles opciones.
Siempre se pueden contratar shuttles, con GreyLine o Interbús. Hay algunas rutas de camiones, que siempre van con gente de pie, pero me quedé con ganas, muchas, de realmente perderme por las carreteras llenas de verdor. No, no confién en los blogs de gringos asustados que se quejan del estado de las carreteras. si alguna vez han ido a Hierve el Agua por el camino viejo o han tenido el atrevimiento de cruzar Chiapas por carretera (la ruta a Las nubes, o la conexión Tuxtla Palenque por poner un ejemplo) están más que capacitados para manejar por Costa Rica. Y no, no necesitan un 4x4.
La otra opción que les queda son los taxis. Caros. Carísimos. Con tarifas en dolares que hacen que un simple day tour implique un gasto en transporte de aprox. 100 USD. Y nada está cerca. Hagan cuentas.
El país con más guías de turistas del mundo.
Eso sí, todos, absolutamente todos los taxistas, transportistas, botones, tenderos, TODOS pueden darte una cátedra sobre su país. Cuál es el punto más alto, el más bajo, el más al sur, el más al norte, dónde se como mejor, los hoteles con mejores tarifas, de dónde salen mejor las fotos, en que año se inauguraron cada uno de los parques nacionales, el porcentaje de territorio dedicado a la conservación ecológica, en que año se decretó la independencia, por qué tal ave o tal mamífero, la historia política de centroamérica, el número total de habitantes, el número de inmigrantes, las relaciones comerciales de Costa Rica con sus países vecinos, el año en que se disolvió el Ejercito...puras razones para sostener porque Costa Rica es el país con mejor índice de felicidad en el mundo.
Yo, como buena hater chilanga, lo encontré desesperante después de un tiempo. Pero envidié ese conocimiento y orgullo de su país, tan difícil de encontrar en mi hermoso México.
Envidia de la buena.

Uno de los primeros viajes que recuerdo fue a Chiapas, tendría yo como siete años y fuimos a Palenque. Recuerdo una selva gigantesca y abrumadora, con iguanas verdes caminando por doquier y monos araña columpiándose felizmente entre las ramas. Pero claro, eso fue hace mucho tiempo, hace un par de años que volví a ir la impresión que me quedó de la selva lacandona fue otra: triste, deslavada. La exhuberancia que me había dejado sin palabras en mi niñez se había ido y ahora sólo quedaban parches malogrados de algunos árboles que parecían obligarse a mantenerse juntos a fuerza de costumbre.
Si envidié algo de Costa Rica es esa preservación glamourosa, orgullosa y hasta un poco pedante que hacen de sus recursos naturales. No en vano los hermosos paisajes, las carreteras siempre verdes, las especies exóticas y confiadas, las flores multicolores, las enredaderas centenarias.
Eso si es Pura Vida.
Pero ninguna playa como las de México.
Eso sí, que me disculpen, pero como las playas de México no hay dos. Cualquiera de nuestras playas en el caribe, CUALQUIERA, supera a Manuel Antonio (que según Trip Advisor es de las mejores playas en el mundo...pfff). Y Jacó, una de sus playas surfers más reconocidas, no está ni cerquita de la buena vibra, color y vida que tiene Sayulita.
Yendo a Costa Rica, me reenamoré de Cancún, Playa del Carmen, Majahual, Holbox, Puerto Vallarta, Loreto, Tecolutla...del mar mexicano, pues.
En conclusión.
Costa Rica es Pura Vida: verdor, volcanes, sonrisas, orgullo. Lo disfruté muchísimo. Pero como México no hay dos y como siempre, el ejercicio de comparación de visitar otro país, me hace valorar muchísimo más el gran tesoro que es México y lo mucho que amo ser mexicana.
5 de enero de 2015
Ayudante de rey mago o "Las mejores historias del mundo las contaba mi abuelita"
Creo que el día de reyes me gusta más que la navidad , cuando era niña podría decirse que incluso más que mi cumpleaños.
Era día de comer rosca con chocolate e ir a la alameda a conseguir el globo más bonito para lanzar nuestra carta al aire.
A mi mamá le daba mucha ilusión, aunque quizá no debería hablar en pasado. Mi mamá sigue emocionándose con el día de reyes aunque su titánica labor de reina maga honoraria no encuentre ahora ningún niño-pretexto para seguir trabajando.
Mi mamá (y mi papá también) se esforzaban cada año por lograr que los reyes nos trajeran los mejores regalos. Lo único en todos mis años de infancia que me quedaron a deber fue un muñeca Comiditas. Yo creo que ese día se murió mi instinto maternal.
Pero, detrás de todos los recuerdos bonitos de los días de reyes de mi infancia, el más entrañable sigue siendo el de la todopoderosa mitología de los ayudantes de los reyes, mitología acuñada por mi abuela que mantuvo la ilusión en su lugar durante toda mi infancia, manteniendo nuestras inocentes mentes (la mía y la de mi hermano) a salvo de la cruda verdad.
Todo surgía del hecho de que en una de sus múltiples facetas empresariales, mi abuela comenzó a vender juguetes previo al día de reyes. Yo tendría unos 6 años en aquel entonces, y a esa edad uno hace más preguntas de las que cualquier adulto puede responder. "¿Por qué la gente vende juguetes para los reyes, no los hacen ellos?"
"Ay, hija, si nada más son tres, ¿cómo van a poder hacer juguetes para tooodo el mundo ?, no, si hasta Santa Claus tiene a sus duendes, pero los reyes no tienen a nadie así que cada año consiguen unos ayudantes que buscan los juguetes para todos los niños y pues claramente los ayudantes son gente común y corriente que no sabe hacer juguetes así que les toca comprarlos; por eso luego ves a señores comprando juguetes, pero tiene que ser en secreto, porque pocos saben que los reyes les ayudan".
En aquel entonces todo tenía sentido.
Que nostalgia de los globos, las mañanas abriendo juguetes y, sobre todo, del pensamiento mágico y protector de mi abuelita.
Te extraño Luchita.
PD. Me gusta tanto el día de reyes que tuve que aprender a cocinar la rosca. Soy una doñota en potencia, ¿qué diría mi abuelita de eso?
2 de enero de 2015
Posibilidades.
Perdí personas importantes , el fallecimiento de una buena amiga me hizo poner en perspectiva el verdadero valor del trabajo en comparación con los otros aspectos de mi vida, replantearme el concepto de éxito y mi necesidad compulsiva de cumplir las reglas.
Rompí muchas reglas, sólo para darme cuenta de que así se está mejor.
Tuve un encuentro cercano con un trailer que destruyó la mitad de mi coche...y tanto Sergio como yo salimos ilesos. Y yo no se si llamarle milagro, coincidencia o advertencia, pero pueden estar seguros que mi agradecimiento y amor por la vida se volvió enooorme.
Laboralmente fue un año de grandes retos, una verdadera pesadilla. Hubo grandes tropiezos. Desanimo. Estrés máximo. Y aún así, disfruté como nunca mi trabajo gracias a grandes personas que me hicieron sentir parte de un equipo que hace las cosas con el corazón...a pesar de los madrazos.
Confié más, reí más. Amé infinitamente.
Bebí café como desesperada.
Dormí poco y mal.
Estuve en el hospital gracias a una apendicitis. Adiós apéndice.
Fui constante para ir al gym...durante unos meses.
Básicamente, hubo días buenos y días malos, pero llenos de intensidad. Mis aprendizajes del año: el desapego, la contemplación y la paciencia.
2014 se va dejando tras de sí caos e incertidumbre, 2015 llega con grandes planes y esperanzas.
En 2014 aprendí a mirar con otros ojos, 2015 será el momento de aprender a creer. En la oscuridad, sólo la fe nos guía.
Es tiempo, creo, de navegar en aguas desconocidas y aprender a quemar las naves. Dejar ir . Un horizonte de posibilidades infinitas se abre ante mi, lo cual resulta aterrador y emocionante al mismo tiempo.
Ya veremos.
Mientras tanto, empecemos el año con un viaje, que es siempre la mejor manera de comenzar.